Zapatero niño en www.lakodorniz.com
Su comportamiento es el de un sátrapa autoritario que no duda en pisotear el poder judicial cuando teme una sentencia en contra, como acaba de demostrar al recusar dos magistrados del Tribunal Constitucional. Tiene casi todos los tic del autoritarismo: miente, incrementa la burocracia, gasta a manos libres el dinero público, aprueba las leyes aunque sea con minorías vergonzosas, acosa y degrada a sus adversarios políticos para cerrarles el paso hacia el poder y se aferra al sillón presidencial pagando por la permanencia en el poder precios demasiado altos, como el de pactar con extremistas que odian al Estado y desprecian la unidad de la nación.
Sin embargo, José Luis Rodríguez Zapatero tiene un rasgo insólito en un sátrapa, unico en la historia del poder: sabe gobernar con la sonrisa en los labios.
Zapatero puede resultar odioso o simpático, atractivo o repulsivo, pero jamás indiferente. Es un personaje controvertido, pero en modo alguno un mediocre con paso inadvertido por la política. Guste o no, es justo reconocer que su talante y su sonrisa son todo un descubrimiento en política. Pase lo que pase con su futuro, ya ha enseñado algo a los políticos españoles modernos: el pueblo aprecia más a un payaso sonriente, aunque esconda a un sátrapa, que a un bigote cabreado.
En 2004, poco después de la sorprendente victoria socialista en las elecciones generales, publiqué un artículo titulado "Ojo con el talante de ZP. Es una sofisticada estrategia de comunicación política", en el que, entre otras cosas, decía:
Lo que el electorado sí está percibiendo es amabilidad y un estilo positivo en los mensajes que inclinan a pensar que también los contenidos son positivos. Es la magia de las formas que se impone a la realidad. Por primera vez en la España democrática, un gobierno se propone generar empatía en la población y eso representa toda una innovación en comunicación política. Desde la óptica de la comunicación, el PP se equivoca. Los ciudadanos, cuyo interés por la política es mínimo y no deja de descender, cada vez votan menos por convencimientos ideológicos o principios sólidos. Votan por simpatía y si es así la estrategia del PSOE, orientada hacia la distensión, el diálogo y el enfoque positivo, es más avanzada y eficiente.
Hoy, tres años después, sigo pensando lo mismo: a pesar de sus grandes y numerosos errores y de los cuantiosos daños que ha causado a la nación, Zapatero sigue teniendo en el talante su carta ganadora y su gran truco electoral frente a un Rajoy adusto, serio, muy capaz para comunicar la tensión y el drama, pero incapaz de manejar el humor y de gestionar la distensión y la ilusión.
Mientras Zapatero es un sátrapa peligroso que sabe sonreir, Rajoy tiene el problema de que entronca con la vieja política, estúpidamente solemne y rígida.
Esa diferencia es la principal razón de que el sátrapa, a pesar de haber cometido más abusos y errores que cualquier otro líder de la moderna democracia española, no se haya desplomado en las encuestas que miden la intención de voto.
Una de las mayores limitaciones históricas del poder político es que siempre ha sido adusto, solemne y rígido. Los dictadores jamás sonrien y eso lo sabe el pueblo. ¿Quien ha visto sonreir a Hitler, Stalin, Mao o Franco? Parece como si el poder exterminase el sentido del humor.
ZP puede ser un dictador, como afirman sus adversarios, pero un dictador sonriente, un caso único, toda una innovación en la política española.
Zapatero ha cambiado las leyes según su conveniencia, las ha aplicado según su voluntad, a veces con magnanimidad y a veces con rencor, ha puesto en crisis principios básicos como la igualdad, negocia en la oscuridad, de espaldas al pueblo, miente con frecuencia, pone en crisis la unidad del país, no respeta la separación de poderes e, incluso, ha apaleado la Constitución en muchos de sus artículos, pero ha hecho todas esas barbaridades con talante, lo que le resta dramatismo y alcance a su condición de pésimo político.
Si se contemplan sus actos, es todo un sátrapa de manual, pero ahí está la sonrisa para despistar y para engañar a los incautos, que en España son millones, cansados de política seria, de bigotes cabreados, de declaraciones solemnes que casi siempre son mentiras.
En su último vídeo, consciente de que todo su capital político se reduce al talante y a la sonrisa, utiliza esas armas y logra el milagro político de reirse de él mismo. Es toda una innovación en la república de los serios y aburridos políticos tradicionales.
Los ciudadanos están hasta el moño de los políticos y empiezan a odiarlos. Saben que son engañados por ellos y que el político se han transformado en una casta enquistada en el poder, que cobra impuestos para disfrutar de privilegios y lujos, pero quizás la gran enseñanza de Zapatero es que los súbditos sometidos y aplastados prefieren un mentiroso sonriente a un mentiroso solemne y cabreado que, además, riñe a los mismos que explota y somete.
Zapatero es todo un innovador en política, un tipo que, a pesar de ser un mal gestor y de haberse alejado peligrosamente de la democracia y de sus principios, pasará a la historia porque demostró que, cuando la política está desprestigiada y ha caido en las cloacas, como ocurre en España, las formas son más importantes que el fondo y quizás los ciudadanos prefieran un payaso que sonrie a un predicador que amenaza, increpa y recuerda nuestros pecados.
