La presidenta de la Junta de Andalucía, la socialista Susana Díaz, acaba de convocar nuevas elecciones autonómicas para el 22 de marzo, anteponiendo sus propios intereses y los de la casta socialista, gobernante en Andalucía desde hace mas de tres décadas, al interés general de un pueblo que vive marginado de la política, empobrecido y sometido a abusos y privaciones como los impuestos mas desproporcionados de Europa y un durísimo recorte en la calidad de servicios básicos como la protección de los débiles, la educación y la sanidad.
Utilizar el poder democrático para el propio beneficio es una de las peores herejias imaginables en política, un abuso que sólo se explica porque los socialistas andaluces, al llevar mas de tres décadas ininterrumpidas embotándose, insensibilizándose y corrompiéndose en el poder, se han alejado de la decencia, de la democracia y de la misma ciudadanía.
La innecesaria convocatoria de elecciones anticipadas en la poblada región española de Andalucía es una decisión costosa e inmoral de la presidenta Susana Díaz, adoptada no por el bien de los andaluces, sino solo para que ella conquiste mas cuotas de poder. El comportamiento de Susana Díaz se merece el desprecio y el castigo del pueblo y es el que ha llevado al socialismo europeo hasta el actual declive profundo, despreciado por los ciudadanos.
Todavía mas triste y revelador de la baja calidad democrática del socialismo andaluz es otra argucia reciente de la presidenta andaluza, manchada de la suciedad y del caciquismo típicos de la "casta". Se trata de haber protegido como aforados, manteniéndolos como diputados y preservándolos de la acción de la Justicia, a varios dirigentes de su partido implicados en corrupción y perseguidos por los tribunales, un comportamiento sucio, impropio de una dirigente democrática y menos aun de una socialista que proclamó a bombo y platillo la mentira de que sería implacable e inflexible con los corruptos.
Las elecciones andaluzas del 22 de marzo no tienen justificación alguna desde el punto de vista de la democracia y la decencia. Los adelantos electorales solo se justifican en democracia cuando las mayorías que gobiernan se deshacen o cuando los partidos gobernantes tienen dificultades para mantener los apoyos parlamentarios, pero jamás deben convocarse para reforzar el poder de un partido o de un dirigente.
Esa jugada, sucia y miserable, podría costarle cara al socialismo andaluz si el pueblo soberano andaluz tomara conciencia de la escasa calidad moral y democrática de los que rigen sus destinos en política y decidiera no votarlos.
Utilizar el poder democrático para el propio beneficio es una de las peores herejias imaginables en política, un abuso que sólo se explica porque los socialistas andaluces, al llevar mas de tres décadas ininterrumpidas embotándose, insensibilizándose y corrompiéndose en el poder, se han alejado de la decencia, de la democracia y de la misma ciudadanía.
La innecesaria convocatoria de elecciones anticipadas en la poblada región española de Andalucía es una decisión costosa e inmoral de la presidenta Susana Díaz, adoptada no por el bien de los andaluces, sino solo para que ella conquiste mas cuotas de poder. El comportamiento de Susana Díaz se merece el desprecio y el castigo del pueblo y es el que ha llevado al socialismo europeo hasta el actual declive profundo, despreciado por los ciudadanos.
Todavía mas triste y revelador de la baja calidad democrática del socialismo andaluz es otra argucia reciente de la presidenta andaluza, manchada de la suciedad y del caciquismo típicos de la "casta". Se trata de haber protegido como aforados, manteniéndolos como diputados y preservándolos de la acción de la Justicia, a varios dirigentes de su partido implicados en corrupción y perseguidos por los tribunales, un comportamiento sucio, impropio de una dirigente democrática y menos aun de una socialista que proclamó a bombo y platillo la mentira de que sería implacable e inflexible con los corruptos.
Las elecciones andaluzas del 22 de marzo no tienen justificación alguna desde el punto de vista de la democracia y la decencia. Los adelantos electorales solo se justifican en democracia cuando las mayorías que gobiernan se deshacen o cuando los partidos gobernantes tienen dificultades para mantener los apoyos parlamentarios, pero jamás deben convocarse para reforzar el poder de un partido o de un dirigente.
Esa jugada, sucia y miserable, podría costarle cara al socialismo andaluz si el pueblo soberano andaluz tomara conciencia de la escasa calidad moral y democrática de los que rigen sus destinos en política y decidiera no votarlos.