Información y Opinión

El gobierno otorga a Otegui ventajas y privilegios injustos





El batasuno y proetarra Arnaldo Otegui ha conseguido eludir la cárcel, pese a haber sido condenado a cumplir 15 meses de prisión, porque la Fiscalía, en representación del Estado, no considera “prudente” meter en la cárcel a uno de los que negocian con el gobierno de Zapatero el mal llamado “proceso de paz” con ETA.

ABC titulaba la noticia así: “El fiscal no ve prudente que Otegi, condenado ahora por enaltecer a ETA, vaya a la cárcel. La acusación pública es favorable, además, a que se permita que el líder batasuno salga de España para asistir a un acto del Sinn Fein en Irlanda”.

Aunque el Juez Marlasca ha prohibido, finalmente, a los etarras viajar al extranjero, pocos dudan en España que Otegui y otros dirigentes batasunos se estén beneficiando de favores gubernamentales.

Mientras tanto, en estos mismos días, otros muchos españoles están a punto de ingresar en prisión por condenas menores, entre ellos el guardia civil Francisco Carmona, al que un superior “leyó” una ofensa en sus labios, delito por el que tendrá que pasar seis meses en una prisión militar. El famoso "bailaor" Farruquito es otro de los españoles que, gracias a su fama, consiguió eludir la cárcel, a pesar de la gravedad de sus delitos (atropelló y mató a un peaton, cuando conducía sin licencia, huyendo y abadonando a su víctima, sin cumplir con la obligación de prestarle auxilio), generando alarma e indignación popular.

Conviene aquí reproducir un párrafo del libro “Los nuevos amos. La rebeldía de los demócratas”, del que soy autor (Francisco Rubiales), actualmente en imprenta, que trata, precisamente, sobre este fenómeno de las injusticias y desigualdades patrocinadas por el Estado:

El Estado ha mostrado muchas veces sentir más temor de sus propios súbditos que de sus enemigos externos. Los Estados, cuando son agredidos por otros Estados, se inclinan a negociar, pero, cuando el ataque procede de uno de sus súbditos, se limitan a castigarlo. Otros observadores interpretan este fenómeno desde una óptica distinta y sostienen que el Estado es una máquina que se muestra tanto más cruel e implacable cuanto más débil sea su adversario. De hecho, el Estado se ha mostrado siempre más tolerante frente a grupos poderosos como mafias, logias y organizaciones delictivas que frente a un ladrón o un revolucionario frustrado. Otro extraño fenómeno observado es que el Estado, cuyo poder suele ser terriblemente eficaz, se muestra sospechosamente torpe frente a adversarios como las bandas terroristas o la delincuencia organizada, grupos con los que a veces hasta parece sentirse cómodo. Así, no es extraño que el Estado negocie con terroristas y hampones y llegue a perdonarles hasta los delitos de sangre, a cambio de la rendición o la paz, mientras que esa actitud es impensable si el contrario es un simple ciudadano que comete su primer delito"

Franky  
Viernes, 28 de Abril 2006
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