Es lógico querer marcharse de un país indecente, sin valores y pésimamente gobernado por una clase política corrupta y mal preparada. Mas que un deseo, escapar de ese infierno es un deber para cualquier persona decente y democrática. Desear irse para construir un Estado más justo y decente es un sentimiento admirable.
Sin embargo, la naturaleza mafiosa, los métodos empleados y el espíritu bandido y depredador de los políticos catalanes que impulsan el secesionismo es tan intenso que el apoyo que ese proceso merece queda neutralizado y oponerse a él queda encuadrado en la lucha que cualquier ciudadano debe librar por un mundo mejor.
Los continuos pactos y acuerdos entre los políticos catalanes y los españoles desde la muerte de Franco, la opacidad de sus conductas, la falta de valores, el poyo mutuo desarrollado y la convivencia de unos y otros con la corrupción y la impunidad demuestran que unos y otros forman parte de la mismo tribu mafiosa y ajena a la verdadera democracia.
Los políticos secesionistas de Cataluña se han comportado como bandidos y se han convertido en una plaga letal que causa daños terribles a todo el país. Su brutales prácticas del saqueo de las arcas públicas, sus comportamientos corruptos, su apuesta por promover el odio y la división, sus métodos de acoso a los disidentes que rechazan el secesionismo, que son la mayoría, y el haber optado por gobernar de manera sectaria en contra de los deseos y e intereses de la mayoría de la población los convierte en peligrosos depredadores y en enemigos a erradicar.
La polémica entre los que defienden y condenan el derecho a decidir debe saldarse con una afirmación clara y sencilla: el derecho a decidir debe imponerse cuando trata de impulsar una sociedad mas democrática y decente, pero no tiene justificación cuando quiere construir una pocilga.
Muchos españoles demócratas y decentes admiten que si ellos fueran catalanes militarían en el secesionismo y defenderían el derecho a decidir para marcharse del lago corrupto y maloliente en que se ha convertido España, pero también serían adversarios de una clase política catalana tan sucia, corrupta y depredadora que si lograra la independencia en lugar de construir un Estado mejor construiría un paraíso para ellos, donde les fuera más facil saquear, subyugar e imponer ideas y criterios a la ciudadanía con espíritu totalitario.
El secesionismo catalán podría haber sido una bandera ejemplar para que España cambiara, impulsada por el deseo de los catalanes de construir un Estado mas justo y decente, pero, por sus métodos y por el carácter depredados y mafioso de la clase política catalana que lo promueve hoy es un obstáculo para la regeneración y el principal sostén de la también corrupta e inmoral clase política española, que está consiguiendo aglutinar al resto de España frente al proceso de desafío y odio que se despliega en tierras catalanas.
En Cataluña han robado al pueblo y lo enfrentan al resto de España como maniobra de distracción, mientras en el resto de España los políticos también roban y aprovechan la amenaza de independencia catalana para aglutinar a los ciudadanos en torno a la unidad del Estado y para que olviden que están siendo gobernados por gente sin valores y sin respeto alguno a la democracia.
Como suele ocurrir casi siempre, el secesionismo catalán se ha convertido en otra arma contra el pueblo, en un obstáculo que impide lo que realmente buscan los catalanes y los españoles decentes: construir un Estado justo y gobernado por demócratas virtuosos, en lugar de acumuladores de privilegios y riqueza, corruptos arrogantes y sin respeto a la democracia y a la ciudadanía.
Francisco Rubiales
Sin embargo, la naturaleza mafiosa, los métodos empleados y el espíritu bandido y depredador de los políticos catalanes que impulsan el secesionismo es tan intenso que el apoyo que ese proceso merece queda neutralizado y oponerse a él queda encuadrado en la lucha que cualquier ciudadano debe librar por un mundo mejor.
Los continuos pactos y acuerdos entre los políticos catalanes y los españoles desde la muerte de Franco, la opacidad de sus conductas, la falta de valores, el poyo mutuo desarrollado y la convivencia de unos y otros con la corrupción y la impunidad demuestran que unos y otros forman parte de la mismo tribu mafiosa y ajena a la verdadera democracia.
Los políticos secesionistas de Cataluña se han comportado como bandidos y se han convertido en una plaga letal que causa daños terribles a todo el país. Su brutales prácticas del saqueo de las arcas públicas, sus comportamientos corruptos, su apuesta por promover el odio y la división, sus métodos de acoso a los disidentes que rechazan el secesionismo, que son la mayoría, y el haber optado por gobernar de manera sectaria en contra de los deseos y e intereses de la mayoría de la población los convierte en peligrosos depredadores y en enemigos a erradicar.
La polémica entre los que defienden y condenan el derecho a decidir debe saldarse con una afirmación clara y sencilla: el derecho a decidir debe imponerse cuando trata de impulsar una sociedad mas democrática y decente, pero no tiene justificación cuando quiere construir una pocilga.
Muchos españoles demócratas y decentes admiten que si ellos fueran catalanes militarían en el secesionismo y defenderían el derecho a decidir para marcharse del lago corrupto y maloliente en que se ha convertido España, pero también serían adversarios de una clase política catalana tan sucia, corrupta y depredadora que si lograra la independencia en lugar de construir un Estado mejor construiría un paraíso para ellos, donde les fuera más facil saquear, subyugar e imponer ideas y criterios a la ciudadanía con espíritu totalitario.
El secesionismo catalán podría haber sido una bandera ejemplar para que España cambiara, impulsada por el deseo de los catalanes de construir un Estado mas justo y decente, pero, por sus métodos y por el carácter depredados y mafioso de la clase política catalana que lo promueve hoy es un obstáculo para la regeneración y el principal sostén de la también corrupta e inmoral clase política española, que está consiguiendo aglutinar al resto de España frente al proceso de desafío y odio que se despliega en tierras catalanas.
En Cataluña han robado al pueblo y lo enfrentan al resto de España como maniobra de distracción, mientras en el resto de España los políticos también roban y aprovechan la amenaza de independencia catalana para aglutinar a los ciudadanos en torno a la unidad del Estado y para que olviden que están siendo gobernados por gente sin valores y sin respeto alguno a la democracia.
Como suele ocurrir casi siempre, el secesionismo catalán se ha convertido en otra arma contra el pueblo, en un obstáculo que impide lo que realmente buscan los catalanes y los españoles decentes: construir un Estado justo y gobernado por demócratas virtuosos, en lugar de acumuladores de privilegios y riqueza, corruptos arrogantes y sin respeto a la democracia y a la ciudadanía.
Francisco Rubiales