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El mundo cambia y las democracias retroceden



Hace apenas dos décadas la democracia era intocable y su prestigio estaba por las nubes, pero ahora, por culpa de la pésima gestión de los políticos que se autoproclaman "demócratas", el sistema está cuarteado, en caída, perdiendo su viejo prestigio y abandonado por los ciudadanos.

Los políticos, a golpe de indecencia, falsedad y corrupción, están acabando con las democracias, que ha sido el sistema político mas prestigioso de la Historia. Los políticos son los grandes culpables del desastre, pero los ciudadanos también, por no exigirles y controlarles, aunque tienen la excusa de que las democracias se han hecho tiránicas y han recortado intensamente el poder de los ciudadanos.
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El derrumbe social que se está produciendo en todo el mundo occidental y el retroceso de las clases medias están precipitando una debacle de la democracia. Simultáneamente, se observa que Rusia y China progresan a pasos agigantados. EEUU y, sobre todo, Europa retroceden en todos los aspectos y la principal razón es porque su maloliente democracia, cada día más falseada y ajena al modelo clásico, ya es solo una caricatura de mal gusto que todavía ilusiona algunos pero que no es mas que un fraude.

Protestamos sin que la protesta cause efectos. afirmamos lo que queremos en las encuestas, pero los políticos imponen sus criterios sobre una voluntad popular que la democracia, en sus origenes, consideraba sagrada. Los políticos se han acostumbrado a gobernar en contra de sus pueblos y en sintonía con los grandes poderes. Todo ese inmenso fraude produce decadencia, desgana y un divorcio creciente entre los ciudadanos y sus dirigentes que conlleva la semilla de la muerte.

Los ciudadanos comprueban que están maniatados y que su influencia está muy disminuida porque los poderosos controlan los medios de comunicación, las instituciones, las fuerzas de seguridad, los ejeércitos y cuentan también con dinero casi ilimitado y con la ayuda de cientos de miles de expertos, asesores y "escuderos". Nos convocan a votar cada 4 años, pero ¿Para qué? Simplemente para nada porque todo seguirá igual.

El divorcio entre políticos y ciudadanos no ha parado de crecer desde el fin de la II Guerra Mundial y, de manera acelerada, desde la caída del Muro de Berlín. Al mismo tiempo, el poder de las élites, del llamado stablishment y de los grandes poderes ocultos ha crecido, mientras los ciudadanos y las leyes retrocedían y perdían protagonismo. La alianza entre millonarios, políticos, banqueros y propietarios de grandes medios de comunicación se ha convertido en invencible y, de hecho, ha ejercido una dictadura real en las tres últimas décadas.

Dicen algunos que el objetivo es crear un gobierno único mundial, pero quizás eso sea un espejismo engañoso porque es más efectivo lo que ahora funciona: un poder real mundial, invisible y oculto, pero efectivo e implacable.

Los actuales regímenes de China y Rusia se parecen mucho al que gobernó España en los últimos tiempos del Franquismo, un sistema autoritario blando y escaso en libertades, pero poco corrupto, eficiente, austero y preocupado por el bienestar del pueblo y el verdadero progreso. La gente, al compararlo con la actual democracia, duda y se pregunta, ¿de qué nos sirve la libertad, si los que mandan se comportan como tiranos y gobiernan para ellos?

Los ciudadanos de Occidente están cansados de soportar a políticos inútiles y arrogantes, atiborrados de privilegios, obsesionados por cobrar impuestos desmesurados y siempre egoístas e ineficientes, incapaces también de generar ilusión y de resolver dramas tan intensos como la falta de esperanza de los jovenes, que contemplan el futuro como una amenaza.

Sólo China y Rusia están fuera, parcialmente, de ese conglomerado o de esa "conspiración", como se la quiera llamar. Se han convertido en el poder alternativo y su enfrentamiento con el prostituido mundo occidental será cada día más visible e intenso, con la carrera armamentística de fondo, basada en las tecnologías punteras y en la robótica que sea capaz de combatir sin bajas humanas insoportables. Sus sistemas políticos no son "democracias" sino un modelo nuevo que podría bautizarse como "dictablanda" con algunos controles y con enfoques que benefician a los ciudadanos, muchos más, incluso, que en las degradadas democracias de Occidente. En China, cada año hay casi 50 millones de chinos que abandonan la pobreza y se incorporan al progreso. En Rusia, el avance de las ciencias, las tecnologías y el bienestar del pueblo es constante, aunque todavía persiste muchas irregularidades y rasgos totalitarios que recuerdan el viejo comunismo. Lo más curioso es que el matrimonio entre los regímenes autoritarios de Rusia y China con el capitalismo están dando un resultado sorprendente y la economía funciona allí con más brío, seguridad y con menos altibajos que en las inestables democracias, donde el enfrentamiento entre ciudadanos y políticos ha introducido tensiones y conflictos latentes que atemorizan a los capitales.

La situación es compleja y digna de meditación y debate. De nuevo, el mundo se divide en dos bandos y vuelve a ser dual, como cuando la URSS y los USA se disputaban la hegemonía. En un lado, la viejas democracia, degradadas, desvencijadas y plagadas de corruptos y malos gobernantes; del otro, un sistema autoritario blando que se asoma al populismo y que ha fraguado un brillante y productivo idilio con el capitalismo puro.


Francisco Rubiales

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Domingo, 30 de Julio 2017
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