La Plataforma de Afectados por las Hipotecas ha anunciado que se querellará contra el diputado del PP Esteban González Pons por un presunto delito de calumnias y vulneración del derecho al honor si no reconoce que "mintió" en los hechos que contó respecto al escrache que tuvo lugar en su vivienda el pasado 20 de marzo de 2013.
"No subieron 60 personas al rellano de su casa, sino cuatro, dos de los cuales eran cámaras de medios de comunicación. No se aporreó la puerta, sino que se llamó al timbre. No estuvieron media hora, sino dos minutos. Se dejaron cartas de afectados en la reja de la puerta y se bajó a la calle", ha afirmado Ricardo Cano, abogado de la PAH. Según su versión, en la calle tampoco hubo "incidentes ni insultos" y el corte de tráfico lo habría provocado la policía, que identificó a unas 15 personas.
La vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el presidente del Congreso también exageraron y se presentaron ante la opinión pública como víctimas ante el fenómeno de los escraches, sobre el que los tribunales se han pronunciado considerándolos pacíficos y legales, pues están protegidos por los derechos constitucionales de expresión y manifestación.
El PP se ha cargado de oprobio al reaccionar de manera cobarde y llorosa ante los escraches ciudadanos, sin tener en cuenta que quien diariamente humilla y veja a muchos ciudadanos es un gobierno al que no le tiembla el pulso a la hora de acribillarnos a impuestos, de expulsar a miles de familias de sus hogares, por medio del desahucio, incumpliendo las promesas electorales que le auparon hasta el poder, legalizando la inmensa estafa de las participaciones preferentes y con otros muchos abusos de poder y carencias democráticas.
La mayoría de los observadores y analistas independientes del país han puesto de relieve que la reacción del PP y del gobierno ante los escraches ha sido deplorable y que la idea de presentarse ante la opinión pública como víctimas de acoso, mintiendo y exagerando en algunas ocasiones, así como la iniciativa de lanzar a la policía y a la Justicia contra los manifestantes, fueron errores producto del miedo al ciudadano y fruto de una conciencia que debe estar intranquila por las desmanes e injusticias que cometen desde el poder.
"No subieron 60 personas al rellano de su casa, sino cuatro, dos de los cuales eran cámaras de medios de comunicación. No se aporreó la puerta, sino que se llamó al timbre. No estuvieron media hora, sino dos minutos. Se dejaron cartas de afectados en la reja de la puerta y se bajó a la calle", ha afirmado Ricardo Cano, abogado de la PAH. Según su versión, en la calle tampoco hubo "incidentes ni insultos" y el corte de tráfico lo habría provocado la policía, que identificó a unas 15 personas.
La vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el presidente del Congreso también exageraron y se presentaron ante la opinión pública como víctimas ante el fenómeno de los escraches, sobre el que los tribunales se han pronunciado considerándolos pacíficos y legales, pues están protegidos por los derechos constitucionales de expresión y manifestación.
El PP se ha cargado de oprobio al reaccionar de manera cobarde y llorosa ante los escraches ciudadanos, sin tener en cuenta que quien diariamente humilla y veja a muchos ciudadanos es un gobierno al que no le tiembla el pulso a la hora de acribillarnos a impuestos, de expulsar a miles de familias de sus hogares, por medio del desahucio, incumpliendo las promesas electorales que le auparon hasta el poder, legalizando la inmensa estafa de las participaciones preferentes y con otros muchos abusos de poder y carencias democráticas.
La mayoría de los observadores y analistas independientes del país han puesto de relieve que la reacción del PP y del gobierno ante los escraches ha sido deplorable y que la idea de presentarse ante la opinión pública como víctimas de acoso, mintiendo y exagerando en algunas ocasiones, así como la iniciativa de lanzar a la policía y a la Justicia contra los manifestantes, fueron errores producto del miedo al ciudadano y fruto de una conciencia que debe estar intranquila por las desmanes e injusticias que cometen desde el poder.