Información y Opinión

El socialismo es un error de la Historia que debe desaparecer



Cuba es un infierno en la Tierra, creado por el socialismo, que es un terrible error histórico que tiene que desaparecer para dar paso a la libertad.

Lo que está ocurriendo en Cuba, donde un pueblo pacífico y noble se ha lanzado a las calles, poniendo en juego sus vidas, para reclamar libertad, demuestra que el socialismo es uno de los peores inventos del ser humano, una doctrina repugnante que sólo sabe crear esclavitud, miseria, infelicidad y muerte en las naciones donde clava sus garras.

Frente al pueblo que se alza para pedir libertad y justicia, siempre hay un ejército repugnante de seres humanos degradados, al servicio del Estado, esbirros que se prestan a mantener en el poder a los peores y más degenerados, que suelen ser siempre los líderes socialistas de los pueblos-víctimas.
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Las ruinas de las ciudades cubanas, que se caen a pedazos, constituyen otro argumento imbatible que demuestra que el socialismo es muerte, esclavitud y pobreza
Los cubanos son un pueblo alegre, pacífico, imaginativo y emprendedor, al que el socialismo ha castrado e intentado degenerar, convirtiéndolo en esclavo. Su levantamiento en estos días, después de más de seis décadas de "revolución", representa toda una esperanza para el mundo y un ejemplo para otros millones de seres humanos sometidos a la misma doctrina criminal o amenazados por aquellos esbirros que la defienden.

He sido corresponsal de prensa en Cuba durante dos largos años y tuve la inmensa suerte de aprender a amar a Cuba y a conocer al monstruo rojo desde sus entrañas. Tuve fácil penetrar en su mundo interno secreto gracias a que hablaba el mismo idioma que ellos y a que mi carácter, como andaluz, conectaba con su alegría de vivir y su optimismo permanente. Reconozco que mi buena relación con Fidel también me ayudó y me convirtió en intocable, pero esa situación duró poco más de un años y ya no podía protegerme en la etapa final de mi corresponsalía, cuando empezaron a acosarme para que me marchara de la isla.

Aquellos cubanos que conocí entre los años 1975 y 1977 son los mismos de hoy, pero con más esperanza y conservando la ilusión en el futuro. Hoy no queda nada de esperanza ni de ilusión en el pueblo cubano, cansado de ser maltratado por su gobierno de comunistas privilegiados, sin otro argumento para gobernar que la fuerza y la violencia. Ni siquiera existe el carisma atrayente de Fidel, al que los cubanos admiraban, a pesar del régimen que creó.

Recuerdo que sentía pena de la escasez que sufrían y repartía entre mis vecinos lo que más apreciaban: bebidas y comidas que yo podía comprar en el supermercado diplomático (Diplomercado). Pues bien, casi la totalidad de mis regalos terminaban en poder del carnicero de mi barrio (El Vedado) o de la presidenta del Comité de Defensa de la Revolución (CDR) de la zona, dos privilegiados esbirros del régimen. Los cubanos les regalaban sus mejores posesiones para que no les marginaran en el reparto de la cuota quincenal de carne o para que el régimen no los detuviera y torturara.

Recuerdo también que una vez pregunté a un capitán de las Fuerzas Armadas, con el que tuve un relación muy positiva, por qué el pueblo cubano, sometido a tantas privaciones y humillaciones, no se rebelaba. Su respuesta es digna de ser reproducida: "Primero está Fidel, al que respetan, y después no olvides que quien administra el miedo se convierte en el dueño de sus almas". No puedo revelar el nombre de aquel capitán porque todavía vive y no quiero perjudicarle.

Como periodista, algunas veces me hacía pasar por cubano, ya que tengo una gran facilidad para imitar su acento. Me confundían con un periodista del régimen y lograba enterarme de secretos que estaban prohibidos a los corresponsales extranjeros, siempre vigilados y controlados por el ministerio del Interior (Minint) y por el de Exteriores (Minrex).

