La sucia deriva de España y su avance inexorable hacia la ruina política, económica y moral, bajo el nefasto liderazgo del actual presidente del gobierno, hacen urgente que Zapatero sea expulsado del poder y convierten esa expulsión en el primer deber de un demócrata español en el presente.
Las obligaciones más importantes para un demócrata español siguen siendo la regeneración de la democracia y contribuir al resurgimiento de la sociedad postrada, pero el deber más urgente y prioritario es expulsar del poder al actual presidente del gobierno, un personaje nocivo para España, aunque para ello haya que votar a gente tan poco decente y democráticamente fiable como Rajoy y los suyos.
La postración de España es tan intensa y los errores políticos del gobierno tan profundos y pertinaces que echar a Zapatero se ha convertido ya para España en una cuestión de vida o muerte y demostrar en las calles y en la vida diaria ese rechazo al gobierno, en una exigencia de dignidad para los demócratas.
La injusta e inconveniente subida de impuestos, que diezmará a las clases bajas y medias y la ley del aborto libérrimo, que autoriza a niñas de 16 años a matar al hijo que portan en su vientre, sin que ni siquiera lo sepan sus padres, son las dos últimas aberraciones de un dirigente que ya empieza a ser considerado por muchos ciudadanos como la peor plaga política de España desde aquel nefasto Fernando VII que, a golpe de traiciones y mentiras, fue bautizado como "el rey felón".
La España que dirige Zapatero con mano firme y sonrisa hipócrita camina hacia la ruina y hacia su derrota como pueblo, conquistando cada día nuevas cotas de insolidaridad, desunión, despilfarro, degeneración política y vileza moral. En Europa se empieza a ver a España como "el país enfermo", campeón y líder de todo lo deleznable: alcoholismo, prostitución, desempleo, avance de la pobreza, baja calidad de la enseñanza, fracaso escolar, incremento de la delincuencia, desconfianza, degeneración de la democracia, desprestigio de sus líderes políticos, corrupción y pésimo liderazgo, entre otros muchos vicios y dramas.
La España de Zapatero es un bodrio en el que lo único que avanza es la pobreza y la humillación de los ciudadanos, impotentes ante el desastre que se fragua, muchos de los cuales incorporándose cada día a las colas de los comedores de caridad y a la legión de los que ya comen de los desechos que encuentran en las basuras y duermen en las calles y parques, bajo cartones y plásticos.
Sólo la impresionante lluvia de propaganda del gobierno y la imbecilidad de los fanáticos, dispuestos a defender a los suyos y a odiar al adversario "hasta la muerte", como si la política fuera un encuentro de fútbol, impide al grueso de la sociedad española ser consciente de su tragedia.
Los políticos son prácticamente impunes, conviven con la mentira y gobiernan con arrogancia desmedida, sin los controles que la democracia establece para limitar y sujetar al poder del Estado. En España, la dimensión del Estado es desproporcionada y la marea de enchufados, familiares, correligionarios y amigos colocados por el poder y cobrando del erario público es ya una riada intolerable. En esta España vergonzante no existe separación de poderes porque los partidos políticos los controlan y sojuzgan. La ley no es igual para todos. La corrupción forma parte del Estado. La sociedad civil ha sido asesinada por los partidos políticos. Los ciudadanos no pueden elegir libremente a sus representantes porque son los partidos los que eligen a los que formarán parte de esas antidemocráticas listas cerradas y bloqueadas que arrebatan al ciudadano su derecho a elegir, sagrado en democracia. En España, gran parte de los medios de comunicación están sometidos al poder o controlados por uno de los partidos políticos, traicionando el imprescindible servicio que le deben a la verdad, al ciudadano y a la democracia. En España se gobierna en contra de la voluntad popular y, desde el poder, se adoptan medidas que son rechazadas por más del 70 por ciento de la población. En España la gente desconfía de sus políticos, a los que señala en las encuestas como la quinta preocupación nacional, por delante del terrorismo. En España, cada día más gente se aleja del sistema y comienza a odiar al poder.
