La clave del éxito futuro de VOX pasa porque ese partido se escape de los estrechos ámbitos de la derecha, deje de nutrirse exclusivamente de los votos que huyen del PP y consiga atraer a los votantes tradicionales de la izquierda, muchos de los cuales están cansados y frustrados de que sus partidos prometan y no cumplan, sigan nadando en la corrupción gobiernen con hipocresía y se hagan millonarios a pesar de sus ineficacias y fracasos.
En Italia y Francia, una parte importante de los empleados y profesionales que constituyen la clase media se han convertido en votantes de Salvini y Le Pen, lo que otorga a esos partidos una fuerza suficiente para influir y gobernar. Pero en España, VOX sigue nutriéndose, casi exclusivamente, del voto de la derecha, sin atraerse a las mujeres, los jóvenes y los empleados y obreros urbanos.
En las pasadas elecciones del 28 de abril, las mujeres dieron claramente la espalda a VOX, quizás alarmadas por el debate sobre las armas de fuego, aliñado por los viejos partidos con mentiras que VOX nunca dijo y asustadas por las falsas acusaciones de que VOX acabaría con los derechos de la mujer y traería a España la guerra. De los votantes de VOX, menos del 30 por ciento fueron mujeres.
VOX necesita con urgencia romper el cerco al que le han sometido los partidos políticos adversarios, una especia de cordón sanitario que consigue asfixiar al partido utilizando la mentira y noticias y acusaciones falsas.
La gran cuestión es cómo hacerlo.
En este capítulo, VOX debería abrirse a la sociedad y escuchar opiniones y consejos de muchas personas doctas que tiene entre sus afiliados y simpatizantes, donde hay profesores universitarios, intelectuales, periodistas libres y muchos ciudadanos cultos cansados de decepciones y frustraciones políticas.
Hasta ahora, VOX ha sido un partido escasamente permeable y no ha sabido crear una interlocución de doble sentido con la sociedad española, a la que ha sabido hablar y movilizar, pero a la que nunca ha sabido escuchar, lo que ha provocado cierto colapso en las conexiones y relaciones.
Nadie necesita más que VOX un movimiento civil de apoyo, bien incrustado en la sociedad, que le sirva como plataforma de influencia y como cuña para romper el cerco de los partidos.
Si VOX no consigue librarse del dogal que le aprisiona el cuello, quizás haya alcanzado ya su techo electoral con esos 24 diputados logrados, pero si recupera su impulso inicial y establece con la sociedad española el diálogo sobre la regeneración que millones de españoles esperan, entonces su techo prácticamente no tendrá límites, tras invadir y pescar en todos los caladeros de votos, incluidos los descontentos de la izquierda y los colectivos de mujeres y jóvenes.
Francisco Rubiales
En Italia y Francia, una parte importante de los empleados y profesionales que constituyen la clase media se han convertido en votantes de Salvini y Le Pen, lo que otorga a esos partidos una fuerza suficiente para influir y gobernar. Pero en España, VOX sigue nutriéndose, casi exclusivamente, del voto de la derecha, sin atraerse a las mujeres, los jóvenes y los empleados y obreros urbanos.
En las pasadas elecciones del 28 de abril, las mujeres dieron claramente la espalda a VOX, quizás alarmadas por el debate sobre las armas de fuego, aliñado por los viejos partidos con mentiras que VOX nunca dijo y asustadas por las falsas acusaciones de que VOX acabaría con los derechos de la mujer y traería a España la guerra. De los votantes de VOX, menos del 30 por ciento fueron mujeres.
VOX necesita con urgencia romper el cerco al que le han sometido los partidos políticos adversarios, una especia de cordón sanitario que consigue asfixiar al partido utilizando la mentira y noticias y acusaciones falsas.
La gran cuestión es cómo hacerlo.
En este capítulo, VOX debería abrirse a la sociedad y escuchar opiniones y consejos de muchas personas doctas que tiene entre sus afiliados y simpatizantes, donde hay profesores universitarios, intelectuales, periodistas libres y muchos ciudadanos cultos cansados de decepciones y frustraciones políticas.
Hasta ahora, VOX ha sido un partido escasamente permeable y no ha sabido crear una interlocución de doble sentido con la sociedad española, a la que ha sabido hablar y movilizar, pero a la que nunca ha sabido escuchar, lo que ha provocado cierto colapso en las conexiones y relaciones.
Nadie necesita más que VOX un movimiento civil de apoyo, bien incrustado en la sociedad, que le sirva como plataforma de influencia y como cuña para romper el cerco de los partidos.
Si VOX no consigue librarse del dogal que le aprisiona el cuello, quizás haya alcanzado ya su techo electoral con esos 24 diputados logrados, pero si recupera su impulso inicial y establece con la sociedad española el diálogo sobre la regeneración que millones de españoles esperan, entonces su techo prácticamente no tendrá límites, tras invadir y pescar en todos los caladeros de votos, incluidos los descontentos de la izquierda y los colectivos de mujeres y jóvenes.
Francisco Rubiales