El tercer gran partido político de España no está inscrito en el registro, ni tiene militantes con carné, ni se presenta a las elecciones, aunque tiene unas ideas claras que cada vez le distancian más de la izquierda y de la derecha. Es el partido de la COPE, que aglutina a gente que añora los valores perdidos y que es cada vez más crítica con una democracia que, según dicen, nos ha hecho retroceder en muchos aspectos.
Su gran "pastor" es Federico Jiménez Losantos, quizás el único periodista con alta audiencia en España que es capaz de criticar por igual a la derecha y a la izquierda, lo cual, al margen del rechazo que producen sus fobias, filias y duro estilo, es de agradecer en un país donde la inmensa mayoría de los medios, periodistas e intelectuales están sometidos a los grandes poderes y sólo critican al bando contrario, un rasgo preocupante que empuja el sistema hacia el totalitarismo.
El partido de la COPE tiene hoy unos dos millones de votos, lo que le convertiría en el tercer gran partido del país, después del PSOE y del PP, pero si la política sigue deteriorándose en España y los políticos perdiendo solvencia, respeto y prestigio, víctimas de su torpeza, ineptitud, ineficacia y amor obsesivo por el poder y los privilegios, pronto tendrá cuatro millones de votos.
Muchos son gente que antes apoyaba al PP, pero que hoy consideran a Rajoy como un "traidor".Sin embargo, cada día hay más decepcionados con la democracia, a la que consideran traicionada por los políticos y podrida hasta la médula. Muchos son próximos a la Iglesia Católica, pero no es ese su principal rasgo distintivo. El rasgo que más une al potencial partido es su odio a la izquierda en general y, especialmente, al socialismo, al que culpan de la mayoría de los desastres de la España actual, desde la corrupción a la disgragación, sin olvidar la caída de los valores, el retroceso de la cohesión y el auge del nacionalismo radical y separatista. Pero ese rechazo a la izquierda, de manera imparable, se está transformando en una rechazo a la partitocracia y a la política profesional y corrupta que ha tomado el poder en la mayoría de los países.
Otro rasgo que les distingue es que se sienten políticamente huérfanos, ya que no pueden identificarse con ningún partido entre los que tienen representación parlamentaria. Al PP, el partido con el que podrían sentirse más identificados, no le perdonan su cobardía frente a la izquierda, su escasa defensa de los valores y principios y el reciente giro que Rajoy ha dado al timón popular, acercándolo al PSOE y al nacionalismo.
Saber a quien votarán esos dos o más millones de electores en las próximas elecciones es, probablemente, la incógnita clave del futuro político inmediato de España. Si abandonan al PP, Rajoy sufrirá una derrota tan humillante que tendrá que dimitir y que tal vez obligue a la derecha a rediseñarse.
Quizás el futuro de su líder mediático, FJL, pase por agrupar a sus seguidores y acogerlos en una nueva formación política, cuando termine su actual contrato con la COPE.
Su gran "pastor" es Federico Jiménez Losantos, quizás el único periodista con alta audiencia en España que es capaz de criticar por igual a la derecha y a la izquierda, lo cual, al margen del rechazo que producen sus fobias, filias y duro estilo, es de agradecer en un país donde la inmensa mayoría de los medios, periodistas e intelectuales están sometidos a los grandes poderes y sólo critican al bando contrario, un rasgo preocupante que empuja el sistema hacia el totalitarismo.
El partido de la COPE tiene hoy unos dos millones de votos, lo que le convertiría en el tercer gran partido del país, después del PSOE y del PP, pero si la política sigue deteriorándose en España y los políticos perdiendo solvencia, respeto y prestigio, víctimas de su torpeza, ineptitud, ineficacia y amor obsesivo por el poder y los privilegios, pronto tendrá cuatro millones de votos.
Muchos son gente que antes apoyaba al PP, pero que hoy consideran a Rajoy como un "traidor".Sin embargo, cada día hay más decepcionados con la democracia, a la que consideran traicionada por los políticos y podrida hasta la médula. Muchos son próximos a la Iglesia Católica, pero no es ese su principal rasgo distintivo. El rasgo que más une al potencial partido es su odio a la izquierda en general y, especialmente, al socialismo, al que culpan de la mayoría de los desastres de la España actual, desde la corrupción a la disgragación, sin olvidar la caída de los valores, el retroceso de la cohesión y el auge del nacionalismo radical y separatista. Pero ese rechazo a la izquierda, de manera imparable, se está transformando en una rechazo a la partitocracia y a la política profesional y corrupta que ha tomado el poder en la mayoría de los países.
Otro rasgo que les distingue es que se sienten políticamente huérfanos, ya que no pueden identificarse con ningún partido entre los que tienen representación parlamentaria. Al PP, el partido con el que podrían sentirse más identificados, no le perdonan su cobardía frente a la izquierda, su escasa defensa de los valores y principios y el reciente giro que Rajoy ha dado al timón popular, acercándolo al PSOE y al nacionalismo.
Saber a quien votarán esos dos o más millones de electores en las próximas elecciones es, probablemente, la incógnita clave del futuro político inmediato de España. Si abandonan al PP, Rajoy sufrirá una derrota tan humillante que tendrá que dimitir y que tal vez obligue a la derecha a rediseñarse.
Quizás el futuro de su líder mediático, FJL, pase por agrupar a sus seguidores y acogerlos en una nueva formación política, cuando termine su actual contrato con la COPE.
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