Una de las mas irrespetuosas y hostiles imágenes entre las miles que hostigan a Francisco en las redes sociales
Ante la avalancha de críticas dentro de la misma Iglesia, el papa ha optado por desafiar a sus críticos y ha dicho: "Rezo para que no haya un cisma, pero no le tengo miedo".
Las críticas a Francisco por su inclinación a defender regímenes e ideas próximas al comunismo arrecian, sobre todo en Estados Unidos, donde la parte más conservadora de la Iglesia y de la sociedad le cuestiona abiertamente. La respuesta de Francisco ha sido mostrar sus discrepancias con los conservadores que lo critican, de los que dice que "no quieren el bien para la Iglesia", sino que solo se preocupan por "cambiar papas, cambiar estilos, crear un cisma".
Las redes sociales son un hervidero de críticas al papa con escasas defensas al pontífice, que parece estar perdiendo la batalla de la opinión y padeciendo un acoso que ignora sus reformas en el Vaticano e hipertrofia sus deslices políticos e ideológicos. Es evidente que el papa, al entrar en la batalla ideológica mundial, se ha convertido en una diana para muchos, entre ellos los más radicales e irrespetuosos con la verdad.
Toda la oposición se acentuó cuando el papa afirmó que no es la Iglesia la que piensa como los comunistas sino que son los comunistas los que piensan como los cristianos. Ese pensamiento, claramente cuestionable si se tienen en cuenta los horrendos crimines del comunismo en la Historia, desató la ira no sólo de los conservadores sino también de los demócratas y de los que luchan contra las tiranías, ya sean de derecha o de izquierda, acusando al papa de confundir y condenar sólo a una parte de la contienda ideológica y política mundial. Desde entonces, muchos le califican de "rojo", de "montonero" o de "peronista", partido de su patria, Argentina, entre los que tiene muchos buenos amigos.
Otro foco de críticas es la defensa a ultranza del papa a la libre inmigración y su indiferencia ante el drama de una Europa invadida que está perdiendo sus raíces cristianas e identidad humanística. Muchos europeos le consideran un irresponsable por su defensa de la inmigración sin matices y retan al Vaticano que abra sus altos muros y reciba también a la inmigración que entra en Europa como un torrente.
Con respecto a España, la actitud crítica hacia el papa es todavía moderada porque la tradición católica pesa muchos entre los españoles, pero empieza a desatarse una fuerte oposición ante fenómenos que resultan difíciles de ocultar, como la indiferencia del Vaticano ante la defensa del independentismo que realizan los obispos y gran parte del clero catalán, que es interpretada como un cauteloso apoyo del papa. Otro torpedo del pontífice contra España fue cuando dio a entender con sus declaraciones que sólo visitaría España cuando acabara la guerra en ese país, una afirmación que indignó a millones de españoles que creen que la lucha por la unidad de la nación contra el independentismo y la rebelión catalana es un deber frente a corruptos, manipuladores y violadores de la constitución.
El reciente "ataque" a VOX en L’Osservatore Romano, el diario oficial del Vaticano, que es incapaz de publicar algo que no cuente con el apoyo del pontífice, puede enrarecer todavía más el ambiente y estimular el rechazo al papa argentino en millones de votantes de VOX. El órgano vaticano ve con preocupación que Ignacio Gil Lázaro haya sido escogido Vicepresidente de la Mesa del Congreso, ya que VOX es un «partido de extrema derecha». Los de VOX piensan con razón que esa misma preocupación no la tiene el órgano papal por la presencia en esa misma Mesa de personas abiertamente totalitarias y hostiles a la religión católica, como pueden ser los representantes de Unidas Podemos.
La guerra en el seno de la mismo iglesia crece cada día y se manifestó no hace mucho en las indicaciones que Francisco ha dado, en forma decálogo, a los nuncios, a los que asegura que “es inconciliable ser representante pontificio y criticar al Papa a sus espaldas, tener blogs o unirse a grupos hostiles a él, a la Curia y a la Iglesia de Roma".
Muchos católicos se sienten confundidos ante la polémica y perciben claramente que los tambores de guerra suenan dentro de la Iglesia. Acostumbrados al respeto reverencial que disfrutaban los papas en un pasado no muy lejano, los cristianos practicantes se sienten mal y en gran medida indignados al contemplar a un representante de Cristo luchando en las trincheras, precisamente con posiciones cercanas a la peor y más sanguinaria ideología que ha conocido el mundo: el comunismo.
