El silencio del rey Juan Carlos es cada día más inquietante y decepcionante. Silencio frente a la corrupción que envilece a España, ante las negociaciones entreguistas del gobierno con ETA, ante la creciente inseguridad ciudadana, ante el inconstitucional Estatuto de Cataluña, rompedor de la igualdad y de la unidad de España, que el rey debe cuidar por mandato constitucional, silencio ante el auge del nacionalismo disgregador y radical, silencio ante la crisis económica galopante que empobrece a los españoles... ¡Menudo porvenir le espera a una Corona que no se preocupa de los dueños de la misma!
Muchos ciudadanos no entendemos el silencio del monarca ante asuntos que nos preocupan y que a él le competen como Jefe del Estado, sobre todo ante fenómenos tan graves como el anticonstitucional deterioro de la democracia y su transformación en una oligocracia de partidos, el divordio profundo entre políticos y ciudadanos y el desprestigio generalizado de lo público.
El rey permanece incomprensiblemente mudo ante el deterioro de la Justicia española y la descarada e inconstitucional intervención de los partidos en el poder judicial.
Los ciudadanos, ante la invasión de las mafias y el incrmento de la delincuencia, se sienten inseguros, pero el rey guarda silencio. Los delitos contra la vida y la integridad física se han incrementado un 11 por ciento durante el pasado año, pero el rey guarda silencio. Es especialmente grave el incremento del 9 por ciento registrado en los delitos de tipología más grave (homicidios y asesinatos), pero el rey guarda silencio.
Mas de tres mil españoles pierden su trabajo cada día, mil de los cuales son jóvenes que engrosan una lamentable legión de parados que consumen su juventud en el tedio y la desesperanza, pero el rey guarda silencio.
Ni siquiera dice nada el monarca ante el desprestigio creciente de España en el concierto mundial, ni ante la angustia de los que tienen que pagar la hipoteca y no tienen dinero, ni frente al drama que representa el que España sea líder europeo en consumo de drogas, borracheras, prostitución y fracaso escolar.
Por cierto, aunque la mayoría de las partidas se reducen ante la crisis, el rey ha visto incrementado su "sueldo" en los recién presentados presupuestos generales del Estado para el 2009. No creemos que sea como premio a su silencio.
Muchos ciudadanos no entendemos el silencio del monarca ante asuntos que nos preocupan y que a él le competen como Jefe del Estado, sobre todo ante fenómenos tan graves como el anticonstitucional deterioro de la democracia y su transformación en una oligocracia de partidos, el divordio profundo entre políticos y ciudadanos y el desprestigio generalizado de lo público.
El rey permanece incomprensiblemente mudo ante el deterioro de la Justicia española y la descarada e inconstitucional intervención de los partidos en el poder judicial.
Los ciudadanos, ante la invasión de las mafias y el incrmento de la delincuencia, se sienten inseguros, pero el rey guarda silencio. Los delitos contra la vida y la integridad física se han incrementado un 11 por ciento durante el pasado año, pero el rey guarda silencio. Es especialmente grave el incremento del 9 por ciento registrado en los delitos de tipología más grave (homicidios y asesinatos), pero el rey guarda silencio.
Mas de tres mil españoles pierden su trabajo cada día, mil de los cuales son jóvenes que engrosan una lamentable legión de parados que consumen su juventud en el tedio y la desesperanza, pero el rey guarda silencio.
Ni siquiera dice nada el monarca ante el desprestigio creciente de España en el concierto mundial, ni ante la angustia de los que tienen que pagar la hipoteca y no tienen dinero, ni frente al drama que representa el que España sea líder europeo en consumo de drogas, borracheras, prostitución y fracaso escolar.
Por cierto, aunque la mayoría de las partidas se reducen ante la crisis, el rey ha visto incrementado su "sueldo" en los recién presentados presupuestos generales del Estado para el 2009. No creemos que sea como premio a su silencio.
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