El multimillonario político socialista José Bono, presidente del Congreso, ha criticado que muchos españoles "odian a Zapatero" y "parecen querer que se muera". Con esas palabras se hace eco de la marea de rechazo al presidente que se ha desatado en España, un verdadero fenómeno político inédito en la democracia española, que ha invadido incluso al mismo Partido Socialista, como ha quedado demostrado con el triunfo de Tomás Gómez sobre Trinidad Jiménez, cuya interpretación correcta es la de una auténtica "rebelión" interna socialista contra la autoridad del secretario general.
Alguien debería explicarle a Bono que deben ser muy pocos los que desean la muerte de Zapatero, pero que somos muchos, cada día más, los que le rechazamos y despreciamos por los daños que está causando a nuestro país. Despreciar y combatir a quien está destruyendo a España y liquidando derechos ganados con gran esfuerzo y valores construidos con tesón y mérito, no es una opción sino un deber para todo patriota, ciudadano decente y gente de bien.
Los estragos que Zapatero está causando a España, destruyendo su economía, liquidando el tejido productivo, endeudando a la nación hasta la demencia, despilfarrando y conviviendo con la injusticia, la corrupción y la desigualdad, son tan enormes que el Partido Popular, a pesar de su cobardía, indolencia y falta de ideas, se está elevando y transformándose, sin merecerlo, en toda una esperanza para España. Sin haber hecho méritos para lograrlo, los últimos sondeos sitúan ya al PP en la mayoría anbsoluta, 14.5 puntos por delante del PSOE.
Las agresiones a España se suceden una tras otra. La última ha sido el pacto con el PNV que rompe la caja única de la Seguridad Social y otorga al país Vasco privilegios y ventajas que dinamitan la igualdad entre los pueblos de España que garantiza la Constitución. Antes fue el Estatuto de Cataluña, monumento a la insolidaridad y dinamita pura para la unidad y la igualdad de España. Pero las agresiones de grueso calibre contra la unidad, la igualdad, la prosperidad y los valores han sido tantas que despreciar a su autor y combatirlo hasta impedirle que siga causando estragos desde el gobierno es un deber ineludible para todo demócrata y ciudadano decente español.
Mercedes Aroz, cofundadora del PSC, tras abandonar el socialismo por considerarlo incompatible con la ética y la religión, acaba de declarar que "cristianismo y socialismo no son compatibles" porque "la persona y su dignidad no están en el proyecto socialista". ¡Bravo, Mercedes y gracias por señalar el camino!
Ángel Gimeno, autoproclamado "candidato" por la FSM para competir con Tomás Gómez y Trinidad Jiménez por la candidatura a las autonómicas madrileñas, pero que no logró los avales necesarios, el cual ha decidido abandonar el PSOE después de más de 30 años de militancia. Gimeno, que era era miembro del Comité Regional del PSOE por la Agrupación Fuencarral (Madrid), profesor, ingeniero, economista, empresario, miembro de Greenpeace y ex consejero de Economía y Hacienda de la Diputación General de Aragón, pronuncia frases tan terribles como las siguientes: "El Sistema Político Español no puede sostenerse al haber entrado en quiebra todas y cada una de sus instituciones". "Habría que someter a Zapatero a un proceso de impeachment, con mayores motivos que los aducidos en EEUU contra Nixon". "Si Zapatero está enfermo, o presenta graves síntomas de estar enfermo, no puede continuar al frente del Gobierno, porque ha debilitado la unidad nacional, hace el ridículo con su política exterior y cada vez que habla es mayor el desprestigio de España". "Hoy lo tengo muy claro. Hay que ayudar a cualquiera que pueda sacar a Zapatero de la Moncloa, llámense PP, UPyD o IU".
A los que acompañan a Zapatero en su labor destructiva, a los que le apoyan y votan hay que recordarles que con cómplices y corresponsables del drama que están causando al país; a los que conviven con el "zapaterismo" sin reaccionar ni oponerse, hay que aplicarles la condena del Evangelio a los tibios: "Porque no eres ni frío ni caliente, empezaré a vomitarte de mi boca".
Ante un gobierno como el español, injusto, arbitrario, inepto y acostumbrado a convivir con la corrupción y el engaño, los ciudadanos demócratas tienen el deber de oponerse a él con todas sus fuerzas, aunque sin violencia y dentro de la legalidad asumible. Esa oposición al mal gobierno y a la indignidad política no sólo obliga a no votarle, sino que obliga también a conseguir que los malos políticos sientan en sus carnes el desprecio de los ciudadanos y lleguen a sentirse avergonzados por sus abusos y desmanes.
Un ciudadano demócrata debería sentirse obligado a no acudir a los actos donde estén presentes los políticos, a no consumir medios de comunicación cómplices con el poder, a criticar activamente a los malos políticos en su entorno, a preservar a sus hijos del contagio moral que esas personas representan, a demostrar con argumentos la maldad de los malos gobernantes, a denunciar públicamente los abusos y privilegios inmerecidos de la casta política y a educar a sus hijos en el desprecio y el rechazo a los que abusan de sus semejantes, los humillan, los arruinan y conducen a la patria hacia el fracaso, el enfrentamiento y la destrucción.
El desprecio a los que están destruyendo la nación, deteriorando la convivencia y sembrando España de desempleo, fracaso económico, tristeza, desconfianza e infelicidad, además de ser patente y visible en las calles y en todas las manifestaciones públicas donde exista protagonismo político, debe hacerse extensiva a los que colaboran activamente con el mal gobierno, la degradación de la democracia y la opresión, en especial a los medios y periodistas sometidos al poder, que han renunciado a la independencia y a la verdad a cambio de dinero y privilegios, sin cuyo apoyo los políticos nunca habrían podido culminar sus agresiones y daños.