Recuerdo el día que pregunté por los resultados de una elecciones a la Asamblea Nacional y el teniente al mando del dispositivo me dijo que casi todos habían votado por Fidel. Le dije que Fidel no era candidato y el me dijo que "Fidel siempre lo es" y que el pueblo vota por él "para no equivocarse". Le pregunté por el porcentaje de los que habían votado y me dijo: "todos y pobre del que no vote". Descubrí rápidamente que la gente votaba a Fidel por miedo, que ir a votar representaba un deber ineludible y que abstenerse significaba caer en desgracia y ser "fichado", lo que representa un camino que conduce hacia el castigo, la marginación y las mazmorras.

En aquellos tiempos, la siempre esclavizada sociedad cubana vivía mucho mejor que ahora. La URSS, por entonces todavía pujante, les ayudaba con alimentos y otros recursos y el régimen obtenía divisas gracias a las exportaciones de azúcar y níquel, principalmente. Hoy, sin la ayuda de la desaparecida Unión Soviética y sin el dinero venezolano, que llegaba abundante en tiempos de la Venezuela rica de Hugo Chaves, todo es pobreza y atraso. Hasta la prostitución callejera, un fenómeno típicamente cubano, es hoy difícil porque los clientes extranjeros no llegan y los cubanos no tienen con que pagar los "servicios".

Utilizan el famoso "bloqueo" norteamericano para justificar su desastre económico. El bloqueo, como me reconocía el mismo Fidel en algunas de nuestras conversaciones, podía ser burlado fácilmente a través de terceros países. El problema real de Cuba es que el pueblo carecía de incentivos para trabajar y la productividad era espantosamente baja.

Había, además, un sabotaje subterráneo que ha ido creciendo junto con el descontento del pueblo. Los camiones españoles enviados en aquella época por Pegaso y Motor Ibérica, vitales para la economía cubana, se rompían a los pocos días de salir a la carretera. Las cajas de cambio duraban unos pocos miles de kilómetros. El catalán responsable de Pegaso, un tal Teo, me decía que los conductores, cabreados con sus jefes e insatisfechos con el régimen, metían la primera y la segunda marcha cuando el vehículo iba a 90 kilómetros por hora y de ese modo reventaban el mecanismo.

Podría estar horas contando anécdotas sobre aquel infierno, que según mis contactos en la isla, no ha parado de empeorar desde entonces, pero ni siquiera un libro de mil páginas bastaría para plasmar todo ese trabajo.

Lo que puedo asegurar es que lo que hoy ocurre en Cuba es lo lógico cuando el socialismo rige los pueblos. Ocurrió en la URSS y en todo el este de Europa y está ocurriendo en Cuba, Venezuela y otras tiranías rojas, inhumanas y opresoras. Llega un momento en que el pueblo no puede más y prefiere morir a seguir viviendo oprimido, sin medicinas, sin servicios públicos, sin comida, sin esperanza y sin un gramo de ilusión. En esas circunstancias, es preferible morir a seguir viviendo. Entonces el pueblo se lanza a las calles para enfrentarse a sus verdugos, a los que conoce y sabe que son asesinos entrenados por el socialismo para que sus jefes sigan siendo semidioses corrompidos y atiborrados de riqueza y privilegios.

La Cuba que hoy lucha por la libertad y la democracia es un ejemplo mundial para países que padecen las garras del socialismo asesino y para otros a los que esa doctrina criminal intenta conquistar, como es el caso de España. Ojalá la lucha de los pobres y oprimidos de Cuba nos ayude a abrir los ojos y a descubrir la gran verdad que el socialismo esconde: Esa doctrina es un brutal "error de la Historia humana" que tiene que desaparecer para que el mundo vuelva a florecer y a ser un digno hábitat para el ser humano.

Los socialistas, comunistas y podemitas españoles dirán que todo esto que cuento es mentira, pero ellos no tienen argumentos para ganar este debate y sólo son capaces de manejar consignas y mentiras. El pueblo alzado contra sus amos socialistas, bien alimentados y atiborrados de privilegios, son un argumento imbatible que demuestra que la Cuba socialista es un infierno brutal en la Tierra.

Francisco Rubiales


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Miércoles, 14 de Julio 2021
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