Información y Opinión

El "voto de la rabia" irrumpe en los procesos electorales



Austria e Italia celebran hoy elecciones que van a ser claves para sus respectivos países, que pueden acelerar la ruina de Europa y que servirán, al mismo tiempo, para ver hasta qué punto la derecha no domesticada, el populismo o ambas cosas a la vez siguen avanzando. En pocos meses se han dado pasos inimaginables hacia la caída de un mundo viejo que sólo beneficia a los políticos y que una masa creciente de ciudadanos rechazan, primero con el triunfo del Brexit en Gran Bretaña y después con el sorprendente triunfo de Donald Trump. La desconfianza de los ciudadanos en los políticos y sus amigos y el rechazo al poder van a propiciar muchos cambios en el panorama político. Uno de ellos será el descenso de los votos en blanco y las abstenciones ante el empuje del voto de la rabia y la venganza, pero el más importante será el rechazo frontal de los ciudadanos a los viejos partidos y políticos que han construido el mundo presente, desigual, arbitrario, voraz en el cobro de impuestos y con gobiernos que ignoran a sus ciudadanos.

La sorprendente victoria de Donald Trump contra el establishmen todopoderoso, el rechazo a los tratados comerciales Europa-Canadá por el parlamento de Valonia, el rechazo de la paz con la guerrilla en el referéndum de Colombia y la reciente derrota de Sarkozy en las primarias de su partido republicano, en Francia, son manifestaciones de ese voto de venganza que está irrumpiendo en la política de manera imparable.
---



La gente está tan cabreada e indignada ante los fracasos de los políticos (impuestos elevados, lujos y privilegios para ellos, injusticia generalizada, desamparo de los débiles, desigualdad, guerras no declaradas, terrorismo utilizado como arma del miedo, caída de los valores y un largo etcétera de miserias y errores causados por la política vigente) que está optando por votar en contra del poder establecido y del oficialismo en todas y cada una de las citas electorales.

Las sorpresas van a inundar los procesos electorales, que difícilmente van a ganar los favoritos. La gente más limpia, decente y democrática, cansada de soportar la suciedad política y la injusticia reinantes, va a votar siempre en contra de lo que le propongan los políticos, con la intención clara de castigarlos en las urnas. Los ciudadanos son conscientes de que el voto es el único poder que les han dejado y van a emplearlo con toda intensidad y rabia. Los votos en blanco y las abstenciones van a reducirse de manera drástica ante el empuje del voto de la rabia y la venganza.

Las empresas de metroscopia van a tener que inventar algoritmos correctores mucho más eficaces que los actuales, que sean capaces de interpretar la inmensa corriente de ciudadanos que mentirán cuando sean consultados.

Los ciudadanos no se fían de los políticos, pero tampoco de su corte de servidores, sobre todo de periodistas y encuestadores. A los periodistas les está abandonando y despreciando, situando a los medios en la ruina, mantenidos cada día más con fondos públicos, mientras que a los entrevistadores les engañarán intencionadamente.

El mundo político está cambiando a ritmo de vértigo porque los ciudadanos han decidido recuperar el poder que los políticos le han arrebatado, marginándolos de los procesos de toma de decisiones y expulsándolos de la sociedad civil y de los ámbitos de influencia. La prensa cada día está más al servicio de los poderosos, que la subvencionan, que de los ciudadanos, que se sienten engañados y abandonados por unos medios de comunicación que, en democracia, tiene el deber de proporcionarles análisis e informaciones veraces y críticas con el poder.

Pero la esencia de la venganza del pueblo se orienta contra la clase política, a la que acusa, con razón, de haber traicionado la democracia y construido un mundo indecente e injusto, al margen de los valores y de la ciudadanía, un mundo que sólo beneficia a los políticos y a sus aliados.

Como reacción digna ante ese abuso de poder, los ciudadanos van a utilizar el poder del voto para demostrar que están indignados y cabreados, que prefieren una dictadura eficaz y decente a una democracia trucada y controlada por partidos políticos infiltrados por mafiosos, corruptos e ineptos.

El ciudadano se siente explotado y mal gobernado por una clase política que se ha llenado de arrogancia y que se ha alejado de manera suicida de los valores democráticos, de la ética, de la defensa del bien común y del concepto de "servicio".

La lucha del ciudadano contra el político será la espina dorsal del siglo XXI.

Francisco Rubiales


- -
Domingo, 4 de Diciembre 2016
Artículo leído 1229 veces

También en esta sección: