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El socialismo español se radicaliza y degrada



El socialismo de Pedro Sánchez está radicalizandose, degradándose y alejándose de la democracia. Sanchez, pleno de ambición, se siente predestinado a devolver al socialismo mundial el vigor que tuvo en el pasado, cuando gobernaba en medio planeta y era la ideología mas fuerte en Europa, pero el camino elegido para esa resurrección es peligroso y conflictivo porque conduce a los tiempos en los que el socialismo se parecía al comunismo como dos gotas de agua, en la era de Josif Stalin, tiempos de lucha de clases que generaron, entre otros muchos conflictos y masacres, la Guerra Civil Española de 1936.
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El nuevo socialismo de Sánchez ha cambiado de estrategia y ha pasado de la tolerancia y la convivencia del pasado al acoso y la confrontación. Quizás el mejor ejemplo para entender el cambio es comparar el actual con el de hace poco más de una década: "En su modelo de sociedad no quepo yo. En el mío sí cabe usted", decía Pedro Zerolo, diputado socialista, en 2003, mientras que ahora, el ministro Marlaska, en 2019, dice: "Los que no respeten nuestro modelo de sociedad que se atengan a las consecuencias".

El cambio es brutal y la diferencia entre un socialismo y otro es como la noche y el día.

Pero la mejor manera de entender el peligroso deslizamiento del socialismo español hacia un tipo de fascismo rojo radicalizado es analizar la estrategia política del "Sanchismo", consistente en una mezcla de mentiras y acosos al adversario, utilizando en la lucha todos los recursos del poder y las alianzas que sean necesarias, sin remilgos ni remordimientos, incluso con partidos que odian a España y profesan el odio como ideología principal.

La estrategia de Sánchez en este momento consiste en arrinconar a todos los partidos de centro y de la derecha en la extrema derecha, hacia donde los empuja sin piedad y sin escrúpulos, para poder acaparar los votos del centro y de la izquierda y arrasar en las elecciones.

RTVE, a través de sus emisoras públicas de radio y televisión, convertidas ya en látigos del socialismo, habla de "los partidos de extrema derecha", refiriéndose al PP, Ciudadanos y VOZ", una formula que sustituye a otra, también truculenta, que decía "La extrema derecha y sus aliados", refiriéndose también al trío PP. Ciudadanos y VOX".

Si a esa estrategia de acoso se unen las encuestas manipuladas del CIS, el control de los poderes legislativo y judicial, las noticias ocultadas por los medios públicos, las presiones a los medios para que condenen a las derechas y la colocación de peones y trolls en las redes sociales para acosar a los demócratas y activistas de la oposición, tendremos una imagen certera de los métodos que el sanchismo está utilizando para arrasar en las elecciones y dominar la política española, sin adversarios ni obstáculos, desde una democracia falsa, sin apenas controles ciudadanos ni legales.

Esos trucos semánticos manipuladores, unidos al empleo del acoso contra esos partidos, como ocurrió recientemente en el desfile del orgullo gay, cuando la policía tuvo que rescatar a los miembros de Ciudadanos acusados por un enjambre de activistas de izquierda enfurecidos, tienen como fin arrinconar a toda la oposición en la extrema derecha, haciéndolos pasar a todos por lo que no son: partidos fascistas.

Las tácticas y métodos de Sánchez son peligrosos e implacables porque generan confrontación e indignación por lo injusto que son y porque al ser desplegados desde el poder, constituyen un abuso de fuerza y un empleo ilícito de los recursos públicos para fines electoralistas.

Convertir a VOX en un estigmatizado y demonizado partido de "extrema derecha" es parte de esos métodos sanchistas que recuerdan a los que empleaban Largo Caballero y otros lideres socialistas en los años treinta, tiempos de chekas y sacas, en vísperas de la guerra civil.

La idea central de la estrategia malévola es eliminar el centro y los matices para dividir a la sociedad española en dos bandos enfrentados, el de la izquierda, que es presentado como el progresista y bueno, y el de la derecha que es demonizado y presentado como retrógrado, elitista y antidemocrático. Toda una perversión política de inmenso peligro y riesgo.

Sanchez está lleno de ambición y aspira a resucitar el socialismo europeo, que ya en cierto modo lidera por ser el político socialista que preside el gobierno en uno de los países grandes de Europa. Pero muchos observadores y analistas creen que sus caminos no conducen a la resurrección sino a la tumba definitiva de ese socialismo que no para de hundirse desde la caída del Muro de Berlín, un hundimiento que se debe a sus métodos poco democráticos, un déficit que con Sánchez se agranda y dispara. La derrota de Tsipras en Grecia es el último capítulo del desastre del socialismo mundial.

Francisco Rubiales






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Lunes, 8 de Julio 2019
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