Hace justo 20 años que empecé a utilizar la bandera de España en mi solapa y tengo unos pasadores con la bandera que me pongo en las grandes ocasiones. Además, tengo una corbata con rayas rojas y amarillas que mis amigos, para mortificarme, dicen que es "la bandera catalana".
Agradezco a la derecha que por fin se haya atrevido a recomendar el uso de los símbolos patrios. Han tardado demasiado y me he sentido muy solo asistiendo a cócteles y cenas con la banderita española en la solapa. A mi me hubiera gustado que hubiera sido la izquierda la primera en abrazar esos símbolos, pero la izquierda está tan deteriorada que ya sólo piensa en el poder.
Los imbéciles pensaban que era un signo "facha" y algunos hasta se atrevían a decirlo. Yo siempre les respondía: "He vivido en Estados Unidos, México y otros países y he aprendido allí a sentir orgullo por mis símbolos patrios". Si era amigo le agregaba: "Tu, como eres un cateto que no has salido de España, no sabes que los demócratas de muchos países suelen sentir orgullo ante su bandera".
Una noche, en una cena que celebrábamos dentro de un foro de debate, en Sevilla, coincidí en la misma mesa con el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, y el hombre no dejaba de mirar mis pasadores con la bandera española. Cada vez que miraba adoptaba una expresión extraña, no se si de asco o de rabia.
Otra noche, también en la cena de un foro, esta vez en Cádiz, coincidí en la mesa con Javier Arenas. Miró la bandera de mi solapa y dijo: "¿Cómo llevas eso? Le respondí: "Tu también deberías llevarla". Respondió "Es cierto".
Cuento todo esto porque lucir mi bandera durante 20 años sin tener una gota de sangre facha en las venas ha sido todo un calvario y porque veo ahora con satisfacción que nuestros políticos empiezan a cambiar y a valorar los símbolos.
En junio de 2007 publique en este mismo blog un artículo en el que defendía la tesis de que el partido que defendiera los símbolos ganaría las próximas elecciones. Creo que es interesante releerlo.
El próximo día 12 de octubre saldré a la calle con mi banderita de españa, por cierto, ya un poco deteriorada y con el metal medio oxidado por los años. ¡Ojalá no olvide cambiarla por una más grande y reluciente!.
Agradezco a la derecha que por fin se haya atrevido a recomendar el uso de los símbolos patrios. Han tardado demasiado y me he sentido muy solo asistiendo a cócteles y cenas con la banderita española en la solapa. A mi me hubiera gustado que hubiera sido la izquierda la primera en abrazar esos símbolos, pero la izquierda está tan deteriorada que ya sólo piensa en el poder.
Los imbéciles pensaban que era un signo "facha" y algunos hasta se atrevían a decirlo. Yo siempre les respondía: "He vivido en Estados Unidos, México y otros países y he aprendido allí a sentir orgullo por mis símbolos patrios". Si era amigo le agregaba: "Tu, como eres un cateto que no has salido de España, no sabes que los demócratas de muchos países suelen sentir orgullo ante su bandera".
Una noche, en una cena que celebrábamos dentro de un foro de debate, en Sevilla, coincidí en la misma mesa con el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, y el hombre no dejaba de mirar mis pasadores con la bandera española. Cada vez que miraba adoptaba una expresión extraña, no se si de asco o de rabia.
Otra noche, también en la cena de un foro, esta vez en Cádiz, coincidí en la mesa con Javier Arenas. Miró la bandera de mi solapa y dijo: "¿Cómo llevas eso? Le respondí: "Tu también deberías llevarla". Respondió "Es cierto".
Cuento todo esto porque lucir mi bandera durante 20 años sin tener una gota de sangre facha en las venas ha sido todo un calvario y porque veo ahora con satisfacción que nuestros políticos empiezan a cambiar y a valorar los símbolos.
En junio de 2007 publique en este mismo blog un artículo en el que defendía la tesis de que el partido que defendiera los símbolos ganaría las próximas elecciones. Creo que es interesante releerlo.
El próximo día 12 de octubre saldré a la calle con mi banderita de españa, por cierto, ya un poco deteriorada y con el metal medio oxidado por los años. ¡Ojalá no olvide cambiarla por una más grande y reluciente!.