Por Alfonso García.
Como algunos están ya con el tercerismo, el paño caliente, el noesparatanto, el hay que controlar el alarmismo, el hay que respetar la decisión de las urnas y el experimentemos algo nuevo, distinto y tal vez excitante, pongamos algunos ejemplos que sirvan para medir la magnitud de la tragedia bolivariana que se cierne sobre nuestras cabezas. Todas nuestras cabezas, incluyendo a las de los votantes de izquierdas.
Pablo Iglesias controlando el CNI, los secretos oficiales, manejando fondos reservados, coordinando, por ejemplo, este hijo de Teherán, la vigilancia y las actuaciones contra la amenaza islamista.
Pablo Iglesias accediendo a los secretos fiscales de cada español y excitando el celo de la Agencia Tributaria en la dirección que considere oportuna, así como imponiendo la vista gorda de Hacienda para lo que se mueva en los universos que le resultan gratos.
Pablo Iglesias orientando nuestra política exterior (nuestras relaciones con los EE.UU, Israel, Hispanoamérica, el mundo árabe...), nuestras alianzas, nuestros compromisos de defensa, la presencia o retirada de nuestras tropas en misiones de seguridad y paz en puntos calientes del planeta. Pablo Iglesias metido en los cuarteles, en las decisiones de ascensos y promociones de jefes militares, reorientando las tradiciones castrenses y tratando de crear algo así como un "ejército rojo".
Pablo Iglesias como garante de la libertad religiosa de los españoles, del derecho de tus paisanos a sacar en procesión su virgen y sus santos como llevan cientos de años haciendo y, tal vez, estrangulando la vital contribución de la Iglesia a las tareas de asistencia social a los más pobres.
Pablo Iglesias orientando la política sobre inmigración ilegal, menores no acompañados y control para la no conformación de ghettos islamistas en determinados barrios y poblaciones.
Pablo Iglesias imponiendo su criterio sobre seguridad ciudadana, transigencia con los okupantes de viviendas, cese de cualquier presión sobre las actividades de pequeñas mafias (hasta que así se conviertan en grandes mafias), decidiendo el tipo de vigilancia que hay que mantener sobre la entrada de droga en territorio español.
Pablo Iglesias con la llave del "gasto social" en la mano. Imponiendo la multiplicación de subvenciones para su mundillo afín, introduciendo a sus comisarios políticos e ingenieros sociales en cada circunstancia y en cada esquina, disparando hasta el delirio la inversión en el aparato de propaganda progubernamental y tratando de sostener todo este nuevo clientelismo de carácter peronista a través de la estrangulación fiscal de particulares y empresas.
Pablo Iglesias rigiendo la política informativa y la programación de los medios de comunicación públicos, conforme a su idea de la pluralidad y aumentando aún más la dependencia de los medios privados de la publicidad "institucional" para así garantizarse su fervor, su fidelidad o su silencio cuando proceda.
Pablo Iglesias tomando decisiones sobre las distintas inmersiones lingüísticas en determinadas comunidades autónomas e impulsando reformas educativas que conviertan la escuela y la universidad en asfixiantes centros de adoctrinamiento.
Pablo Iglesias guiando la postura del gobierno frente a los desafíos separatistas y abriendo el grifo de nuevas transferencias de competencias que terminen de aniquilar cualquier forma de cohesión, de justicia distributiva y de solidadaridad entre los distintos territorios.
Pablo Iglesias determinando cómo tienen que actuar la Policía o la Guardia Civil, las policías autónomas y municipales y, seguro, haciendo todo lo posible para que esa viejecita que, al regreso de la compra, encuentra su piso ocupado por unos kosovares, recupere de inmediato su propiedad.
Pablo Iglesias velando por la fortaleza del legado de Montesquieu, conjurando todo intervencionismo gubernamental en la independencia de la Justicia e impidiendo que los tribunales se conviertan en herramientas de acoso a los desafectos y de amparo a las fechorías de los afectos.
Pablo Iglesias decidiendo por cada abuelito lo que es calidad de vida, muerte digna y voluntariedad de la eutanasia y amparando el aumento de la resonancia de la tétrica propaganda de asociaciones fundamentalistas a favor del aborto.
Pablo Iglesias imponiendo, como una nueva religión laica, todos los delirios de la corrección política: ultrafeminismo, animalismo, imposición de cuotas y todo tipo de discriminaciones "positivas" y convirtiendo la figura del "activista social" en el nuevo modelo de perfección ético-moral al que debe aspirar cada joven español.
Pablo Iglesias impulsando el cierre de medios de comunicación no afines, multiplicando por doquier censuras y prohibiciones, tratando de borrar del mapa cualquier realidad cultural, informativa, cualquier iniciativa de sociedad civil que no vaya en sintonía o acepte la tutela con la orientación gubernamental.
Pablo Iglesias decidiendo qué actividades (seguro que caza y festejos taurinos por delante de todo: luego, tomando carrerilla, muchos otros asuntos) se corresponden con una realidad social, cultural y moral que él estima caduca y en consecuencia hay que erradicar, porque son incompatibles con el nuevo puritanismo oficial que ha de regir las vidas de todos, independientemente si cada ciudadano comparte o no afinidad con esos puritanismos y cree que tiene derecho al libre albedrío.
¿Es o no es para estar alarmado, acojonado y extremadamente cabreado, queridos todos?
