Jesús "progre"
Desde el fin de la II Guerra Mundial, los poderosos del mundo no han dejado de apoyar a los falsos progresistas que consiguen que los pobres crean que gobiernan ellos, cuando en realidad lo hacen los millonarios. El apoyo de los grandes poderes mundiales, integrados por viejas familias multimillonarias, instituciones internacionales, empresas poderosas y muchos gobiernos, a la socialdemocracia y a los populismos y disidentes controlados ha constituido la columna vertebral de la política mundial hasta nuestros días.
El "progresismo de cartón de piedra" ha sido el mejor invento de los ricos para dominar a los pobres y al mundo.
El "progreso" lo han utilizado las izquierdas para esconder su servidumbre y vinculación con el viejo leninismo comunista, derrotado y caduco, ocultando que detrás del falso progreso que ellos predican hay represión, pobreza, dolor y decenas de millones de ciudadanos asesinados por los estados comunistas. Que los neocomunistas y los socialdemócratas confusos utilicen el mismo concepto que sirvió para crear gobierno totalitarios y pueblos tan sometidos que tuvieron que construir muros y cerrar sus fronteras para que los ciudadanos no escaparan es una auténtica vergüenza y sólo demuestra que los políticos creen que los ciudadanos españoles somos tan idiotas que ni siquiera somos capaces de descubrir el engaño y la estafa que ellos nos proponen.
La fascinación que ejerce el término "progreso" es tan grande que las derechas han imitado a los socialdemócratas y, además de neutralizar las corrientes liberales que existían en su seno, se han contagiado de tendencias y comportamientos socialdemocráticos, no encabezando gobiernos "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", sino gobiernos "de los políticos, en nombre del pueblo y para los más ricos".
¿Que quieren decir en la actualidad española Pedro Sánchez y Pablo Iglesias cuando hablan de "gobierno de cambio" o "gobierno de progreso"? Nada. Absolutamente nada, salvo un eficaz engaño y estafa.
Los que hablan de progreso deberían saber que el único progreso que merece llevar ese nombre es el que otorga protagonismo al ciudadano y al autogobierno, el que elimina el Estado abusivo e intervencionista que los políticos adoran, suntituyéndolo por el que incrementa los controles ciudadanos sobre los políticos, el que suprime la subvención pública de los partidos, el que refuerza las libertades, potencia la democracia y el que impulsa los valores, justo lo contrario de lo que ellos han hecho, ayudados por una derecha cobarde y acomplejada, con la pobre España.
Pero la palabra "progreso", aunque cargada de engaño, electrifica y atrae poderosamente a los marginados, haciéndoles creer que si votan "progreso" gobernarán ellos mismos o lo harán personas que cuidarán sus intereses, cuando la verdad es que los defensores del "progreso" han luchado con mayor eficacia que la misma derecha para desmontar el Estado del Bienestar, los que han construido un Estado injusto y plagado de amigos y familiares del poder, los que han acabado con la justicia independiente, los que han degradado la democracia, marginado a los ciudadanos, potenciado los paraísos fiscales y beneficiado a las clases más pudientes.
Francisco Rubiales
El "progresismo de cartón de piedra" ha sido el mejor invento de los ricos para dominar a los pobres y al mundo.
El "progreso" lo han utilizado las izquierdas para esconder su servidumbre y vinculación con el viejo leninismo comunista, derrotado y caduco, ocultando que detrás del falso progreso que ellos predican hay represión, pobreza, dolor y decenas de millones de ciudadanos asesinados por los estados comunistas. Que los neocomunistas y los socialdemócratas confusos utilicen el mismo concepto que sirvió para crear gobierno totalitarios y pueblos tan sometidos que tuvieron que construir muros y cerrar sus fronteras para que los ciudadanos no escaparan es una auténtica vergüenza y sólo demuestra que los políticos creen que los ciudadanos españoles somos tan idiotas que ni siquiera somos capaces de descubrir el engaño y la estafa que ellos nos proponen.
La fascinación que ejerce el término "progreso" es tan grande que las derechas han imitado a los socialdemócratas y, además de neutralizar las corrientes liberales que existían en su seno, se han contagiado de tendencias y comportamientos socialdemocráticos, no encabezando gobiernos "del pueblo, por el pueblo y para el pueblo", sino gobiernos "de los políticos, en nombre del pueblo y para los más ricos".
¿Que quieren decir en la actualidad española Pedro Sánchez y Pablo Iglesias cuando hablan de "gobierno de cambio" o "gobierno de progreso"? Nada. Absolutamente nada, salvo un eficaz engaño y estafa.
Los que hablan de progreso deberían saber que el único progreso que merece llevar ese nombre es el que otorga protagonismo al ciudadano y al autogobierno, el que elimina el Estado abusivo e intervencionista que los políticos adoran, suntituyéndolo por el que incrementa los controles ciudadanos sobre los políticos, el que suprime la subvención pública de los partidos, el que refuerza las libertades, potencia la democracia y el que impulsa los valores, justo lo contrario de lo que ellos han hecho, ayudados por una derecha cobarde y acomplejada, con la pobre España.
Pero la palabra "progreso", aunque cargada de engaño, electrifica y atrae poderosamente a los marginados, haciéndoles creer que si votan "progreso" gobernarán ellos mismos o lo harán personas que cuidarán sus intereses, cuando la verdad es que los defensores del "progreso" han luchado con mayor eficacia que la misma derecha para desmontar el Estado del Bienestar, los que han construido un Estado injusto y plagado de amigos y familiares del poder, los que han acabado con la justicia independiente, los que han degradado la democracia, marginado a los ciudadanos, potenciado los paraísos fiscales y beneficiado a las clases más pudientes.
Francisco Rubiales