Francisco Rubiales
Las críticas a Francisco por su inclinación a defender regímenes e ideas próximas al comunismo arrecian, sobre todo en Estados Unidos, donde la parte más conservadora de la Iglesia y de la sociedad le cuestiona abiertamente. La respuesta de Francisco ha sido mostrar sus discrepancias con los conservadores que lo critican, de los que dice que "no quieren el bien para la Iglesia", sino que solo se preocupan por "cambiar papas, cambiar estilos, crear un cisma".
Las redes sociales son un hervidero de críticas al papa con escasas defensas al pontífice, que parece estar perdiendo la batalla de la opinión y padeciendo un acoso que ignora sus reformas en el Vaticano e hipertrofia sus deslices políticos e ideológicos. Es evidente que el papa, al entrar en la batalla ideológica mundial, se ha convertido en una diana para muchos, entre ellos los más radicales e irrespetuosos con la verdad.
Toda la oposición se acentuó cuando el papa afirmó que no es la Iglesia la que piensa como los comunistas sino que son los comunistas los que piensan como los cristianos. Ese pensamiento, claramente cuestionable si se tienen en cuenta los horrendos crimines del comunismo en la Historia, desató la ira no sólo de los conservadores sino también de los demócratas y de los que luchan contra las tiranías, ya sean de derecha o de izquierda, acusando al papa de confundir y condenar sólo a una parte de la contienda ideológica y política mundial. Desde entonces, muchos le califican de "rojo", de "montonero" o de "peronista", partido de su patria, Argentina, entre los que tiene muchos buenos amigos.
Otro foco de críticas es la defensa a ultranza del papa a la libre inmigración y su indiferencia ante el drama de una Europa invadida que está perdiendo sus raíces cristianas e identidad humanística. Muchos europeos le consideran un irresponsable por su defensa de la inmigración sin matices y retan al Vaticano que abra sus altos muros y reciba también a la inmigración que entra en Europa como un torrente.
Con respecto a España, la actitud crítica hacia el papa es todavía moderada porque la tradición católica pesa muchos entre los españoles, pero empieza a desatarse una fuerte oposición ante fenómenos que resultan difíciles de ocultar, como la indiferencia del Vaticano ante la defensa del independentismo que realizan los obispos y gran parte del clero catalán, que es interpretada como un cauteloso apoyo del papa. Otro torpedo del pontífice contra España fue cuando dio a entender con sus declaraciones que sólo visitaría España cuando acabara la guerra en ese país, una afirmación que indignó a millones de españoles que creen que la lucha por la unidad de la nación contra el independentismo y la rebelión catalana es un deber frente a corruptos, manipuladores y violadores de la constitución.
El reciente "ataque" a VOX en L’Osservatore Romano, el diario oficial del Vaticano, que es incapaz de publicar algo que no cuente con el apoyo del pontífice, puede enrarecer todavía más el ambiente y estimular el rechazo al papa argentino en millones de votantes de VOX. El órgano vaticano ve con preocupación que Ignacio Gil Lázaro haya sido escogido Vicepresidente de la Mesa del Congreso, ya que VOX es un «partido de extrema derecha». Los de VOX piensan con razón que esa misma preocupación no la tiene el órgano papal por la presencia en esa misma Mesa de personas abiertamente totalitarias y hostiles a la religión católica, como pueden ser los representantes de Unidas Podemos.
La guerra en el seno de la mismo iglesia crece cada día y se manifestó no hace mucho en las indicaciones que Francisco ha dado, en forma decálogo, a los nuncios, a los que asegura que “es inconciliable ser representante pontificio y criticar al Papa a sus espaldas, tener blogs o unirse a grupos hostiles a él, a la Curia y a la Iglesia de Roma".
Muchos católicos se sienten confundidos ante la polémica y perciben claramente que los tambores de guerra suenan dentro de la Iglesia. Acostumbrados al respeto reverencial que disfrutaban los papas en un pasado no muy lejano, los cristianos practicantes se sienten mal y en gran medida indignados al contemplar a un representante de Cristo luchando en las trincheras, precisamente con posiciones cercanas a la peor y más sanguinaria ideología que ha conocido el mundo: el comunismo.
Francisco Rubiales