Los combustibles siguen por la nubes en España
Algunos, quizás con demasiado optimismo, dicen que estamos viviendo los últimos días del sanchismo. Lo dicen porque muchos colectivos, como los camioneros, agricultores, ganaderos y otros, entre ellos los demócratas y ciudadanos decentes, ya no aguantan más y han decidido lanzarse a la calle para acabar con el maltrato y la ruina que trae el sanchismo a España. Otros dicen que el final se acerca porque la situación de España es desesperada y se encuentra muy cerca de la quiebra. Hay quien cree estar viviendo el fin porque al país le faltan casi todas las vigas maestras: ilusiones, esperanzas, alegría, fuerza, cohesión, orgullo, valor, honor, etc.
No sabemos si este será el final o no del maldito sanchismo, pero si sabemos que estamos en su agonía porque un país no puede vivir tanto tiempo en la ignominia, el error continuo y la corrupción más intensa y galopante en los últimos dos siglos.
Otro dato de gran significado que refleja el fin de los miserables es que el pueblo apoya con fervor a los huelguistas y a los que se lanzan contra el oprobio que representa el gobierno. Los ciudadanos aplauden por las calles a los camioneros en huelga, a pesar de las molestias y carencias que esa huelga trae consigo, y lo mismo ocurre con los líderes de las protestas y críticas, a los que empieza a considerar héroes, como ocurrió en la Rusia soviética, en vísperas de su caída, cuando ser disidente era el máximo honor y gloria para un ciudadano decente.
Hechos como que el ministerio de trabajo de la ministra comunista Yolanda Díaz gasta la friolera de 824.395 de euros en alimentación y bebidas, destacando partidas como 4.000 botellas de vino de Rioja, 200 Kg de langostinos, 4.800 latas de cerveza con alcohol, 1.490 Kg de merluza o 120 Kg de gambas, se convierten en escándalos insoportables para un pueblo al que el maldito gobierno ha empujado hasta la pobreza y la escasez, donde millones de personas pasan frío y hambre, dentro de la próspera Europa, sólo porque está gobernada por una pandilla de crueles y corrupto ineptos.
Los españoles empiezan a aprender que la corrupción no es sólo robar dinero público y que repartir las subvenciones entre los amigos, tener casi medio millón de políticos, tener el gobierno más caro de Europa, endeudarse sin ahorrar, despilfarrar, beneficiar a los amigos y asfixiar a los adversarios, mentir a diario, traficar con los contratos públicos y otros muchos suciedades y canalladas del poder son tipos de corrupción más graves que el robo de las arcas públicas.
El sanchismo ha acabado con el escaso prestigio y respeto que disfrutaba la clase política en España, ha destrozado la imagen de España en el mundo, ha acuchillado la democracia, ha convertido la mentira en doctrina del Estado y ha provocado la huida en masa de millones de españoles hacia partidos más radicales, como VOX y, en menor medida, Podemos, y hacia la abstención y la decepción profunda.
La fotografía del fracaso sanchista es demoledora: Los agricultores manifestándose llevando a cabo tractoradas justas, los pescadores con las flotas amarradas en los puertos, los ganaderos sacrificando ganado al no poder alimentarlo por los precios de los piensos o tirando la leche al no poder ser recogida por transportistas que no pueden seguir trabajando a perdidas. Cuatro millones de parados reales de los cuales 596.500 lo son desde hace más de tres años teniendo en cuenta que en uno de los cuatro, lo están todos los miembros de la unidad familiar en edad de trabajar. El IPC al 9.8% castigando a todos y los precios industriales a niveles de record.
La situación de España es tan grave que vacunarse contra el sanchismo es ya mucho más necesario que contra la pandemia.
Francisco Rubiales
No sabemos si este será el final o no del maldito sanchismo, pero si sabemos que estamos en su agonía porque un país no puede vivir tanto tiempo en la ignominia, el error continuo y la corrupción más intensa y galopante en los últimos dos siglos.
Otro dato de gran significado que refleja el fin de los miserables es que el pueblo apoya con fervor a los huelguistas y a los que se lanzan contra el oprobio que representa el gobierno. Los ciudadanos aplauden por las calles a los camioneros en huelga, a pesar de las molestias y carencias que esa huelga trae consigo, y lo mismo ocurre con los líderes de las protestas y críticas, a los que empieza a considerar héroes, como ocurrió en la Rusia soviética, en vísperas de su caída, cuando ser disidente era el máximo honor y gloria para un ciudadano decente.
Hechos como que el ministerio de trabajo de la ministra comunista Yolanda Díaz gasta la friolera de 824.395 de euros en alimentación y bebidas, destacando partidas como 4.000 botellas de vino de Rioja, 200 Kg de langostinos, 4.800 latas de cerveza con alcohol, 1.490 Kg de merluza o 120 Kg de gambas, se convierten en escándalos insoportables para un pueblo al que el maldito gobierno ha empujado hasta la pobreza y la escasez, donde millones de personas pasan frío y hambre, dentro de la próspera Europa, sólo porque está gobernada por una pandilla de crueles y corrupto ineptos.
Los españoles empiezan a aprender que la corrupción no es sólo robar dinero público y que repartir las subvenciones entre los amigos, tener casi medio millón de políticos, tener el gobierno más caro de Europa, endeudarse sin ahorrar, despilfarrar, beneficiar a los amigos y asfixiar a los adversarios, mentir a diario, traficar con los contratos públicos y otros muchos suciedades y canalladas del poder son tipos de corrupción más graves que el robo de las arcas públicas.
El sanchismo ha acabado con el escaso prestigio y respeto que disfrutaba la clase política en España, ha destrozado la imagen de España en el mundo, ha acuchillado la democracia, ha convertido la mentira en doctrina del Estado y ha provocado la huida en masa de millones de españoles hacia partidos más radicales, como VOX y, en menor medida, Podemos, y hacia la abstención y la decepción profunda.
La fotografía del fracaso sanchista es demoledora: Los agricultores manifestándose llevando a cabo tractoradas justas, los pescadores con las flotas amarradas en los puertos, los ganaderos sacrificando ganado al no poder alimentarlo por los precios de los piensos o tirando la leche al no poder ser recogida por transportistas que no pueden seguir trabajando a perdidas. Cuatro millones de parados reales de los cuales 596.500 lo son desde hace más de tres años teniendo en cuenta que en uno de los cuatro, lo están todos los miembros de la unidad familiar en edad de trabajar. El IPC al 9.8% castigando a todos y los precios industriales a niveles de record.
La situación de España es tan grave que vacunarse contra el sanchismo es ya mucho más necesario que contra la pandemia.
Francisco Rubiales