El sacerdote redentorista irlandés Alec Reid, en declaraciones al diario "El Mundo", afirma que ETA cometió el atentado de Barajas "porque el Gobierno español no estaba cumpliendo lo que había prometido".
Reid, que lleva más de 40 años actuando como mediador en distintos conflictos para tratar de lograr la paz, entre ellos el de irlanda del Norte, y, desde desde hace cuatro años, intenta hacer lo mismo en el País Vasco, con frialdad, sin dolor por las víctimas y sin emitir condena alguna del atentado de hace un mes en Barajas, que costó dos vidas y daños multimillonarios, parece culpar por entero al gobierno español, por no haber cumplido lo que prometió a los terroristas.
En nuestra opinión, el redentorista es por lo menos un auténtico "papa frita", uno de esos personajes sin valor humano, por desgracia abundantes en la Iglesia Católica, que justifican los medios si el fin es, a su juicio, bueno. Está hecho de la misma materia prima que esos centenares de curas vascos que han amamantado a los etarras y al nacionalismo extremo en las iglesias y en las sacristias vascongadas.
Se echa de menos en el sacerdote una clara condena del crimen, un alineamiento al lado de los que son asesinados, en lugar de situarse en esa enervante e inmoral equidistancia entre los que matan y los que mueren.
Pero es de agradecer que, al menos, haya contribuido a aclarar algo importante que los españoles deben tener en cuenta: que el gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero, aunque lo niegue por cobardía, se comprometió en su día con ETA a ciertas concesiones y pasos que después no cumplió, por miedo o porque cumplir esos compromisos generaría indignación y rechazo en la sociedad española.
Así lo confirma el religioso irlandés cuando dice: "El Ejecutivo (de Zapatero) cometió el error de no dar pasos. Creo que actuó así por miedo. O porque quizás las medidas que tenía que tomar hubieran comprometido su futuro electoral".
Reid, que lleva más de 40 años actuando como mediador en distintos conflictos para tratar de lograr la paz, entre ellos el de irlanda del Norte, y, desde desde hace cuatro años, intenta hacer lo mismo en el País Vasco, con frialdad, sin dolor por las víctimas y sin emitir condena alguna del atentado de hace un mes en Barajas, que costó dos vidas y daños multimillonarios, parece culpar por entero al gobierno español, por no haber cumplido lo que prometió a los terroristas.
En nuestra opinión, el redentorista es por lo menos un auténtico "papa frita", uno de esos personajes sin valor humano, por desgracia abundantes en la Iglesia Católica, que justifican los medios si el fin es, a su juicio, bueno. Está hecho de la misma materia prima que esos centenares de curas vascos que han amamantado a los etarras y al nacionalismo extremo en las iglesias y en las sacristias vascongadas.
Se echa de menos en el sacerdote una clara condena del crimen, un alineamiento al lado de los que son asesinados, en lugar de situarse en esa enervante e inmoral equidistancia entre los que matan y los que mueren.
Pero es de agradecer que, al menos, haya contribuido a aclarar algo importante que los españoles deben tener en cuenta: que el gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero, aunque lo niegue por cobardía, se comprometió en su día con ETA a ciertas concesiones y pasos que después no cumplió, por miedo o porque cumplir esos compromisos generaría indignación y rechazo en la sociedad española.
Así lo confirma el religioso irlandés cuando dice: "El Ejecutivo (de Zapatero) cometió el error de no dar pasos. Creo que actuó así por miedo. O porque quizás las medidas que tenía que tomar hubieran comprometido su futuro electoral".