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El pequeño Nicolás pone en ridículo a las élites que controlan España





El pequeño Nicolás, un chaval de 20 años, ha sido capaz de poner en ridículo a las élites que dominan España, demostrando ante los ojos del mundo que este país está gobernado por personas con un profundo déficit, no sólo ético, sino también de inteligencia y preparación.

El mismo sistema político y de poder ha sido puesto en ridículo por este audaz muchacho, que se ha colocado inexplicablemente al lado de los personajes mas influyentes de la nación y ha asistido a actos donde se supone que la seguridad debería haber sido rigurosa e impenetrable.

Los españoles sienten una mezcla de estupor y de risa cuando contemplan cada día en la televisión la batería de fotografías en las que Francisco Nicolás Gómez Iglesias, el pillo que siempre quiso ser famoso, posa al lado del rey Felipe VI, del ex presidente Aznar, de Esperanza Aguirre, de varios ministros y de los políticos y empresarios mas poderosos del país, una burla cruel a toda esa sociedad solemne, cerrada y elitista que controla el poder en España.

Ahora, conscientes del ridículo, dicen que el joven Nicolás, que se movía con escoltas y que recibía en un chalet de lujo de una urbanización exclusiva de Madrid, no pudo haber actuado solo y que debió recibir ayuda desde algunos ámbitos del poder.

Pero, mientras no se demuestre lo contrario, Nicolás los engañó a todos y, con tan solo 20 años, puso en ridículo a esa clase política y empresarial inmensamente rica, que se ha divorciado de los ciudadanos y que, por su comportamiento, arrogancia y pésimo liderazgo, es despreciada y hasta odiada por la inmensa mayoría de los españoles.

Si España fuera un país serio en lugar de una opereta, los protocolos de la Seguridad Nacional tendrían que ser revisados y mejorados después del ridículo que el sistema de poder ha exhibido ante el mundo.

El joven estudiante ha ridiculizado al sistema de poder español y lo ha hecho utilizando las mismas armas que utilizan las élites: las palabras apropiadas, apariencias de poder, osadía, arrogancia y mucho teatro. El muchacho se desplazaba en coches negros, rodeado de escoltas, exhibiendo títulos falsos y viviendas de lujo, con la arrogancia propia de los poderosos y utilizando hábilmente información, datos y nombres.

La jueza que lleva su caso le ha retirado el pasaporte. Participó en actos de FAES, acudió a eventos del PP y llegó a colarse en el besamanos que siguió a la coronación de Felipe VI sin estar invitado. Las redes sociales se llenan de referencias sobre las osadías del estudiante madrileño, que se hacía pasar con éxito por alto cargo ministerial, enlace con la Casa Real, hombre del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), mano derecha de la vicepresidenta del Gobierno y del presidente de la patronal de Madrid y 'conseguidor' con influencias en sus ratos libres.

Su carrera se truncó el pasado martes 14 de octubre, cuando la Policía Nacional le detuvo por estafar 25.000 euros a cambio de informes falsos.

En torno a Nicolás surgen demasiadas preguntas sin respuestas que ridiculizan a la élite poderosa de España y, sobre todo, a la seguridad que debe cuidar de los altos cargos del Estado. Nadie se explica de dónde ha salido este chaval y cómo pudo colarse en eventos tan relevantes como el besamanos que siguió a la coronación del rey de España.

Ahora le acusan de estafa, falsificación de informes del CNI y usurpación de funciones públicas, pero muchos españoles creen que a un tipo así deberían hacerlo ministro porque ha sabido desvalijar el sistema con perfección de relojero.

El siguiente párrafo, publicado en la prensa, resume claramente lo que el personaje era:

"Su entretenimiento principal era acceder a actos públicos y relacionarse con políticos y empresarios. Así, se coló en conferencias de la fundación de estudios del PP (FAES), en actos públicos de Esperanza Aguirre, en desayunos de prensa con ministros y altos cargos o en encuentros con los mandamases del Ibex 35, alcanzando incluso a sentarse en las mesas de los ponentes. Llegó a ser apoderado de la candidatura de Arturo Fernández a la reelección como presidente de la patronal de Madrid. Su mayor éxito, sin embargo, fue participar en la recepción oficial de los nuevos reyes. ¿Cuál era su táctica? Deslumbraba a sus interlocutores a base de palabrería y apariencia. Las fotos que se sacaba con José María Aznar, Esperanza Aguirre, Ana Botella o el empresario Juan Miguel Villar Mir le servían de tarjeta de presentación para asegurar que formaba parte de diferentes gabinetes ministeriales. En ocasiones, alquilaba coches de alta gama y llegaba a los encuentros con chófer. El alcalde de Ribadeo (Lugo) llegó a ponerle escolta cuando el chico le convenció de que iba a comer con el rey en el pueblo. Su chófer en esa ocasión fue un policía municipal de Madrid que ha sido expulsado del cuerpo de escoltas, al que pertenecía, por el Ayuntamiento. Además, disponía de las llaves de un chalet en la exclusiva zona de El Viso que usaba como oficina —está empadronado allí— y donde tenía su propio 'jefe de seguridad', según contó El Mundo. Su mejor truco era mostrar informes del CNI o del Ejecutivo central que, en realidad, eran falsificaciones o fotocopias. ¿Qué pretendía? Contactar con las altas esferas y venderles servicios inexistentes. En su declaración ante la Policía afirmó haberse reunido con Manos Limpias a cambio de que la organización rebajase su petición de pena para Iñaki Urdangarin, investigado por el 'caso Nóos'. Hasta pidió dinero al abogado de Jordi Pujol a cambio de interceder por él. La Policía aún estudia si Nicolás armó solo su historia, si padece algún tipo de trastorno mental o si estaba 'dirigido' por terceros."

Ni siquiera la juez que le tomó declaración se lo explica: "Esta instructora no acierta a entender cómo un joven de 20 años, con su mera palabrería, aparentemente con su propia identidad, pueda acceder a las conferencias, lugares y actos a los que accedió sin alertar desde el inicio de su conducta a nadie, por muy de las juventudes del PP que manifieste haber sido".


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Jueves, 23 de Octubre 2014
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