Los socialistas siempre están en el poder cuando llegan los grandes dramas. Felipe González fue el elegido por el poder mundial para hacer de España un país de segundo nivel, sometido a los grandes intereses mundiales. Castró a la sociedad civil española y le quitó todo el poder, impuso la democracia actual, trucada y pervertida, pilotó la desindustrialización de España, impuesta por Europa como condición para que entrásemos en la Unión Europea y nos metió en la OTAN, a pesar de que había jurado antes que no lo haría.
Zapatero estaba en el poder, al que llegó de manera forzada y como consecuencia de un brutal atentado terrorista, para realizar reformas y pilotar el hundimiento de la economía por la crisis.
Quizás ahora los grandes poderes quieren que sea el socialista Sanchez el que gobierne y adopte la terrible decisión de reducir las pensiones, algo que se ve venir y que España, tarde o temprano, tendrá que afrontar.
Quizás esos mismos intereses que han empujado al PSOE hasta la Moncloa sean los mismos que han aplastado el impetuoso auge de VOX porque a los poderosos del mundo no les interesa una España que se regenere, renazca y recupere el poder y el prestigio que tuvo en el pasado, algo que incomodaría a los ingleses, franceses, alemanes y estadounidenses, entre otros muchos países y pueblos. Ese interés mundial en frenar el auge de VOX explicaría la inmensa bajeza antidemocrática que representa el boicot político y mediático al que ese partido ha sido sometido, acusándole con falsedad de ser "extrema derecha", cuando es, probablemente, el partido que con más intensidad defiende la regeneración y el constitucionalismo.
Una vez más, la llegada del socialista al poder parece forzada, ahora como resultado de unas elecciones cuyos resultados están bajo sospecha y sobre los que millones de españoles dudan porque piensan que ha habido trampa en el recuento de votos.
El silencio de los partidos de derecha ante el posible fraude electoral es sospechoso, como también lo es esa especie de suicidio voluntario que representó el que se presentaran a las elecciones desunidos. Quizás todo ocurrió para que el PSOE ganara unas elecciones que tenía perdidas porque Sánchez estaba inmerso en el desprestigio y el desprecio ciudadano, después de su detestable alianza con lo más desleal y antiespañol: los partidos independentistas, golpistas, totalitarios y pro terroristas de España.
Es evidente que en España a los socialistas se les perdona todo y a la derecha muy poco o nada. Los españoles siguen votando al PSOE olvidando que provocaron la terrible Guerra Civil de 1936 y que saquearon las reservas en oro del Bando de España, enviándolas a Moscú y México. Para olvidar hasta han olvidado fechorías como el engaño en el referendum de la OTAN y la durísima desindustrialización de España que impuso Felipe González, además de la responsabilidad del socialismo en la corrupción y hasta el desastre que estuvo a punto de provocar el más inepto y obtuso de los políticos modernos, el pobre Zapatero.
Es evidente que una decisión tan traumática como la bajada de las pensiones, que se está viendo venir porque los políticos ni siquiera recurren a la austeridad y al adelgazamiento del costoso Estado español para evitarla, tiene que ser pilotada por los socialistas. como también conviene que sean socialistas los que impongan a los españoles, contra su voluntad mayoritaria, la invasión desenfrenada de inmigrantes que ya padecemos, con un Pedro Sánchez que ha abierto las puertas de España de par en par a todo tipo de invasores, sin filtrarlos, sin repeler a los delincuentes y aprovechados, que llegan en masa.
Consciente de que el poder mundial prefiere a los socialistas, Mariano Rajoy hizo todo lo posible por convertir al PP en un segundo PSOE, abrazando, incluso, posiciones ideológicas socialdemócratas y alejándose del liberalismo, como si fuera la peste.
En España, todas las reformas sociales de calado las han hecho las izquierdas y la bajada de las pensiones será la más dolorosa.
Los expertos no ven tan inevitable ese trauma porque creen que si se elimina el fraude y, sobre todo, si se adelgaza el Estado monstruoso que España está obligada a mantener, lleno de parásitos y chiringuitos inútiles creados por los políticos y si el gobierno adoptara medidas de austeridad, el desastre del hundimiento de las pensiones podría evitarse, pero los socialistas están suficientemente preparados para reducirlas drásticamente y soportar el desgaste que eso conlleva, sin ni siquiera analizar que la austeridad y la racionalidad podrían evitar ese brutal trauma.
