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El poder quiere eliminar a las clases medias porque las considera un peligro



Las clases medias están siendo aplastadas por los que quieren controlar el mundo sin resistencia, ese vértice del establishment que, desde las sombras, ya ha conseguido que el mundo se llene de paraísos fiscales para que ellos no paguen impuestos, que los sindicatos pierdan poder, que las grandes empresas públicas hayan sido privatizadas y que la banca y los gobiernos estén bajo su control.
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La riqueza está siendo trasladada desde las clases medias y trabajadoras a los ricos, a un ritmo de vértigo. En los últimos 50 años, en torno al 15 por ciento de la riqueza mundial ha pasado de las clases medias a engrosar el patrimonio de los multimillonarios, hasta conseguir que los cien ciudadanos más ricos del mundo tengan ya más dinero que los 8.000 millones más pobres. Y lo peor es que el trasvase se ha acelerado con la crisis y parece imparable.

Pero no es sólo la codicia la que impulsa al poder mundial y a los gobiernos que controla a aplastar a las clases medias. La causa principal es que las clases medias son las que se informan, piensan, reflexionan y tienen capacidad de influir, lo que las convierte en un peligro para los poderosos y para la casta política, pues son capaces de ver y comprender lo mal que gobiernan y toda la suciedad e injusticia que acumula el mundo que los políticos y sus amos construyen.

Las clases medias han sido sentenciadas a muerte y el guión de su ejecución se está cumpliendo en todo el planeta.

Los ricos van a lo suyo, que es incrementar su poder y riqueza, y disponen de la información, el poder y los escuderos necesarios para cambiar las leyes y los gobiernos que les molestan. Los proletarios, con tal de comer todos los días, a ser posible sin trabajar, ya son felices y votarán a cualquiera que les garantice el pan y el circo. El problema se concentra en las clases medias, que todavía son fuertes y poseen cultura, riqueza, pujanza y cierta capacidad de influir en los destinos del mundo.

El objetivo es convertir la clases medias en proletarias y sustituir su libertad y su capacidad de pensar por los rasgos propios del proletariado, que son básicamente la lucha por la subsistencia y el conformismo, siempre que tengan pan y circo.

Lo que el poder más teme, además del pensamiento libre, es que la gente se salga del sistema. Por eso ayudan al nacimiento y expansión controlada de los partidos populistas, que les prometen subvenciones públicas y un poder que jamás llega al pueblo y que siempre controlan los líderes.

Los expertos al servicio del establishment han diseñado la estrategia del exterminio lento para acabar con las clases medias, que consiste en exprimirlos fiscalmente para acabar con su riqueza, poco a poco, traspasando sus fondos a los ricos, al mismo tiempo que se les empuja hacia el proletariado. Simultáneamente, se dificulta que traspasen sus herencias a sus hijos, a los que también se les castiga con un desempleo juvenil que se hace crónico y que les conduce a la precarización.

La estrategia de liquidación de las clases medias es compleja y cubre un amplio espectro de actuaciones, entre las que figuran el descenso general de la calidad de la enseñanza, salvo en universidades de élite, que solo están al alcance de los muy ricos, el acoso a religiones como las cristianas, que promueven la libertad individual, la confusión mediática, el fin de las verdades y certezas (post-verdad) y la persecución policial de los delitos que se cometen en el ámbito de las clases medias, más castigados que los delitos que cometen los millonarios y los proletarios.

Francisco Rubiales

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Viernes, 17 de Febrero 2017
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