Información y Opinión

El terrible error del 'café para todos'





A casi treinta años de distancia de aquella decisión del gobierno español de Adolfo Suárez, de sustituir el agotado régimen del general Franco con un Estado descentralizado, diseñado con gobiernos regionales enormemente poderosos y autónomos, aquel "café para todos", se revela hoy como uno de los mayores errores políticos y estratégicos de la historia de España.

Diseñado así para contentar a los nacionalistas, el Estado español de las Autonomías es hoy el sistema de gobierno más costoso de Europa, tan caro que resta al país entre un uno y un uno y medio por ciento del PIB anual, creando, además, unas elites políticas regionales insaciables, cuyo poder no ha cesado de crecer en las últimas décadas y que ya no tiene nada que envidiar al poder del gobierno central.

Esas élites regionales han conquistado el poder político como si se tratara de un botín, han incrementado sin cesar su acumulación de poder, su burocracia, sus presupuestos, sus infraestructuras, sus privilegios y boato, hasta el punto de haberse convertido en el sistema político más costoso y ostentoso de Europa. En la práctica, España sustituyó un gobierno centralizado por veinte, el central, más los diecisiete autonómicos, más los de las ciudades autonomas de Ceuta y Melilla, una opción que quizás era inviable.

Si al menos aquel sistema hubiera funcionado, pero, treinta años después, es evidente su fracaso general. Cada día más alejado de los ciudadanos, desprestigiado, sin gozar de la confianza y el cariño de los gobernados, el sistema padece un envejecimiento precoz que sólo se explica desde el fracaso masivo de una clase política tan arrogante como ineficiente.

Quizás la causa principal del colapso de la "democracia" española esté en que tanto los partidos políticos como los nacionalismos han demostrado ser insaciables. Los partidos no han cesado de acumular poder y privilegios, de incrementar su intervencionismo, de invadir espacios que les estaban vedados en democracia y de divorciarse de la ciudadanía y de la sociedad civil, mientras que los nacionalismos, a pesar de gozar de la autonomía más rica y avanzada entre las democracias del mundo, son cada día más insolidarios, han adquirido la costumbre de apuñalar al Estado por la españolda y sueñan ya con la autodeterminación y la independencia.

Esa insaciable vorágine autonomista ha dejado consciente y premeditadamente
sin fondos a los ayuntamientos (la administración más cercana del ciudadano) y
ha propiciado escándalos como el de Marbella que, por desgracia, no es el único
sino el botón de muestra mediático del día a día de cualquier gestión
municipal en este país mal diseñado.

Franky  
Viernes, 21 de Julio 2006
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