Alguien debería explicarle a Bono que deben ser muy pocos los que desean la muerte de Zapatero, pero que somos muchos, cada día más, los que le rechazamos y despreciamos por los daños que está causando a nuestro país. Despreciar y combatir a quien está destruyendo a España y liquidando derechos ganados con gran esfuerzo y valores construidos con tesón y mérito, no es una opción sino un deber para todo patriota, ciudadano decente y gente de bien.
Los estragos que Zapatero está causando a España, destruyendo su economía, liquidando el tejido productivo, endeudando a la nación hasta la demencia, despilfarrando y conviviendo con la injusticia, la corrupción y la desigualdad, son tan enormes que el Partido Popular, a pesar de su cobardía, indolencia y falta de ideas, se está elevando y transformándose, sin merecerlo, en toda una esperanza para España. Sin haber hecho méritos para lograrlo, los últimos sondeos sitúan ya al PP en la mayoría anbsoluta, 14.5 puntos por delante del PSOE.
Las agresiones a España se suceden una tras otra. La última ha sido el pacto con el PNV que rompe la caja única de la Seguridad Social y otorga al país Vasco privilegios y ventajas que dinamitan la igualdad entre los pueblos de España que garantiza la Constitución. Antes fue el Estatuto de Cataluña, monumento a la insolidaridad y dinamita pura para la unidad y la igualdad de España. Pero las agresiones de grueso calibre contra la unidad, la igualdad, la prosperidad y los valores han sido tantas que despreciar a su autor y combatirlo hasta impedirle que siga causando estragos desde el gobierno es un deber ineludible para todo demócrata y ciudadano decente español.
Mercedes Aroz, cofundadora del PSC, tras abandonar el socialismo por considerarlo incompatible con la ética y la religión, acaba de declarar que "cristianismo y socialismo no son compatibles" porque "la persona y su dignidad no están en el proyecto socialista". ¡Bravo, Mercedes y gracias por señalar el camino!
Ángel Gimeno, autoproclamado "candidato" por la FSM para competir con Tomás Gómez y Trinidad Jiménez por la candidatura a las autonómicas madrileñas, pero que no logró los avales necesarios, el cual ha decidido abandonar el PSOE después de más de 30 años de militancia. Gimeno, que era era miembro del Comité Regional del PSOE por la Agrupación Fuencarral (Madrid), profesor, ingeniero, economista, empresario, miembro de Greenpeace y ex consejero de Economía y Hacienda de la Diputación General de Aragón, pronuncia frases tan terribles como las siguientes: "El Sistema Político Español no puede sostenerse al haber entrado en quiebra todas y cada una de sus instituciones". "Habría que someter a Zapatero a un proceso de impeachment, con mayores motivos que los aducidos en EEUU contra Nixon". "Si Zapatero está enfermo, o presenta graves síntomas de estar enfermo, no puede continuar al frente del Gobierno, porque ha debilitado la unidad nacional, hace el ridículo con su política exterior y cada vez que habla es mayor el desprestigio de España". "Hoy lo tengo muy claro. Hay que ayudar a cualquiera que pueda sacar a Zapatero de la Moncloa, llámense PP, UPyD o IU".
A los que acompañan a Zapatero en su labor destructiva, a los que le apoyan y votan hay que recordarles que con cómplices y corresponsables del drama que están causando al país; a los que conviven con el "zapaterismo" sin reaccionar ni oponerse, hay que aplicarles la condena del Evangelio a los tibios: "Porque no eres ni frío ni caliente, empezaré a vomitarte de mi boca".
Ante un gobierno como el español, injusto, arbitrario, inepto y acostumbrado a convivir con la corrupción y el engaño, los ciudadanos demócratas tienen el deber de oponerse a él con todas sus fuerzas, aunque sin violencia y dentro de la legalidad asumible. Esa oposición al mal gobierno y a la indignidad política no sólo obliga a no votarle, sino que obliga también a conseguir que los malos políticos sientan en sus carnes el desprecio de los ciudadanos y lleguen a sentirse avergonzados por sus abusos y desmanes.
Un ciudadano demócrata debería sentirse obligado a no acudir a los actos donde estén presentes los políticos, a no consumir medios de comunicación cómplices con el poder, a criticar activamente a los malos políticos en su entorno, a preservar a sus hijos del contagio moral que esas personas representan, a demostrar con argumentos la maldad de los malos gobernantes, a denunciar públicamente los abusos y privilegios inmerecidos de la casta política y a educar a sus hijos en el desprecio y el rechazo a los que abusan de sus semejantes, los humillan, los arruinan y conducen a la patria hacia el fracaso, el enfrentamiento y la destrucción.
El desprecio a los que están destruyendo la nación, deteriorando la convivencia y sembrando España de desempleo, fracaso económico, tristeza, desconfianza e infelicidad, además de ser patente y visible en las calles y en todas las manifestaciones públicas donde exista protagonismo político, debe hacerse extensiva a los que colaboran activamente con el mal gobierno, la degradación de la democracia y la opresión, en especial a los medios y periodistas sometidos al poder, que han renunciado a la independencia y a la verdad a cambio de dinero y privilegios, sin cuyo apoyo los políticos nunca habrían podido culminar sus agresiones y daños.