Una de las duras imágenes contra Pedro Sánchez que inundan Internet
Las colas del hambre, el cierre de fábricas, el emputecimiento del debate político, el avance inexorable hacia la ruina, la división inmisericorde de España en dos bandos enfrentados, la impotencia de los hombres y mujeres decentes y la bajeza demente del poder político gobernante están marcando a España y poniéndole en el rostro el sello de la muerte. Si a ese panorama desolador se le añade el luto por los miles de muertos del coronavirus y la conciencia de que el gobierno, con sus mala gestión, ha causado miles de muertes por negligencia, el panorama sombrío y letal de la España del presente queda casi completo.
Suele ser Pablo Iglesias el que está en el centro de todas las broncas visibles, pero el verdadero agitador de la violencia verbal y el enfrentamiento es Pedro Sánchez y su brujo personal, Iván Redondo, que creen que de esas batallas a cuchilladas siempre se beneficia quien tiene el poder.
La reciente semana ha sido especialmente virulenta y pródiga en el manejo del cuchillo y el escupitajo: Iglesias con Cayetana Álvarez de Toledo, del PP, y con Espinosa de los Monteros, de VOX, de la mitad de España con el ministro del interior, de Marlaska con la cúpula de la Guardia Civil, de la ministra Montero con los españoles, amenazados con subidas contundentes de impuestos, y un largo etcétera desquiciante y aterrador.
La contribución de Podemos a la crispación y al enfrentamiento ha sido muy importante. Desde que ese partido apareció, la fiebre y la locura se dispararon. El empleo diario del ácido y del veneno en la política son obra de ese partido, que ha llenado las redes sociales de violencia y de trolls, junto con el independentismo, que también agita las aguas porque también a ellos les beneficia una España al borde de las pistolas. Presidiendo el desastre se encuentra Pedro Sánchez, un tipo sin un gramo de grandeza, de mirada torva, capaz de humillarse para conseguir sus fines, preso de la ambición, inquietante y claramente enfermo del poder y de los desequilibrios de personalidad que ese poder provoca en las mentes débiles y desquiciadas.
Hay millones de españoles frustrados e indignados con el olor a podrido que desprende el poder político y con el tufo totalitario que emana del gobierno de Sánchez, que ha adoptado la trifulca y la mentira como estrategias de victoria, sin importarle que esa ruta conduzca hasta la guerra civil.
La política errónea de Sánchez conduce a la pobreza ca pasos de gigante. Cierran las fábricas y se pierden miles de puestos de trabajo, mientras que el capital huye ante las amenazas imbéciles y temerarias de un poder que ni siquiera ha aprendido a hacer las fechorías en silencio.
Mientras España se cuece en la olla de la desesperación, la pobreza, la violencia, la mentira y otras aportaciones miserables de los políticos, España se empobrece a pasos agigantados ante la euforia que esa pobreza provoca entre los comunistas y los independentistas, que se sienten beneficiados por una España que cae al precipicio, las grandes instituciones defensivas de este país no hacen nada y guardan un silencio agobiante que suena a cobardía y fracaso. ¿Dónde está el rey?, se preguntan miles de españoles desesperado al contemplar como España es descuartizada por los que gobiernan. Nadie sabe por qué no hay otra respuesta frente a los depredadores malvados que la del pueblo con sus banderas y cacerolas, todo un espectáculo triste de impotencia y fracaso.
Muchos españoles escriben ya cartas a Europa pidiendo ayuda y solicitando que no se entregue a Pedro Sánchez la lluvia de millones que se han destinado a salvar a los países de la crisis del coronavirus porque ese dinero, si no se vigila y controla desde Bruselas, será empleado en suciedades, bajezas y en iniciativas para aumentar el poder político de los que mandan.
La radiografía actual de España es la de un pueblo acorralado por la maldad y escandalizado por la realidad, frente a un gobierno que apuesta por la destrucción y la ruina y una clase política en general que parece noqueada y confundida, incapaz de enderezar el rumbo de colisión que los peores gobernantes de Europa han impuesto a la nave España.
Francisco Rubiales
Suele ser Pablo Iglesias el que está en el centro de todas las broncas visibles, pero el verdadero agitador de la violencia verbal y el enfrentamiento es Pedro Sánchez y su brujo personal, Iván Redondo, que creen que de esas batallas a cuchilladas siempre se beneficia quien tiene el poder.
La reciente semana ha sido especialmente virulenta y pródiga en el manejo del cuchillo y el escupitajo: Iglesias con Cayetana Álvarez de Toledo, del PP, y con Espinosa de los Monteros, de VOX, de la mitad de España con el ministro del interior, de Marlaska con la cúpula de la Guardia Civil, de la ministra Montero con los españoles, amenazados con subidas contundentes de impuestos, y un largo etcétera desquiciante y aterrador.
La contribución de Podemos a la crispación y al enfrentamiento ha sido muy importante. Desde que ese partido apareció, la fiebre y la locura se dispararon. El empleo diario del ácido y del veneno en la política son obra de ese partido, que ha llenado las redes sociales de violencia y de trolls, junto con el independentismo, que también agita las aguas porque también a ellos les beneficia una España al borde de las pistolas. Presidiendo el desastre se encuentra Pedro Sánchez, un tipo sin un gramo de grandeza, de mirada torva, capaz de humillarse para conseguir sus fines, preso de la ambición, inquietante y claramente enfermo del poder y de los desequilibrios de personalidad que ese poder provoca en las mentes débiles y desquiciadas.
Hay millones de españoles frustrados e indignados con el olor a podrido que desprende el poder político y con el tufo totalitario que emana del gobierno de Sánchez, que ha adoptado la trifulca y la mentira como estrategias de victoria, sin importarle que esa ruta conduzca hasta la guerra civil.
La política errónea de Sánchez conduce a la pobreza ca pasos de gigante. Cierran las fábricas y se pierden miles de puestos de trabajo, mientras que el capital huye ante las amenazas imbéciles y temerarias de un poder que ni siquiera ha aprendido a hacer las fechorías en silencio.
Mientras España se cuece en la olla de la desesperación, la pobreza, la violencia, la mentira y otras aportaciones miserables de los políticos, España se empobrece a pasos agigantados ante la euforia que esa pobreza provoca entre los comunistas y los independentistas, que se sienten beneficiados por una España que cae al precipicio, las grandes instituciones defensivas de este país no hacen nada y guardan un silencio agobiante que suena a cobardía y fracaso. ¿Dónde está el rey?, se preguntan miles de españoles desesperado al contemplar como España es descuartizada por los que gobiernan. Nadie sabe por qué no hay otra respuesta frente a los depredadores malvados que la del pueblo con sus banderas y cacerolas, todo un espectáculo triste de impotencia y fracaso.
Muchos españoles escriben ya cartas a Europa pidiendo ayuda y solicitando que no se entregue a Pedro Sánchez la lluvia de millones que se han destinado a salvar a los países de la crisis del coronavirus porque ese dinero, si no se vigila y controla desde Bruselas, será empleado en suciedades, bajezas y en iniciativas para aumentar el poder político de los que mandan.
La radiografía actual de España es la de un pueblo acorralado por la maldad y escandalizado por la realidad, frente a un gobierno que apuesta por la destrucción y la ruina y una clase política en general que parece noqueada y confundida, incapaz de enderezar el rumbo de colisión que los peores gobernantes de Europa han impuesto a la nave España.
Francisco Rubiales