Los peores moderadores de un debate electoral televisado. Cobardes e incapaces de poner orden y controlar la mala educación de Pedro Sánchez.
Voto en Blanco, en su artículo de ayer, ya anticipaba lo que podía ocurrir y ocurrió cuando decía: "Esta noche es muy probable que gane Feijóo por dos razones: la primera porque acabar con Sánchez es más que una tendencia una necesidad de la nación, que no podría resistir cuatro años más con ese mentiroso sin ética al frente; la segunda es porque el mal suele destruirse a si mismo y esta noche, en algún momento del debate, a Sánchez, que es un experto en disimular y ocultar sus miserias, se le escapará la maldad por sus ojos o por su boca y el pueblo se reafirmará en la tesis de que hay que mandarlo al paro, aunque su oponente no sea todo lo solvente e ilusionante que España necesita.
El oponente Feijóo sorprendió justo porque fue lo contrario que Sánchez, un tipo sereno, calmado, con perfil de presidente, educado, moderado y con sus nervios bajo control en cada momento.
Feijóo quiso exponer su programa, pero Sánchez, que, como todos los tiranos, le tiene pánico a las ideas, sobre todo a las de sus adversarios, intentó impedir que el candidato de la derecha fuera escuchado. Por su parte, en lugar de exponer su programa, el fundador del sanchismo siguió descalificando al adversario y recurrió de nuevo al único argumento que repite una y otra vez: la demonización de VOX, otra falsedad acuñada en las sucias factorías de la Moncloa.
Sin la menor duda, Feijóo ganó el debate y Sánchez se suicidó ante la audiencia, mostrando su verdadera naturaleza de depredador golfo.
Sólo los moderadores mostraron un perfil todavía peor que el de Sánchez. Él fue un cobarde y a ella se le veía el sufrimiento y su deseo de intervenir en el debate para ayudar a su ídolo Sánchez, que se hundía en sus errores y en su arrogancia pendenciera. Uno y otro fueron la viva imagen del actual periodismo español: sometido al poder e incapaz de defender la verdad frente a la mentira y al pueblo frente a sus verdugos. Todo un desastre de profesión periodística, derrotada y fracasada.
Decíamos ayer en las redes sociales que "el mal termina destruyéndose a si mismo" y eso es lo que ocurrió anoche. Sánchez, sorprendido por un Feijóo robusto y al ataque, sereno y sólido, perdió los papeles y sacó su verdadera naturaleza de chulo pendenciero, arrogante, incivilizado y sin respeto, consiguiendo que el grueso de la audiencia se pusiera del lado del gallego.
Noche memorable que será recordada como la del naufragio del peor presidente que ha tenido España en siglos, un tipo que merecía lo que le ocurrió porque, volvemos a decirlo, el mal siempre termina auto destruyéndose y, como dicen los policías, "el criminal nunca gana".
Francisco Rubiales
El oponente Feijóo sorprendió justo porque fue lo contrario que Sánchez, un tipo sereno, calmado, con perfil de presidente, educado, moderado y con sus nervios bajo control en cada momento.
Feijóo quiso exponer su programa, pero Sánchez, que, como todos los tiranos, le tiene pánico a las ideas, sobre todo a las de sus adversarios, intentó impedir que el candidato de la derecha fuera escuchado. Por su parte, en lugar de exponer su programa, el fundador del sanchismo siguió descalificando al adversario y recurrió de nuevo al único argumento que repite una y otra vez: la demonización de VOX, otra falsedad acuñada en las sucias factorías de la Moncloa.
Sin la menor duda, Feijóo ganó el debate y Sánchez se suicidó ante la audiencia, mostrando su verdadera naturaleza de depredador golfo.
Sólo los moderadores mostraron un perfil todavía peor que el de Sánchez. Él fue un cobarde y a ella se le veía el sufrimiento y su deseo de intervenir en el debate para ayudar a su ídolo Sánchez, que se hundía en sus errores y en su arrogancia pendenciera. Uno y otro fueron la viva imagen del actual periodismo español: sometido al poder e incapaz de defender la verdad frente a la mentira y al pueblo frente a sus verdugos. Todo un desastre de profesión periodística, derrotada y fracasada.
Decíamos ayer en las redes sociales que "el mal termina destruyéndose a si mismo" y eso es lo que ocurrió anoche. Sánchez, sorprendido por un Feijóo robusto y al ataque, sereno y sólido, perdió los papeles y sacó su verdadera naturaleza de chulo pendenciero, arrogante, incivilizado y sin respeto, consiguiendo que el grueso de la audiencia se pusiera del lado del gallego.
Noche memorable que será recordada como la del naufragio del peor presidente que ha tenido España en siglos, un tipo que merecía lo que le ocurrió porque, volvemos a decirlo, el mal siempre termina auto destruyéndose y, como dicen los policías, "el criminal nunca gana".
Francisco Rubiales