Progre Maleni
La indignación de la sociedad ante los abusos y errores cometidos por los gestores políticos de la Caja de Castilla La Mancha (CCM), que han obligado a la intervención del Banco de España, y las marchas por la vida que inundaron las principales capitales de España en la jornada del 29 de marzo son pruebas evidentes de que existe una "reacción" defensiva de la sociedad española frente a los abusos de la "progresía" en el poder y sus ataques a viejos valores y costumbres muy arraigados en la sociedad española.
La cobarde incapacidad de la oposición política, igualmente implicada en casos de corrupción y abuso e incapaz de ofrecer una alternativa limpia y creíble a los desmanes e incapacidades de la "progresía", también empuja y anima la reacción vital de la sociedad civil española contra la ineptitud de los políticos, la corrupción y el retroceso general.
Los "progres" están jugando con fuego porque sus abusos están generando en España una poderosa reacción conservadora que amenaza con barrerlos. El mejor ejemplo de lo que está ocurriendo está en el aborto. Regulado por la ley, estaba asumido por la sociedad, pero al intentar liberalizarlo todavía más, la sociedad reacciona cuestionándolo y defendiendo el derecho a la vida frente a la cultura "del lado oscuro". Sorprendidos, los líderes progres dicen ahora que el aborto fue debatido y asumido hace más de dos décadas, sin comprender que sus abusos han llevado a los ciudadanos a cuestionar aquellas medidas del pasado.
Lo mismo está ocurriendo con la política, donde los abusos del poder están llevando a la ciudadanía a replantearse el "sistema" y a descubrir que le quieren engañar haciendoles pasar por "democracia" lo que es una vulgar oligocracia de partidos demasiados poderosos y llenos de autócratas profesionales apalancados en el poder y los privilegios.
Algo similar está ocurriendo con los valores y principios. Frente a una política permisiva en exceso, vacía y decidida a demoler lo viejo sin sustituirlo por nada nuevo, la gente está reaccionado a favor de los antiguos valores perdidos y sintiendo asco ante la televisión basura, la ostentación de los macarras, chivalos, proxenetas y putas en la pequeña pantalla y las nuevas posturas estimuladas por el poder progre, como los abusos de las minorías, el feminismo beligerante anti-macho, el vacío ético, la corrupción galopante y los privilegios desenfrenados de unos políticos que se comportan como los "nuevos amos".
La Iglesia Católica, abandonada por los jóvenes, dormina en la indolencia y desprestigiada por su colaboración con la "dictadura" franquista, está resurgiendo tras ser acosada por la progresía y vuelve a ser contemplada por muchos ciudadanos como una pieza clave de la sociedad civil, como baluarte de valores y principios que la progresía quiere erradicar y como un contrapeso imprescindible al desmedido poder del Estado. Rouco Varela debería dar gracias a Zapatero por sacar la religión y el catolicismo de la somnolencia y devolverlos a la vanguardia.
Los progres han sido imprudentes y, con sus abusos, han despertado a la España eterna, que, después de la Transición, confiada, entró en un periodo de letargo. Durante casi tres décadas, los "progres" avanzaron sin resistencia, pero, ante los abusos de Zapatero y su legión mediocre, la España de los valores ha despertado y ahora toca retirada.
El propio Felipe González, descarado pero lúcido y cargado de experiencia, reconoce en sus análisis privados que el gran error de Zapatero ha sido despertar con su imprudencia a la dormida España conservadora, una fuerza que ha demostrado demasiadas veces que es invencible.
Los conservadores tienen ahora mucho que conservar, entre otras razones porque los que hablan del progreso están domostrando que son los auténticos adalides del retroceso, patrocinadores de la pobreza y estimuladores del desempleo, de la ruina de los viejos valores y del hundimiento de la prosperidad.
El balance de los "progres", después de cinco años de poder casi absoluto del líder Zapatero, es desolador, a pesar de haber contado con los ríos de dinero generados por la etapa más próspera de la Historia de España: primeros puestos de Europa en prostitución, tráfico y consumo de drogas, alcoholismo, desempleo, avance de la pobreza, fracaso escolar, coches oficiales, población encarcelada y deterioro acelerado de la democracia y del prestigio de los políticos.
La mayor "gesta" del "zapaterismo" está a punto de culminarse: sus abusos y despropósitos están despertando a la hasta ahora adormilada España eterna, la que no se resigna frente a la decadencia, la que se alzó el 2 de mayo de 1808, la que dio a luz las generaciones culturales del 98 y del 27 y la que protagonizó, con su esfuerzo, el milagro económico español entre las últimas décadas, hasta que Zapatero empezó a arruinar la cosecha.
