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El profundo deterioro de los estados y los ejércitos, algunos de los cuales se han vuelto asesinos



En Kazajistán los militares están disparando contra el pueblo, siguiendo órdenes ilícitas y corruptas de su gobierno. Han olvidado, como muchos otros ejércitos, que la lealtad se la deben a la nación, al pueblo y a las leyes, no a los gobiernos, ni a los políticos, que muchas veces optan por la ruta corrupta y criminal.

No se trata de un hecho aislado y extraño sino de una consecuencia del deterioro profundo que están sufriendo las fuerzas armadas, incluso en muchos países democráticos, donde se han sometido a los políticos, lo que equivale, a veces, a someterse al capricho de corruptos criminales.

Los ejércitos de casi todo el mundo, incluidas las democracias con más solera, están siendo infiltrados por los partidos políticos, que quieren controlar también el fusil, y lo están consiguiendo a través de la corrupción y ascendiendo sólo a los militares sometidos.

El deterioro de los ejércitos, el de la sociedad y el de las instituciones son reflejo y consecuencia del deterioro profundo de la política, que se ha convertido en el gran fenómeno del siglo XXI. Los partidos políticos, muchos de los cuales se han sumergido en la corrupción, el abuso de poder y la tiranía, es tan inmenso y nauseabundo que está pudriendo a prácticamente la totalidad de las actividades humanas, desde el comercio a la economía en general, las costumbres, los valores y la convivencia.

La gran víctima de esa corrupción generalizada que emana de la clase dirigente es el pueblo, pero sobre todo la libertad, que retrocede acorralada por gobiernos y poderes en las sombras que están mas interesados en controlar el mundo que en mejorarlo. Las fuerzas armadas, olvidando que su gran misión es defender a los ciudadanos, consideran ya al pueblo, en muchos países, como el mayor enemigo potencial, más que a los ejércitos enemigos invasores, y dedican el grueso de su esfuerzo a proteger a los políticos y a las élites, descuidando su deber sagrado de defensa de la patria y de los ciudadanos.
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El gobierno de Zazasjistán ordena al ejército dispara a matar a la población, alzada contra la tiranía y el abuso
Lo que está sucediendo en Kazasjistán es claro reflejo del desastre mundial que nos envuelve. El presidente Tokayev de Kazajistán ha ordenado “disparar a matar sin previo aviso” contra los manifestantes que protestan por la subida de los carburantes y por la tiranía que les oprime. Los militares, corrompidos y contagiados de corrupción por los políticos, cumplen la orden de matar y se transforman en verdugos asesinos. Putin ha enviado tropas para proteger a su aliado y el mundo se mantiene al margen porque muchos dirigentes comparten con Tokáyev la siniestra tesis de que el enemigo es el mismo pueblo. El número de muertos se desconoce porque los gobiernos sátrapas ocultan la verdad, pero se sabe que más de 3.800 personas han sido detenidas.

Desde que terminó la Guerra Fría, el poder mundial empezó a deteriorarse a marchas forzadas. Los poderosos se organizaron en un lobby universal de poder irresistible y empezaron a domesticar a las grandes corporaciones y a los jefes de Estado y de Gobierno. Algunos se resistieron, pero la mayoría se convirtieron en vasallos del poder en las sombras.

Pronto empezaron a verse las consecuencias: las democracias se prostituían desde dentro, la libertad era arrinconada, los derechos humanos se violaban y el poder de los poderosos no paraban de crecer. Impusieron el criterio de que la imponente concentración de la riqueza en pocas manos era buena para el mundo y también convencieron a los políticos y a gran parte de pueblo de que el verdadero enemigo eran los revolucionarios y antisistema, a los que acusaban de querer acabar con la misma democracia que ellos había ya dinamitado. Las fuerzas militares y policiales empezaron a recibir más material antidisturbios que material de guerra porque el enemigo más temido por los grandes poderes eran la libertad, la democracia y el pueblo.

Portavoces visibles del Gran Poder mundial, como los Soros, Gates, Kissinger y otros convencieron a los gobiernos de que no sufrirían ataques externos y que ellos se encargarían de sostener el statu quo en todos los países integrados en el Nuevo Orden Mundial. A cambio debían incorporarse a la construcción de un mundo nuevo donde el poder sería invencible y el pueblo estaría siempre bajo control. Esa nueva filosofía reina ya en el mundo, salvo en algunos países que se resisten, con Rusia a la cabeza, que quiere mantener su propia tiranía, al margen del poder anglosajón que lidera el mundo oscuro.

Las cosas se están poniendo muy mal para las personas honradas, decentes y justas y peor todavía para los que quieran conservar su libertad. Los políticos, respaldados por los malvados poderosos acaparadores en las sombras, unos pocos que son dueños de casi un tercio de las riquezas totales del planeta, han perdido el respeto al pueblo, al que muchas veces odian y desprecian, y a las leyes, a pesar de que ellos las dictan para seguir siendo casi impunes. La consecuencia es que el pueblo es aplastado como una cucaracha, a veces a tiro limpio y la mayoría de las veces mediante la mentira, la manipulación, el uso del miedo y el empleo del dinero para comprar votos que perpetúen en el poder a los sátrapas, premiar a los sometidos y castigar a la gente libre.

No es obsesión conspiranoica, sino la pura verdad. La democracia está en caída libre y las libertades y derechos son cazados como conejos por la chusma al servicio de la esclavitud y del mal.

Francisco Rubiales

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Domingo, 9 de Enero 2022
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