El siglo XXI está resultando nefasto para España, un país que ha sido gobernado por tres mediocres miserables y dañidos: Zapatero, Rajoy y Sánchez. Este último el peor de los tres. Es un milagro que España siga viva.
Monstruos devastadores fueron Lenin, Stalin, Hitler, Mussolini, Pol Pot y otros muchos, todos ellos totalitarios, crueles, asesinos y destructores de pueblos y naciones.
Sánchez es nuestro monstruo “made in Spain”, todo un espécimen deplorable, ególatra, narcisista, cruel, peligroso, injusto, astuto, mentiroso y sin una gota de humanidad es su cuerpo.
Ama tanto el poder que no duda en traicionar a su país, a su pueblo, a la democracia y a la decencia con tal de mantenerse al frente del gobierno.
Sus fechorías son repugnantes y la cobarde España se las traga enteras, sin ni siquiera protestar. La última: negocia ya con ERC un referéndum de independencia para Cataluña, a pesar de haber negado muchas veces que lo aprobaría.
¿Cabe mayor humillación a la dignidad de España? ¿Dónde están los jueces, el Rey y la milicia? ¿No tienen el deber de defender a España?
Sánchez tiene la suerte de que las instituciones que tienen el deber de defender a España están acobardadas y paralizadas, permitiendo que el país y su legalidad sean devastados.
También cuenta con la ventaja de que el pueblo español se ha degenerado tanto que se ha hecho cobarde, insensible y ajeno a los valores y principios que hacen grandes a los pueblos del mundo.
Sánchez es un tipo sin control, libre para cazar la libertad, mentir, estafar y aplastar la verdad y la grandeza. En cualquier otro país de gente decente y democrática, con sus valores cívicos activos y con libertad y orgullo, un político como Sánchez estaría inhabilitado o encarcelado.
Solo una persona psicológicamente dañada está dispuesto a pagar un precio tan alto por conservar el poder: traicionar a su patria, desprecio y odio de millones de sus conciudadanos, desprecio en el plano internacional, división en la sociedad y en su propio partido, ser señalado como asesino de la democracia, soportar amistades inmorales y depredadoras, sentar a los repugnantes comunistas en el Consejo de Ministros, envejecer a alta velocidad, sentir vergüenza cuando se mira al espejo, ser un mentiroso empedernido, abucheos y pitidos por las calles y plazas, la seguridad de que pasará a la historia como un miserable, desprecios para tu familia y un futuro amenazado de cárcel, entre otras muchas carencias y afrentas.
Ha cruzado muchas líneas rojas y arriesga demasiado porque aunque España es un país de cobardes y la oposición de derechas española está castrada, sigue siendo cierto aquello de que "el que la hace la paga" y "el criminal nunca gana". Tarde o temprano, "a cada cerdo le llega su San Martín" y Sánchez tiene muchas probabilidades de terminar mal, como tantos tiranos terminaron.
Francisco Rubiales
Sánchez es nuestro monstruo “made in Spain”, todo un espécimen deplorable, ególatra, narcisista, cruel, peligroso, injusto, astuto, mentiroso y sin una gota de humanidad es su cuerpo.
Ama tanto el poder que no duda en traicionar a su país, a su pueblo, a la democracia y a la decencia con tal de mantenerse al frente del gobierno.
Sus fechorías son repugnantes y la cobarde España se las traga enteras, sin ni siquiera protestar. La última: negocia ya con ERC un referéndum de independencia para Cataluña, a pesar de haber negado muchas veces que lo aprobaría.
¿Cabe mayor humillación a la dignidad de España? ¿Dónde están los jueces, el Rey y la milicia? ¿No tienen el deber de defender a España?
Sánchez tiene la suerte de que las instituciones que tienen el deber de defender a España están acobardadas y paralizadas, permitiendo que el país y su legalidad sean devastados.
También cuenta con la ventaja de que el pueblo español se ha degenerado tanto que se ha hecho cobarde, insensible y ajeno a los valores y principios que hacen grandes a los pueblos del mundo.
Sánchez es un tipo sin control, libre para cazar la libertad, mentir, estafar y aplastar la verdad y la grandeza. En cualquier otro país de gente decente y democrática, con sus valores cívicos activos y con libertad y orgullo, un político como Sánchez estaría inhabilitado o encarcelado.
Solo una persona psicológicamente dañada está dispuesto a pagar un precio tan alto por conservar el poder: traicionar a su patria, desprecio y odio de millones de sus conciudadanos, desprecio en el plano internacional, división en la sociedad y en su propio partido, ser señalado como asesino de la democracia, soportar amistades inmorales y depredadoras, sentar a los repugnantes comunistas en el Consejo de Ministros, envejecer a alta velocidad, sentir vergüenza cuando se mira al espejo, ser un mentiroso empedernido, abucheos y pitidos por las calles y plazas, la seguridad de que pasará a la historia como un miserable, desprecios para tu familia y un futuro amenazado de cárcel, entre otras muchas carencias y afrentas.
Ha cruzado muchas líneas rojas y arriesga demasiado porque aunque España es un país de cobardes y la oposición de derechas española está castrada, sigue siendo cierto aquello de que "el que la hace la paga" y "el criminal nunca gana". Tarde o temprano, "a cada cerdo le llega su San Martín" y Sánchez tiene muchas probabilidades de terminar mal, como tantos tiranos terminaron.
Francisco Rubiales