La fuerza de esa reacción vital desatada no parará de crecer hasta que los abusos y despropósitos hayan sido neutralizados y los protagonistas del retroceso y la corrupción, sean del color que sean, castigados.
La cobarde incapacidad de la oposición política, igualmente implicada en casos de corrupción y abuso e incapaz de ofrecer una alternativa limpia y creíble a los desmanes e incapacidades de la "progresía", también empuja y anima la reacción vital de la sociedad civil española contra la ineptitud de los políticos, la corrupción y el retroceso general.
Los "progres" están jugando con fuego porque sus abusos están generando en España una poderosa reacción conservadora que amenaza con barrerlos. El mejor ejemplo de lo que está ocurriendo está en el aborto. Regulado por la ley, estaba asumido por la sociedad, pero al intentar liberalizarlo todavía más, la sociedad reacciona cuestionándolo y defendiendo el derecho a la vida frente a la cultura "del lado oscuro". Sorprendidos, los líderes progres dicen ahora que el aborto fue debatido y asumido hace más de dos décadas, sin comprender que sus abusos han llevado a los ciudadanos a cuestionar aquellas medidas del pasado.
Lo mismo está ocurriendo con la política, donde los abusos del poder están llevando a la ciudadanía a replantearse el "sistema" y a descubrir que le quieren engañar haciendoles pasar por "democracia" lo que es una vulgar oligocracia de partidos demasiados poderosos y llenos de autócratas profesionales apalancados en el poder y los privilegios.
Algo similar está ocurriendo con los valores y principios. Frente a una política permisiva en exceso, vacía y decidida a demoler lo viejo sin sustituirlo por nada nuevo, la gente está reaccionado a favor de los antiguos valores perdidos y sintiendo asco ante la televisión basura, la ostentación de los macarras, chivalos, proxenetas y putas en la pequeña pantalla y las nuevas posturas estimuladas por el poder progre, como los abusos de las minorías, el feminismo beligerante anti-macho, el vacío ético, la corrupción galopante y los privilegios desenfrenados de unos políticos que se comportan como los "nuevos amos".
La Iglesia Católica, abandonada por los jóvenes, dormina en la indolencia y desprestigiada por su colaboración con la "dictadura" franquista, está resurgiendo tras ser acosada por la progresía y vuelve a ser contemplada por muchos ciudadanos como una pieza clave de la sociedad civil, como baluarte de valores y principios que la progresía quiere erradicar y como un contrapeso imprescindible al desmedido poder del Estado. Rouco Varela debería dar gracias a Zapatero por sacar la religión y el catolicismo de la somnolencia y devolverlos a la vanguardia.
Los progres han sido imprudentes y, con sus abusos, han despertado a la España eterna, que, después de la Transición, confiada, entró en un periodo de letargo. Durante casi tres décadas, los "progres" avanzaron sin resistencia, pero, ante los abusos de Zapatero y su legión mediocre, la España de los valores ha despertado y ahora toca retirada.
El propio Felipe González, descarado pero lúcido y cargado de experiencia, reconoce en sus análisis privados que el gran error de Zapatero ha sido despertar con su imprudencia a la dormida España conservadora, una fuerza que ha demostrado demasiadas veces que es invencible.
Los conservadores tienen ahora mucho que conservar, entre otras razones porque los que hablan del progreso están domostrando que son los auténticos adalides del retroceso, patrocinadores de la pobreza y estimuladores del desempleo, de la ruina de los viejos valores y del hundimiento de la prosperidad.
El balance de los "progres", después de cinco años de poder casi absoluto del líder Zapatero, es desolador, a pesar de haber contado con los ríos de dinero generados por la etapa más próspera de la Historia de España: primeros puestos de Europa en prostitución, tráfico y consumo de drogas, alcoholismo, desempleo, avance de la pobreza, fracaso escolar, coches oficiales, población encarcelada y deterioro acelerado de la democracia y del prestigio de los políticos.
La mayor "gesta" del "zapaterismo" está a punto de culminarse: sus abusos y despropósitos están despertando a la hasta ahora adormilada España eterna, la que no se resigna frente a la decadencia, la que se alzó el 2 de mayo de 1808, la que dio a luz las generaciones culturales del 98 y del 27 y la que protagonizó, con su esfuerzo, el milagro económico español entre las últimas décadas, hasta que Zapatero empezó a arruinar la cosecha.
La fuerza de esa reacción vital desatada no parará de crecer hasta que los abusos y despropósitos hayan sido neutralizados y los protagonistas del retroceso y la corrupción, sean del color que sean, castigados.