Por todas estas razones, "echar a Zapatero" es la primera urgencia del país y la primera obligación de un demócrata español, aunque para ello tenga que abrir un paréntesis y votar a una oposición que, para desgracia de España, también huele a podrido.
Las obligaciones más importantes para un demócrata español siguen siendo la regeneración de la democracia y contribuir al resurgimiento de la sociedad postrada, pero el deber más urgente y prioritario es expulsar del poder al actual presidente del gobierno, un personaje nocivo para España, aunque para ello haya que votar a gente tan poco decente y democráticamente fiable como Rajoy y los suyos.
La postración de España es tan intensa y los errores políticos del gobierno tan profundos y pertinaces que echar a Zapatero se ha convertido ya para España en una cuestión de vida o muerte y demostrar en las calles y en la vida diaria ese rechazo al gobierno, en una exigencia de dignidad para los demócratas.
La injusta e inconveniente subida de impuestos, que diezmará a las clases bajas y medias y la ley del aborto libérrimo, que autoriza a niñas de 16 años a matar al hijo que portan en su vientre, sin que ni siquiera lo sepan sus padres, son las dos últimas aberraciones de un dirigente que ya empieza a ser considerado por muchos ciudadanos como la peor plaga política de España desde aquel nefasto Fernando VII que, a golpe de traiciones y mentiras, fue bautizado como "el rey felón".
La España que dirige Zapatero con mano firme y sonrisa hipócrita camina hacia la ruina y hacia su derrota como pueblo, conquistando cada día nuevas cotas de insolidaridad, desunión, despilfarro, degeneración política y vileza moral. En Europa se empieza a ver a España como "el país enfermo", campeón y líder de todo lo deleznable: alcoholismo, prostitución, desempleo, avance de la pobreza, baja calidad de la enseñanza, fracaso escolar, incremento de la delincuencia, desconfianza, degeneración de la democracia, desprestigio de sus líderes políticos, corrupción y pésimo liderazgo, entre otros muchos vicios y dramas.
La España de Zapatero es un bodrio en el que lo único que avanza es la pobreza y la humillación de los ciudadanos, impotentes ante el desastre que se fragua, muchos de los cuales incorporándose cada día a las colas de los comedores de caridad y a la legión de los que ya comen de los desechos que encuentran en las basuras y duermen en las calles y parques, bajo cartones y plásticos.
Sólo la impresionante lluvia de propaganda del gobierno y la imbecilidad de los fanáticos, dispuestos a defender a los suyos y a odiar al adversario "hasta la muerte", como si la política fuera un encuentro de fútbol, impide al grueso de la sociedad española ser consciente de su tragedia.
Los políticos son prácticamente impunes, conviven con la mentira y gobiernan con arrogancia desmedida, sin los controles que la democracia establece para limitar y sujetar al poder del Estado. En España, la dimensión del Estado es desproporcionada y la marea de enchufados, familiares, correligionarios y amigos colocados por el poder y cobrando del erario público es ya una riada intolerable. En esta España vergonzante no existe separación de poderes porque los partidos políticos los controlan y sojuzgan. La ley no es igual para todos. La corrupción forma parte del Estado. La sociedad civil ha sido asesinada por los partidos políticos. Los ciudadanos no pueden elegir libremente a sus representantes porque son los partidos los que eligen a los que formarán parte de esas antidemocráticas listas cerradas y bloqueadas que arrebatan al ciudadano su derecho a elegir, sagrado en democracia. En España, gran parte de los medios de comunicación están sometidos al poder o controlados por uno de los partidos políticos, traicionando el imprescindible servicio que le deben a la verdad, al ciudadano y a la democracia. En España se gobierna en contra de la voluntad popular y, desde el poder, se adoptan medidas que son rechazadas por más del 70 por ciento de la población. En España la gente desconfía de sus políticos, a los que señala en las encuestas como la quinta preocupación nacional, por delante del terrorismo. En España, cada día más gente se aleja del sistema y comienza a odiar al poder.
Por todas estas razones, "echar a Zapatero" es la primera urgencia del país y la primera obligación de un demócrata español, aunque para ello tenga que abrir un paréntesis y votar a una oposición que, para desgracia de España, también huele a podrido.