Imagen cedida por www.lakodorniz.com
Las caretas caen y la hipocresía queda desenmascarada. ¡Dios mio, políticos que fabrican tensión en lugar de servir al pueblo! ¿Qué es esto? ¿Hasta cuando Catilina seguirás abusando de nuestra paciencia? Los españoles que conservan la independencia y la cordura, no demasiados porque el resto son "hooligans descerebrados" que votarían a su líder incluso si lo detuvieran robando en un supermercado, están asqueados ante el espectáculo de una casta política que es capaz de cualquier cosa con tal de ganar en las próximas elecciones, lo que significaría suguir disfrutando como millonarios del dinero público y de los privilegios del poder. El streeptees" de los políticos es repugnante. Uno sólo percibe tejido necrosado. Los micrófonos abiertos de Cuatro le han jugado una mala pasada a Zapatero. "Lo que pasa es que yo creo que nos conviene que haya tensión". Y la promesa espeluznante de que a partir del lunes habrá más dramatismo en la campaña. La otra escena no es menos esperpéntica: el ministro de Justicia, histérico, busca al que filtró lo que costó la innecesaria y opulenta remodelación de su piso céntrico de Madrid. Mientras, desde Extremadura, la exministra Trujillo, antigua inquilina del piso, afirma que era una vivienda digna y sugiere que Bermejo pague los gastos de su propio bolsillo.
Cualquier observador extranjero, ante el espectáculo, afirmaría que la política española está en crisis, que la campaña electoral del año 2008 es un bodrio pocilguero sin dignidad democrática alguna y que el PSOE, que es el que sale peor parado en esta democracia de cantimpalo, perderá las elecciones.
Pero no es así. No ocurrirá nada porque España también está ya podrida. Los políticos han tenido tiempo suficiente para infectar a los ciudadanos y a la sociedad con sus virus antidemocráticos y antiéticos. Los rojos seguirán votando rojo porque lo de ellos no es la reflexión ni el discernimiento, sino la esclavitud mental voluntaria y fanatizada. Los azules se relamerán de gusto porque ven el poder cercano. Pero nadie llorará por una democracia que en esta precampaña está demostrando que es un cadaver más putrefacto de lo que sospechábamos.
Sin ética no hay política y sin verdad no hay democracia. Nuestos dirigentes, por desgracia, padecen un terrible déficit de ambos valores. El engaño, la mentira y la utilización de los ciudadanos para moldearlos en el laboratorio del poder, sin respeto, sin dignidad, exhibiendo una hipocresía obscena y deprimente.
Según el PP, "la gran careta del talante se ha caído. Detrás de la máscara del talante, lo que se escondía es un intento deliberado de generar tensión entre los españoles". Gabilondo, ejemplo señero de lo que no debe ser un periodista en democracia, capaz de utilizar el lanzagranadas cuando entrevista a Rajoy y el manoseo sumiso cuando entrevista a Zapatero, le ha hecho sin querer parte de la campaña a sus odiados enemigos del PP. Gracias a él, Zapatero ha bajado tres peldaños más hacia la pocilga. Y quedan ya pocos escalones para llegar hasta el cieno.
Cualquier observador extranjero, ante el espectáculo, afirmaría que la política española está en crisis, que la campaña electoral del año 2008 es un bodrio pocilguero sin dignidad democrática alguna y que el PSOE, que es el que sale peor parado en esta democracia de cantimpalo, perderá las elecciones.
Pero no es así. No ocurrirá nada porque España también está ya podrida. Los políticos han tenido tiempo suficiente para infectar a los ciudadanos y a la sociedad con sus virus antidemocráticos y antiéticos. Los rojos seguirán votando rojo porque lo de ellos no es la reflexión ni el discernimiento, sino la esclavitud mental voluntaria y fanatizada. Los azules se relamerán de gusto porque ven el poder cercano. Pero nadie llorará por una democracia que en esta precampaña está demostrando que es un cadaver más putrefacto de lo que sospechábamos.
Sin ética no hay política y sin verdad no hay democracia. Nuestos dirigentes, por desgracia, padecen un terrible déficit de ambos valores. El engaño, la mentira y la utilización de los ciudadanos para moldearlos en el laboratorio del poder, sin respeto, sin dignidad, exhibiendo una hipocresía obscena y deprimente.
Según el PP, "la gran careta del talante se ha caído. Detrás de la máscara del talante, lo que se escondía es un intento deliberado de generar tensión entre los españoles". Gabilondo, ejemplo señero de lo que no debe ser un periodista en democracia, capaz de utilizar el lanzagranadas cuando entrevista a Rajoy y el manoseo sumiso cuando entrevista a Zapatero, le ha hecho sin querer parte de la campaña a sus odiados enemigos del PP. Gracias a él, Zapatero ha bajado tres peldaños más hacia la pocilga. Y quedan ya pocos escalones para llegar hasta el cieno.