Es obvio que Zapatero tiene inquietantes perfiles de autócrata, pero ¡ojo con el talante y la sonrisa de ZP porque detrás se esconde una sofisticada y eficiente estrategia de comunicación política.
Sin embargo, José Luis Rodríguez Zapatero tiene un rasgo insólito en un sátrapa, unico en la historia del poder: sabe gobernar con la sonrisa en los labios.
Zapatero puede resultar odioso o simpático, atractivo o repulsivo, pero jamás indiferente. Es un personaje controvertido, pero en modo alguno un mediocre con paso inadvertido por la política. Guste o no, es justo reconocer que su talante y su sonrisa son todo un descubrimiento en política. Pase lo que pase con su futuro, ya ha enseñado algo a los políticos españoles modernos: el pueblo aprecia más a un payaso sonriente, aunque esconda a un sátrapa, que a un bigote cabreado.
En 2004, poco después de la sorprendente victoria socialista en las elecciones generales, publiqué un artículo titulado "Ojo con el talante de ZP. Es una sofisticada estrategia de comunicación política", en el que, entre otras cosas, decía:
Lo que el electorado sí está percibiendo es amabilidad y un estilo positivo en los mensajes que inclinan a pensar que también los contenidos son positivos. Es la magia de las formas que se impone a la realidad. Por primera vez en la España democrática, un gobierno se propone generar empatía en la población y eso representa toda una innovación en comunicación política. Desde la óptica de la comunicación, el PP se equivoca. Los ciudadanos, cuyo interés por la política es mínimo y no deja de descender, cada vez votan menos por convencimientos ideológicos o principios sólidos. Votan por simpatía y si es así la estrategia del PSOE, orientada hacia la distensión, el diálogo y el enfoque positivo, es más avanzada y eficiente.
Hoy, tres años después, sigo pensando lo mismo: a pesar de sus grandes y numerosos errores y de los cuantiosos daños que ha causado a la nación, Zapatero sigue teniendo en el talante su carta ganadora y su gran truco electoral frente a un Rajoy adusto, serio, muy capaz para comunicar la tensión y el drama, pero incapaz de manejar el humor y de gestionar la distensión y la ilusión.
Mientras Zapatero es un sátrapa peligroso que sabe sonreir, Rajoy tiene el problema de que entronca con la vieja política, estúpidamente solemne y rígida.
Esa diferencia es la principal razón de que el sátrapa, a pesar de haber cometido más abusos y errores que cualquier otro líder de la moderna democracia española, no se haya desplomado en las encuestas que miden la intención de voto.
Una de las mayores limitaciones históricas del poder político es que siempre ha sido adusto, solemne y rígido. Los dictadores jamás sonrien y eso lo sabe el pueblo. ¿Quien ha visto sonreir a Hitler, Stalin, Mao o Franco? Parece como si el poder exterminase el sentido del humor.
ZP puede ser un dictador, como afirman sus adversarios, pero un dictador sonriente, un caso único, toda una innovación en la política española.
Zapatero ha cambiado las leyes según su conveniencia, las ha aplicado según su voluntad, a veces con magnanimidad y a veces con rencor, ha puesto en crisis principios básicos como la igualdad, negocia en la oscuridad, de espaldas al pueblo, miente con frecuencia, pone en crisis la unidad del país, no respeta la separación de poderes e, incluso, ha apaleado la Constitución en muchos de sus artículos, pero ha hecho todas esas barbaridades con talante, lo que le resta dramatismo y alcance a su condición de pésimo político.
Si se contemplan sus actos, es todo un sátrapa de manual, pero ahí está la sonrisa para despistar y para engañar a los incautos, que en España son millones, cansados de política seria, de bigotes cabreados, de declaraciones solemnes que casi siempre son mentiras.
En su último vídeo, consciente de que todo su capital político se reduce al talante y a la sonrisa, utiliza esas armas y logra el milagro político de reirse de él mismo. Es toda una innovación en la república de los serios y aburridos políticos tradicionales.
Los ciudadanos están hasta el moño de los políticos y empiezan a odiarlos. Saben que son engañados por ellos y que el político se han transformado en una casta enquistada en el poder, que cobra impuestos para disfrutar de privilegios y lujos, pero quizás la gran enseñanza de Zapatero es que los súbditos sometidos y aplastados prefieren un mentiroso sonriente a un mentiroso solemne y cabreado que, además, riñe a los mismos que explota y somete.
Zapatero es todo un innovador en política, un tipo que, a pesar de ser un mal gestor y de haberse alejado peligrosamente de la democracia y de sus principios, pasará a la historia porque demostró que, cuando la política está desprestigiada y ha caido en las cloacas, como ocurre en España, las formas son más importantes que el fondo y quizás los ciudadanos prefieran un payaso que sonrie a un predicador que amenaza, increpa y recuerda nuestros pecados.
Es obvio que Zapatero tiene inquietantes perfiles de autócrata, pero ¡ojo con el talante y la sonrisa de ZP porque detrás se esconde una sofisticada y eficiente estrategia de comunicación política.