Como algunos están ya con el tercerismo, el paño caliente, el noesparatanto, el hay que controlar el alarmismo, el hay que respetar la decisión de las urnas y el experimentemos algo nuevo, distinto y tal vez excitante, pongamos algunos ejemplos que sirvan para medir la magnitud de la tragedia bolivariana que se cierne sobre nuestras cabezas. Todas nuestras cabezas, incluyendo a las de los votantes de izquierdas.
Pablo Iglesias controlando el CNI, los secretos oficiales, manejando fondos reservados, coordinando, por ejemplo, este hijo de Teherán, la vigilancia y las actuaciones contra la amenaza islamista.
Pablo Iglesias accediendo a los secretos fiscales de cada español y excitando el celo de la Agencia Tributaria en la dirección que considere oportuna, así como imponiendo la vista gorda de Hacienda para lo que se mueva en los universos que le resultan gratos.
Pablo Iglesias orientando nuestra política exterior (nuestras relaciones con los EE.UU, Israel, Hispanoamérica, el mundo árabe...), nuestras alianzas, nuestros compromisos de defensa, la presencia o retirada de nuestras tropas en misiones de seguridad y paz en puntos calientes del planeta. Pablo Iglesias metido en los cuarteles, en las decisiones de ascensos y promociones de jefes militares, reorientando las tradiciones castrenses y tratando de crear algo así como un "ejército rojo".
Pablo Iglesias como garante de la libertad religiosa de los españoles, del derecho de tus paisanos a sacar en procesión su virgen y sus santos como llevan cientos de años haciendo y, tal vez, estrangulando la vital contribución de la Iglesia a las tareas de asistencia social a los más pobres.
Pablo Iglesias orientando la política sobre inmigración ilegal, menores no acompañados y control para la no conformación de ghettos islamistas en determinados barrios y poblaciones.
Pablo Iglesias imponiendo su criterio sobre seguridad ciudadana, transigencia con los okupantes de viviendas, cese de cualquier presión sobre las actividades de pequeñas mafias (hasta que así se conviertan en grandes mafias), decidiendo el tipo de vigilancia que hay que mantener sobre la entrada de droga en territorio español.
Pablo Iglesias con la llave del "gasto social" en la mano. Imponiendo la multiplicación de subvenciones para su mundillo afín, introduciendo a sus comisarios políticos e ingenieros sociales en cada circunstancia y en cada esquina, disparando hasta el delirio la inversión en el aparato de propaganda progubernamental y tratando de sostener todo este nuevo clientelismo de carácter peronista a través de la estrangulación fiscal de particulares y empresas.
Pablo Iglesias rigiendo la política informativa y la programación de los medios de comunicación públicos, conforme a su idea de la pluralidad y aumentando aún más la dependencia de los medios privados de la publicidad "institucional" para así garantizarse su fervor, su fidelidad o su silencio cuando proceda.
Pablo Iglesias tomando decisiones sobre las distintas inmersiones lingüísticas en determinadas comunidades autónomas e impulsando reformas educativas que conviertan la escuela y la universidad en asfixiantes centros de adoctrinamiento.
Pablo Iglesias guiando la postura del gobierno frente a los desafíos separatistas y abriendo el grifo de nuevas transferencias de competencias que terminen de aniquilar cualquier forma de cohesión, de justicia distributiva y de solidadaridad entre los distintos territorios.
Pablo Iglesias determinando cómo tienen que actuar la Policía o la Guardia Civil, las policías autónomas y municipales y, seguro, haciendo todo lo posible para que esa viejecita que, al regreso de la compra, encuentra su piso ocupado por unos kosovares, recupere de inmediato su propiedad.
Pablo Iglesias velando por la fortaleza del legado de Montesquieu, conjurando todo intervencionismo gubernamental en la independencia de la Justicia e impidiendo que los tribunales se conviertan en herramientas de acoso a los desafectos y de amparo a las fechorías de los afectos.
Pablo Iglesias decidiendo por cada abuelito lo que es calidad de vida, muerte digna y voluntariedad de la eutanasia y amparando el aumento de la resonancia de la tétrica propaganda de asociaciones fundamentalistas a favor del aborto.
Pablo Iglesias imponiendo, como una nueva religión laica, todos los delirios de la corrección política: ultrafeminismo, animalismo, imposición de cuotas y todo tipo de discriminaciones "positivas" y convirtiendo la figura del "activista social" en el nuevo modelo de perfección ético-moral al que debe aspirar cada joven español.
Pablo Iglesias impulsando el cierre de medios de comunicación no afines, multiplicando por doquier censuras y prohibiciones, tratando de borrar del mapa cualquier realidad cultural, informativa, cualquier iniciativa de sociedad civil que no vaya en sintonía o acepte la tutela con la orientación gubernamental.
Pablo Iglesias decidiendo qué actividades (seguro que caza y festejos taurinos por delante de todo: luego, tomando carrerilla, muchos otros asuntos) se corresponden con una realidad social, cultural y moral que él estima caduca y en consecuencia hay que erradicar, porque son incompatibles con el nuevo puritanismo oficial que ha de regir las vidas de todos, independientemente si cada ciudadano comparte o no afinidad con esos puritanismos y cree que tiene derecho al libre albedrío.
¿Es o no es para estar alarmado, acojonado y extremadamente cabreado, queridos todos?