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El socialismo ha llenado España de chiringuitos subvencionados



El socialismo español, para ganar votos y perpetuarse en el poder, ha llenado España de chiringuitos subvencionados con miles de millones de euros, procedentes de nuestros impuestos. Afirman que lo hacen con fines sociales y culturales, pero en realidad es puro clientelismo corrupto que sólo beneficia al PSOE y a sus socios, que distraen miles de millones de euros que deberían emplearse mejor en asuntos relacionados con el bien común.

En Andalucía, donde el nuevo gobierno, integrado por el PP y Ciudadanos, está desmontando el entramado clientelar socialista, se están descubriendo multitud de asociaciones, observatorios, fundaciones y empresas públicas infladas de personal, sin apenas actividad, que dedican más del 90 por ciento de los recursos públicos que reciben sólo a pagar nóminas.

Se trata de una enorme injusticia y de una infección corrupta en toda regla, cuyos efectos crean desigualdad y deterioran el sistema y la economía.
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Tan solo en Madrid 350 chiringuitos del ámbito feminista radical han solicitado manifestarse mañana, 8 de marzo, día de la mujer. Esos reductos, generosamente regados con dinero público y sin misiones importantes que cumplir, son parte de un modelo corrompido de gestión de lo publico que proporciona a los socialistas (y a la izquierda en general) miles de votos comprados.

Esos chiringuitos reúnen a multitud de personas que viven de las subvenciones y que, a cambio, constituyen una fuerza de choque activista y una fuente de votos al servicio de la izquierda. Sus miembros se sienten hoy frustrados y rabiosos porque los cinco magistrados de la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) respaldaron este sábado, por unanimidad, el veto del delegado del Gobierno en Madrid a las manifestaciones y concentraciones con ocasión del 8-M por razones de salud pública.

Allá donde el PSOE y Podemos están presentes, funciona este montaje masivo de chiringuitos inútiles subvencionados. Pero la derecha española, siempre acomplejada y admiradora en secreto de los métodos socialistas, también recurre a las subvenciones clientelares, aunque con menos intensidad.

España es conocida en toda Europa como el país de las subvenciones. El Estado se gasta nada menos que 122.000 millones al año en ese capítulo, parte del cual tiene fines ajenos al bien común y sólo responde a intereses clientelares, partidistas y a la compra directa de votos, medios y voluntades.

Los expertos opinan que muchas de las partidas subvencionadas, que se repiten ejercicio tras ejercicio, sólo merecen el calificativo de sorprendentes, superfluas e improductivas. Lo más grave es que, al tratarse de Presupuestos por programas, los ministerios y los diversos entes receptores del dinero público intentan ejecutar el gasto hasta el último céntimo, sobre todo en los últimos meses de cada ejercicio, para así poder mantener o incrementar en el año siguiente las partidas asignadas. Esa necesidad de gastar todo lo que se recibe abre las puertas del abuso, la corrupción y los fines mafiosos.

Las subvenciones tienen un efecto nocivo en quienes las reciben porque el dinero fácil adormece, debilita y resta competitividad. En muchos países democráticos, las subvenciones están muy limitadas, sólo para situaciones de extrema necesidad, porque se conocen sus efectos letales, sobre todo en las empresas, que cuando reciben dinero fácil suelen empezar a morir.

Hay estudios que causan indignación en la ciudadanía al detallar algunos proyectos subvencionados por los políticos, como "un sistema de riego que se amortizará en 400 años", carreteras por las que no pasan coches, aeropuertos sin aviones y empresas y chiringuitos donde cientos de empleados no hacen absolutamente nada. Algunas financian estudios sobre la triste vida de las gallinas en las granjas, la fecundidad de la coneja reproductora, la vida del lenguado en Senegal o la relación entre el roble y el cerdo, por citar sólo ejemplos reales. Los que estudian el maltrato de la mujer, probablemente el tema estrella del planeta de las subvenciones españolas, son centenares.

Los expertos e, incluso, la Unión Europea han advertido al gobierno español que abusa de las subvenciones, como también le dicen que el tamaño del Estados español, con más del triple de gente a sueldo de la que necesita, representan lastres al desarrollo económico, pero los partidos no están dispuestos a corregir la sangría, simplemente porque ese dinero les produce votos y poder.

Como parece lógico en un sistema corrupto, los partidos políticos son los mas generosamente subvencionados en España, que es el país de Europa cuyos partidos más dependen del dinero público, Las subvenciones a los partidos eran de unos 15 millones entre 1978 y 1985, pero hoy superan los 300 millones al año y podrían ser más porque la oscuridad y la opacidad han crecido en España al mismo ritmo y es difícil seguirle el rastro a los dineros públicos, que muchas veces se escapan por grietas abiertas adrede por el poder.

Francisco Rubiales


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Domingo, 7 de Marzo 2021
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