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En el siglo XXI hemos retornado a la barbarie



En el siglo XXI hemos retornado a la barbarie y los políticos son la avanzadilla de los ejércitos barbaros que están destruyendo la civilización.

Los políticos se han pervertido y han decidido acabar con el mundo civilizado, el de los derechos y libertades, el de los derechos humanos y el humanismo, la más hermosa y positiva obra del ser humano sobre la Tierra.

Muchos gobiernos están ya en manos de esa vanguardia de políticos miserables y criminales que están destruyendo nuestro mundo. La horda de los corruptos avanza indetenible, como lo hizo Atila en las postrimerías del Imperio Romano.

Si comparamos el mundo del presente con el de hace tres o cuatro décadas, cuando todavía existían el honor, la decencia y los principios y valores, nuestro mundo es un asco.
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Después del 11 de septiembre, aquel día nefasto en el que tres aviones pilotados por terroristas de Al Qaeda impactaron contra las Torres Gemelas y el Pentágono, empezó a consumarse el asesinato de la humanidad avanzada.

Si el siglo XX fue el de los políticos totalitarios criminales, el siglo XXI será el de los políticos bárbaros, una marea de delincuentes sin honor ni piedad que roban, dividen, mienten y maltratan al pueblo, al que incluso asesinan, si les estorba en su orgía de riqueza, privilegios y borrachera de poder.

Las hordas han olvidado uno de los grandes principios de la política: "Un Estado que no cumple con el más elemental de sus deberes, que es la protección de sus ciudadanos, pierde su soberanía por ese simple hecho".

George Orwell, que fue uno de los pocos espíritus que comprendió la esencia del totalitarismo con plenitud, reconoció en la mentira una de las más espantosas formas de violencia. "Si el jefe declara que tan acontecimiento no se produjo, ese acontecimiento desaparece de la Historia".

La mentira es el principal rasgo del liderazgo pervertido de los bárbaros del siglo XXI. Sirva como ejemplo el comportamiento del actual presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, al que los medios de prensa le han contabilizado más de 600 mentiras y engaños al pueblo en los últimos cinco años, todo un récord mundial de bajeza y de violencia contra una civilización humanista judeo-cristiana que tiene en la verdad su piedra angular.

Una de las claves del alma de la barbarie que está destruyendo nuestro mundo la reveló Plejanov, uno de los fundadores del marxismo ruso, sin respeto a la gramática: "Salus Revolutiae suprema lex", que quería decir que la "salud de la revolución es la ley suprema", lo que significa que todo vale si engorda el poder del que gobierna. Esa es la ley más bárbara entre los bárbaros modernos, la que convierte a los políticos en delincuentes y criminales.

La tesis de Plejanov, convertida en la ley suprema de los políticos bárbaros en el siglo XXI, establece que si la revolución y el poder lo exigen, hay que sacrificarlo todo: la democracia, la libertad, los derechos humanos y hasta el individuo y su vida.

Esa terrible Ley Suprema explica el comportamiento de Putin cuando asesina a sus adversarios e invade y masacra Ucrania, el de Pedro Sánchez cuando destruye España y sus valores, el de los hermanos Castro, cuando convierten a los cubanos en esclavos malnutridos, el de Maduro, asesino de venezolanos y de la libertad, el de Daniel Ortega, repugnante dictador de Nicaragua y un largo etcétera que incluye a decenas de dirigentes de este siglo XXI sin otra ética que el poder, l corrupción y la rapiña.

Las consecuencias de la invasión de los estados y gobiernos por los bárbaros son terribles: no sólo perecen la civilización y los derechos y libertades, sino que el derrumbe se lleva consigo la paz, la convivencia, la seguridad ciudadana, la justicia, el respeto, la decencia y decenas de valores que fueron conquistados y que forman parte del alma humana avanzada.

Se enfadan cuando los demócratas llaman “criminal” al socialismo, pero no quieren admitir que el socialismo asesinó a más de 100 millones de personas en el siglo XX y que uno de sus líderes, Stalin, afirmó que “la muerte lo soluciona todo”, agregando “sin hombres no hay problemas”.

El grito demente de "Viva la Muerte" lanzado por el militar franquista Millán Astray resultó ser un anticipo del loco siglo XXI.

Francisco Rubiales

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Jueves, 19 de Septiembre 2024
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