La sentencia de que “el poder corrompe” se cumple siempre, como también se cumple el criterio de que el poder absoluto corrompe absolutamente. La evolución y el estado actual del sanchismo es la prueba de que el poder destroza a los que lo ejercen, los vuelve imbéciles y los aleja peligrosamente de la realidad.
Eso de que "el poder corrompe" se lo decíamos al Franquismo en sus últimos años de vida y ahora se lo decimos al PSOE de Sánchez, desquiciado y desnortado por ejercer un poder casi absoluto y además difícil y lleno de tensiones y conflictos con los peligrosos socios comunistas, golpistas llenos de odio y herederos del terrorismo.
Otra sentencia aplicable a la degradación moral e intelectual del PSOE es aquella que dice "Dime con quién andas y te diré quien eres". Los socialistas llevan años sentados en la misma mesa con comunistas manchados de sangre, herederos del terrorismo y golpistas catalanes llenos de odio. Es comprensible que se hayan contaminado de maldad, bajeza y suciedad.
La acusación de "incitación al magnicidio" a unos manifestantes que golpeaban un muñeco, además de denotar poca salud mental, refleja inseguridad y miedo. Los socialistas andan preocupados por la creciente resistencia de los ciudadanos españoles, por las descalificaciones y ataques masivos que sufren en las redes sociales, por los abucheos y pitadas de los ciudadanos a Pedro Sánchez y por lo que indican las encuestas, que es una perdida importante de popularidad y de adhesiones a Pedro Sánchez, sobre todo después de sus indignos pactos con Puigdemont, sus engaños y su avance hacia una amnistía que siete de cada diez españoles considera inconstitucional.
Los que están cerca de Sánchez reconocen que las manifestaciones diarias en la calle Ferraz, que ya llevan más de dos meses celebrándose, enfurecen a Sánchez y desestabilizan a su fiel Marlasca, ministro del Interior, que no para de ordenar "mano dura" contra unos manifestantes que son claramente pacíficos.
Hace días, en unas copas de Navidad, escuché a un buen psiquiatra decir que "nadie debe extrañarse de que Pedro Sánchez esté nervioso ante la marcha de los acontecimientos" y agregó contundente: "Debe estar ya medio loco y no creo que termine la legislatura en la Moncloa" ante tantos conflictos, reveses, resistencias, rebeliones ciudadanas y acusaciones.
El deterioro de los políticos en el poder es un fenómeno innegable e imparable, cientos de veces demostrado por la Historia.
Ya lo dijo Sir George Bernard Shaw: "Los políticos y los pañales deben cambiarse a menudo, por los mismos motivos".
Sánchez debe ser cambiado con urgencia porque ya está hasta las trancas.
Francisco Rubiales
Eso de que "el poder corrompe" se lo decíamos al Franquismo en sus últimos años de vida y ahora se lo decimos al PSOE de Sánchez, desquiciado y desnortado por ejercer un poder casi absoluto y además difícil y lleno de tensiones y conflictos con los peligrosos socios comunistas, golpistas llenos de odio y herederos del terrorismo.
Otra sentencia aplicable a la degradación moral e intelectual del PSOE es aquella que dice "Dime con quién andas y te diré quien eres". Los socialistas llevan años sentados en la misma mesa con comunistas manchados de sangre, herederos del terrorismo y golpistas catalanes llenos de odio. Es comprensible que se hayan contaminado de maldad, bajeza y suciedad.
La acusación de "incitación al magnicidio" a unos manifestantes que golpeaban un muñeco, además de denotar poca salud mental, refleja inseguridad y miedo. Los socialistas andan preocupados por la creciente resistencia de los ciudadanos españoles, por las descalificaciones y ataques masivos que sufren en las redes sociales, por los abucheos y pitadas de los ciudadanos a Pedro Sánchez y por lo que indican las encuestas, que es una perdida importante de popularidad y de adhesiones a Pedro Sánchez, sobre todo después de sus indignos pactos con Puigdemont, sus engaños y su avance hacia una amnistía que siete de cada diez españoles considera inconstitucional.
Los que están cerca de Sánchez reconocen que las manifestaciones diarias en la calle Ferraz, que ya llevan más de dos meses celebrándose, enfurecen a Sánchez y desestabilizan a su fiel Marlasca, ministro del Interior, que no para de ordenar "mano dura" contra unos manifestantes que son claramente pacíficos.
Hace días, en unas copas de Navidad, escuché a un buen psiquiatra decir que "nadie debe extrañarse de que Pedro Sánchez esté nervioso ante la marcha de los acontecimientos" y agregó contundente: "Debe estar ya medio loco y no creo que termine la legislatura en la Moncloa" ante tantos conflictos, reveses, resistencias, rebeliones ciudadanas y acusaciones.
El deterioro de los políticos en el poder es un fenómeno innegable e imparable, cientos de veces demostrado por la Historia.
Ya lo dijo Sir George Bernard Shaw: "Los políticos y los pañales deben cambiarse a menudo, por los mismos motivos".
Sánchez debe ser cambiado con urgencia porque ya está hasta las trancas.
Francisco Rubiales