El único talón de Aquiles del sistema político español está en las urnas, donde una lluvia de votos que favorezcan a otro partido puede desplazar del poder a los grandes partidos y condenarlos a la ruina, ya que una vez derrotados, cuando se levanten las alfombras y aparezcan sus miserias y suciedades, jamás volverían a levantar cabeza.
El blindaje del sistema que controlan al unísono PSOE, PP, IU y los nacionalistas catalanes y vascos es enormemente eficaz. Puede soportar cualquier ataque o calamidad, incluyendo las encuestas que señalan a los partidos como el segundo mayor problema del país, la desconfianza de casi el 80 por ciento de la ciudadanía y el desprecio de millones de ciudadanos. Los partidos y sus políticos profesionales se sienten seguros tras los escudos y balas de goma de la policía, protegido por jueces complacientes y periodistas domesticados. Tienen claro que el verdadero enemigo es el pueblo, pero creen que el pueblo está bajo control, lo suficientemente envilecido para que no genere talento y lo bastante dividido para que no represente riesgo alguno. Están preparados para soportar una abstención electoral masiva, de más del 50 por ciento sin que ocurra nada y manifestaciones callejeras de millones de ciudadanos. Están preparados, sobre todo, para combatir la violencia en las calles, utilizando la fuerza de su policía y desacreditando a los violentos desde su control mediático.
Sin embargo, están indefensos ante el éxito de un partido político nuevo y distinto o de una agrupación ciudadana que sea realmente democrática, preparada para derrotarlos en las urnas, aprovechando el voto, que es quizás el último resquicio de poder y libertad que conserva el ciudadano.
Este es el análisis que comparten cientos de miles de españoles deseosos de cambiar las cosas y poner las bases a un mundo mejor y mas justo, entre los que se incluyen los miles de activistas que tomaron las calles inútilmente durante la explosión del 15 M, protagonistas entonces de un movimiento de rechazo a "la casta" y de protesta ante la injusticia al que se han ido incorporando decenas de miles de ciudadanos inquietos, pensantes y gente decidida a luchar contra la corrupción y el abuso de poder de los grandes partidos políticos. Por ahora esa masa de "protestantes" está dividida y fragmentada en miles de ciudadanos aislados y en miles de asambleas, agrupaciones y movimientos ciudadanos, pero se están uniendo y creen que si logran constituir una candidatura unitaria, pueden cambiar el mundo tras arrebatar el poder a los que han corrompido, debilitado y transformado España en una pocilga injusta y maloliente, sin valores, sin prestigio y sin grandeza.
Y en eso están. Se reunieron el pasado 14 de diciembre, en Madrid, y dieron un paso de gigante hacia la unidad, desenmascarando los intentos de infiltración y control por parte de los partidos políticos, sobre todo de Izquierda Unida, y acordando iniciar un proceso de unidad indetenible y orientado a dar la batalla en las urnas, ya que el "régimen" solo puede ser derrotado con votos, nunca con una violencia que el Estado posee en cantidades casi infinitas.
El próximo 11 de enero se reúnen de nuevo en Madrid, esta vez para avanzar y crear ya órganos de coordinación que permitan producir ideas y generar organización y suma eficiente.
Hay muchos observadores y gente decente mirándolos con esperanza, pues quizás sea esa la única oportunidad que tiene España de iniciar la limpieza y la regeneración, jubilando de una vez a esos políticos nefastos que han convertido el país en uno de los grandes focos mundiales de corrupción y abuso de poder.
El blindaje del sistema que controlan al unísono PSOE, PP, IU y los nacionalistas catalanes y vascos es enormemente eficaz. Puede soportar cualquier ataque o calamidad, incluyendo las encuestas que señalan a los partidos como el segundo mayor problema del país, la desconfianza de casi el 80 por ciento de la ciudadanía y el desprecio de millones de ciudadanos. Los partidos y sus políticos profesionales se sienten seguros tras los escudos y balas de goma de la policía, protegido por jueces complacientes y periodistas domesticados. Tienen claro que el verdadero enemigo es el pueblo, pero creen que el pueblo está bajo control, lo suficientemente envilecido para que no genere talento y lo bastante dividido para que no represente riesgo alguno. Están preparados para soportar una abstención electoral masiva, de más del 50 por ciento sin que ocurra nada y manifestaciones callejeras de millones de ciudadanos. Están preparados, sobre todo, para combatir la violencia en las calles, utilizando la fuerza de su policía y desacreditando a los violentos desde su control mediático.
Sin embargo, están indefensos ante el éxito de un partido político nuevo y distinto o de una agrupación ciudadana que sea realmente democrática, preparada para derrotarlos en las urnas, aprovechando el voto, que es quizás el último resquicio de poder y libertad que conserva el ciudadano.
Este es el análisis que comparten cientos de miles de españoles deseosos de cambiar las cosas y poner las bases a un mundo mejor y mas justo, entre los que se incluyen los miles de activistas que tomaron las calles inútilmente durante la explosión del 15 M, protagonistas entonces de un movimiento de rechazo a "la casta" y de protesta ante la injusticia al que se han ido incorporando decenas de miles de ciudadanos inquietos, pensantes y gente decidida a luchar contra la corrupción y el abuso de poder de los grandes partidos políticos. Por ahora esa masa de "protestantes" está dividida y fragmentada en miles de ciudadanos aislados y en miles de asambleas, agrupaciones y movimientos ciudadanos, pero se están uniendo y creen que si logran constituir una candidatura unitaria, pueden cambiar el mundo tras arrebatar el poder a los que han corrompido, debilitado y transformado España en una pocilga injusta y maloliente, sin valores, sin prestigio y sin grandeza.
Y en eso están. Se reunieron el pasado 14 de diciembre, en Madrid, y dieron un paso de gigante hacia la unidad, desenmascarando los intentos de infiltración y control por parte de los partidos políticos, sobre todo de Izquierda Unida, y acordando iniciar un proceso de unidad indetenible y orientado a dar la batalla en las urnas, ya que el "régimen" solo puede ser derrotado con votos, nunca con una violencia que el Estado posee en cantidades casi infinitas.
El próximo 11 de enero se reúnen de nuevo en Madrid, esta vez para avanzar y crear ya órganos de coordinación que permitan producir ideas y generar organización y suma eficiente.
Hay muchos observadores y gente decente mirándolos con esperanza, pues quizás sea esa la única oportunidad que tiene España de iniciar la limpieza y la regeneración, jubilando de una vez a esos políticos nefastos que han convertido el país en uno de los grandes focos mundiales de corrupción y abuso de poder.