Pedro Sánchez se parece cada día más a Largo Caballero, el llamado "Lenin español", artífice destacado de la guerra civil de 1936.
El Tribunal Constitucional, suciamente dividido en dos bandos por culpa de los partidos políticos, sus odios y sus eternas divisiones artificiales entre derechas e izquierdas, tiene que decidir el lunes si frena las reformas del gobierno, que son anticonstitucionales, o permite al sanchismo avanzar hacia la tiranía. Pero el problema ya no es lo que decida el alto tribunal, sino que las izquierdas, como ocurrió en el pasado, ha cruzado la lineal roja de la legalidad vigente y no aceptan la decisión, si fuera contraria a sus intereses.
En esa tesitura, España se encuentra ante un conflicto serio, provocado por lo que siempre ha sido el veneno que emponzoña el alma de las izquierdas: su creencia en el derecho a gobernar, por encima de lo que decidan las urnas y las leyes.
Los padres del socialismo español, sobre todo de su fundador, Pablo Iglesias, ya advirtieron en el pasado que aceptarían las leyes y la democracia si les beneficiaban, pero no si les impedían hacer la revolución. Las palabras textuales de Iglesias fueron: "Este partido... está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad,... cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones…”.
La sentencia temible del fundador del PSOE, profundamente antidemocrática y enraizada en la tiranía, sigue pesando en el partido y sobre todo en un fanático sin escrúpulos, como su actual secretario general, Pedro Sánchez.
Desde que Pedro Sánchez empezó a destacar en la política española, sobre todo después de su intento de pucherazo a su partido con una urna ilegal, miles de pensadores españoles han advertido que ese personaje traerá la desgracia a España. Hoy, después de algunos años analizando sus fechorías y estudiando su comportamiento, hay más convencidos que nunca de que Sánchez es el peor castigo imaginable para España y los españoles y que su presidencia pasará a la Historia como la peor y más dañina en muchos siglos.
De nada han servido las advertencias y alarmas de muchos intelectuales y periodistas libres. Muchos españoles siguen confiando en Sánchez y los que no confían son incapaces de hacerle frente y frenar su maldad.
España está dormida y no se da cuenta que se encuentra al borde del abismo, empujada por los políticos, que son la peor plaga de la Humanidad.
Aunque reaccionáramos ahora, ya sería tarde porque los daños que ya ha causado han deteriorado nuestra nación y convertido el futuro en un enigma inquietante.
La clave del problema actual de España es que Sánchez, y con él sus tribus aliadas de comunistas, pro etarras, golpistas e independentistas, se creen con derecho a cambiar el país y hacerlo a su medida, sin importarles lo que piensen los ciudadanos. La tiranía es la que está diseñando la nueva España que ellos pretenden, un país con un Estado fuerte e invencible que decide al margen de las mayorías y de las actuales leyes vigentes, que ellos están ya cambiando a marchas forzadas.
En definitiva, un país antidemocrático y asquerosamente tiranizado.
Francisco Rubiales
En esa tesitura, España se encuentra ante un conflicto serio, provocado por lo que siempre ha sido el veneno que emponzoña el alma de las izquierdas: su creencia en el derecho a gobernar, por encima de lo que decidan las urnas y las leyes.
Los padres del socialismo español, sobre todo de su fundador, Pablo Iglesias, ya advirtieron en el pasado que aceptarían las leyes y la democracia si les beneficiaban, pero no si les impedían hacer la revolución. Las palabras textuales de Iglesias fueron: "Este partido... está en la legalidad mientras la legalidad le permita adquirir lo que necesita; fuera de la legalidad,... cuando ella no le permita realizar sus aspiraciones…”.
La sentencia temible del fundador del PSOE, profundamente antidemocrática y enraizada en la tiranía, sigue pesando en el partido y sobre todo en un fanático sin escrúpulos, como su actual secretario general, Pedro Sánchez.
Desde que Pedro Sánchez empezó a destacar en la política española, sobre todo después de su intento de pucherazo a su partido con una urna ilegal, miles de pensadores españoles han advertido que ese personaje traerá la desgracia a España. Hoy, después de algunos años analizando sus fechorías y estudiando su comportamiento, hay más convencidos que nunca de que Sánchez es el peor castigo imaginable para España y los españoles y que su presidencia pasará a la Historia como la peor y más dañina en muchos siglos.
De nada han servido las advertencias y alarmas de muchos intelectuales y periodistas libres. Muchos españoles siguen confiando en Sánchez y los que no confían son incapaces de hacerle frente y frenar su maldad.
España está dormida y no se da cuenta que se encuentra al borde del abismo, empujada por los políticos, que son la peor plaga de la Humanidad.
Aunque reaccionáramos ahora, ya sería tarde porque los daños que ya ha causado han deteriorado nuestra nación y convertido el futuro en un enigma inquietante.
La clave del problema actual de España es que Sánchez, y con él sus tribus aliadas de comunistas, pro etarras, golpistas e independentistas, se creen con derecho a cambiar el país y hacerlo a su medida, sin importarles lo que piensen los ciudadanos. La tiranía es la que está diseñando la nueva España que ellos pretenden, un país con un Estado fuerte e invencible que decide al margen de las mayorías y de las actuales leyes vigentes, que ellos están ya cambiando a marchas forzadas.
En definitiva, un país antidemocrático y asquerosamente tiranizado.
Francisco Rubiales