Equipos de hackers al servicio de Podemos están intentando borrar en Internet los vídeos comprometedores de Pablo Iglesias y de otros dirigentes de Podemos, sobre todo aquellos en los que alaban el marxismo y el régimen venezolano. Pero Podemos tiene también centros de pensamiento e ideas (think tanks) donde se crean análisis y argumentos que benefician al partido, se inventan mentiras, se elaboran tesis y se expanden rumores. Además, cuentan con equipos de economistas al servicio de las finanzas del partido, con periodistas comprados, con acuerdos publicitarios con medios de comunicación, con comandos de infiltración y con expertos en analizar los fallos del enemigo y aprovechar sus errores para hacerlos picadillo ante la opinión pública.
Es cierto que todas esas miserables "armas" de poder, influencia y destrucción del adversario las tienen otros partidos políticos españoles, pero Podemos ha construido esa maquinaria infernal en un tiempo record, a una velocidad endiablada. Todos los vicios de la partitocracia más rancia están siendo calcados por Podemos con insólita eficacia. Están perdiendo la virginidad, la frescura popular, el espíritu asambleario heredado del 15M y el romanticismo de sus inicios a pasos agigantados y cada día se parecen más al PP, al PSOE y a los nacionalismos rancios catalán, vasco y gallego.
En lo que están demostrando mayor pericia es en la utilización de los recursos mediáticos. Ya cuentan con periodistas comprados, bien colocados en tertulias y foros, con articulistas con espacios en medios de gran difusión, con acuerdos empresariales publicitarios y con el apoyo pactado de cadenas y grupos mediáticos, a los que, como hacen el PSOE y el PP, alimentan con ayudas y contratos publicitarios en los ayuntamientos y gobiernos que controlan.
Son ya casi más casta que la misma casta y están reproduciendo todos los vicios que los demás tardaron décadas en madurar. Contratan ya a familiares y amigos para ocupar cargos públicos bien pagados y practican el nepotismo con un desparpajo desolador, otorgan subvenciones a los suyos y están adquiriendo gran pericia a la hora de marginar a los que les hostigan y piensan diferente.
En el plano interno, están liquidando con rapidez el poder de las antiguas asambleas, la espontaneidad y la fuerza de lo transversal. Cada día son mas organizaciones verticales, al estilo de las soviéticas, practicantes del centralismo democrático y defensoras del implacable poder del partido. El criterio de un dirigente vale ya cien o mil veces más que el de un militante, como ocurre en el PP o el PSOE. Aquel espíritu espontaneo y participativo del 15M es ya poco más que un recuerdo y ha sido sustituido por un verticalismo de hierro, quizás superior al que posee el PP, que también elige "a dedo" los que entran en las listas electorales y los que jamás entrarán porque han demostrado ser librepensadores o críticos.
Son ya un partido viejo, cuando ni siquiera tienen dos años de vida. Se parecen tanto a la vieja casta que que decían odiar que la han superado ya en muchos rasgos y aspectos. Son arrogantes y hablan en público, con demasiada insistencia y con decepcionante obsesión, del poder, de ocupar vicepresidencias y de gobernar.
Utilizan el dinero público como si fuera propio y emplean para justificar sus desmanes que ellos son el pueblo. Cobran sueldos que, poco a poco, en silencio, se incrementan y hasta pasan al erario los gastos de gomina y peluquería, como hacen el alcalde de Zaragoza y otros muchos.
Tienen hasta la imprudencia propia de los viejos cuadros de los antiguos partidos porque ni siquiera disimulan sus vicios y abusos. Es como si creyeran que ellos, por ser una emanación del mismo pueblo, no tuvieran que someterse a las rígidas normas de la democracia y no estuvieran obligados a ser ni austeros, ni cuidadosos, ni legales.
Los españoles están perdiendo aquella sensación inicial de que eran diferentes. Podemos se está convirtiendo en un caso de envejecimiento político precoz, digno de ser estudiado con detalle en las escuelas y universidades de todo el mundo dedicadas al estudio y análisis del poder.
Francisco Rubiales
Es cierto que todas esas miserables "armas" de poder, influencia y destrucción del adversario las tienen otros partidos políticos españoles, pero Podemos ha construido esa maquinaria infernal en un tiempo record, a una velocidad endiablada. Todos los vicios de la partitocracia más rancia están siendo calcados por Podemos con insólita eficacia. Están perdiendo la virginidad, la frescura popular, el espíritu asambleario heredado del 15M y el romanticismo de sus inicios a pasos agigantados y cada día se parecen más al PP, al PSOE y a los nacionalismos rancios catalán, vasco y gallego.
En lo que están demostrando mayor pericia es en la utilización de los recursos mediáticos. Ya cuentan con periodistas comprados, bien colocados en tertulias y foros, con articulistas con espacios en medios de gran difusión, con acuerdos empresariales publicitarios y con el apoyo pactado de cadenas y grupos mediáticos, a los que, como hacen el PSOE y el PP, alimentan con ayudas y contratos publicitarios en los ayuntamientos y gobiernos que controlan.
Son ya casi más casta que la misma casta y están reproduciendo todos los vicios que los demás tardaron décadas en madurar. Contratan ya a familiares y amigos para ocupar cargos públicos bien pagados y practican el nepotismo con un desparpajo desolador, otorgan subvenciones a los suyos y están adquiriendo gran pericia a la hora de marginar a los que les hostigan y piensan diferente.
En el plano interno, están liquidando con rapidez el poder de las antiguas asambleas, la espontaneidad y la fuerza de lo transversal. Cada día son mas organizaciones verticales, al estilo de las soviéticas, practicantes del centralismo democrático y defensoras del implacable poder del partido. El criterio de un dirigente vale ya cien o mil veces más que el de un militante, como ocurre en el PP o el PSOE. Aquel espíritu espontaneo y participativo del 15M es ya poco más que un recuerdo y ha sido sustituido por un verticalismo de hierro, quizás superior al que posee el PP, que también elige "a dedo" los que entran en las listas electorales y los que jamás entrarán porque han demostrado ser librepensadores o críticos.
Son ya un partido viejo, cuando ni siquiera tienen dos años de vida. Se parecen tanto a la vieja casta que que decían odiar que la han superado ya en muchos rasgos y aspectos. Son arrogantes y hablan en público, con demasiada insistencia y con decepcionante obsesión, del poder, de ocupar vicepresidencias y de gobernar.
Utilizan el dinero público como si fuera propio y emplean para justificar sus desmanes que ellos son el pueblo. Cobran sueldos que, poco a poco, en silencio, se incrementan y hasta pasan al erario los gastos de gomina y peluquería, como hacen el alcalde de Zaragoza y otros muchos.
Tienen hasta la imprudencia propia de los viejos cuadros de los antiguos partidos porque ni siquiera disimulan sus vicios y abusos. Es como si creyeran que ellos, por ser una emanación del mismo pueblo, no tuvieran que someterse a las rígidas normas de la democracia y no estuvieran obligados a ser ni austeros, ni cuidadosos, ni legales.
Los españoles están perdiendo aquella sensación inicial de que eran diferentes. Podemos se está convirtiendo en un caso de envejecimiento político precoz, digno de ser estudiado con detalle en las escuelas y universidades de todo el mundo dedicadas al estudio y análisis del poder.
Francisco Rubiales