Francisco Rubiales
Zapatero estaba en el poder, al que llegó de manera forzada y como consecuencia de un brutal atentado terrorista, para realizar reformas y pilotar el hundimiento de la economía por la crisis.
Quizás ahora los grandes poderes quieren que sea el socialista Sanchez el que gobierne y adopte la terrible decisión de reducir las pensiones, algo que se ve venir y que España, tarde o temprano, tendrá que afrontar.
Quizás esos mismos intereses que han empujado al PSOE hasta la Moncloa sean los mismos que han aplastado el impetuoso auge de VOX porque a los poderosos del mundo no les interesa una España que se regenere, renazca y recupere el poder y el prestigio que tuvo en el pasado, algo que incomodaría a los ingleses, franceses, alemanes y estadounidenses, entre otros muchos países y pueblos. Ese interés mundial en frenar el auge de VOX explicaría la inmensa bajeza antidemocrática que representa el boicot político y mediático al que ese partido ha sido sometido, acusándole con falsedad de ser "extrema derecha", cuando es, probablemente, el partido que con más intensidad defiende la regeneración y el constitucionalismo.
Una vez más, la llegada del socialista al poder parece forzada, ahora como resultado de unas elecciones cuyos resultados están bajo sospecha y sobre los que millones de españoles dudan porque piensan que ha habido trampa en el recuento de votos.
El silencio de los partidos de derecha ante el posible fraude electoral es sospechoso, como también lo es esa especie de suicidio voluntario que representó el que se presentaran a las elecciones desunidos. Quizás todo ocurrió para que el PSOE ganara unas elecciones que tenía perdidas porque Sánchez estaba inmerso en el desprestigio y el desprecio ciudadano, después de su detestable alianza con lo más desleal y antiespañol: los partidos independentistas, golpistas, totalitarios y pro terroristas de España.
Es evidente que en España a los socialistas se les perdona todo y a la derecha muy poco o nada. Los españoles siguen votando al PSOE olvidando que provocaron la terrible Guerra Civil de 1936 y que saquearon las reservas en oro del Bando de España, enviándolas a Moscú y México. Para olvidar hasta han olvidado fechorías como el engaño en el referendum de la OTAN y la durísima desindustrialización de España que impuso Felipe González, además de la responsabilidad del socialismo en la corrupción y hasta el desastre que estuvo a punto de provocar el más inepto y obtuso de los políticos modernos, el pobre Zapatero.
Es evidente que una decisión tan traumática como la bajada de las pensiones, que se está viendo venir porque los políticos ni siquiera recurren a la austeridad y al adelgazamiento del costoso Estado español para evitarla, tiene que ser pilotada por los socialistas. como también conviene que sean socialistas los que impongan a los españoles, contra su voluntad mayoritaria, la invasión desenfrenada de inmigrantes que ya padecemos, con un Pedro Sánchez que ha abierto las puertas de España de par en par a todo tipo de invasores, sin filtrarlos, sin repeler a los delincuentes y aprovechados, que llegan en masa.
Consciente de que el poder mundial prefiere a los socialistas, Mariano Rajoy hizo todo lo posible por convertir al PP en un segundo PSOE, abrazando, incluso, posiciones ideológicas socialdemócratas y alejándose del liberalismo, como si fuera la peste.
En España, todas las reformas sociales de calado las han hecho las izquierdas y la bajada de las pensiones será la más dolorosa.
Los expertos no ven tan inevitable ese trauma porque creen que si se elimina el fraude y, sobre todo, si se adelgaza el Estado monstruoso que España está obligada a mantener, lleno de parásitos y chiringuitos inútiles creados por los políticos y si el gobierno adoptara medidas de austeridad, el desastre del hundimiento de las pensiones podría evitarse, pero los socialistas están suficientemente preparados para reducirlas drásticamente y soportar el desgaste que eso conlleva, sin ni siquiera analizar que la austeridad y la racionalidad podrían evitar ese brutal trauma.
Francisco Rubiales