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El gobierno manipula y engaña con el impuesto hipotecario



La verdad ha sido ocultada y se parece poco al relato oficial. La operación ha sido brillante, pero inmoral, llena de manipulación, mentira y demagogia: fue el gobierno de Pedro Sánchez y no los bancos quien presionó a los jueces del Supremo para que decidieran que fueran los ciudadanos y no la banca los que pagaran el impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados, mientras, al mismo tiempo, utilizaba a los medios amigos y a su ejército de periodistas sometidos para acusar a la banca de ejercer presión para ganar. Al final, el presidente, para ganar votos e imagen, obliga a pagar a la banca y aparece ante el ciudadano como héroe popular, a pesar de que han sido los suyos los que han presionado a la Justicia para que elimine el derecho de los ciudadanos a recuperar el dinero que habían pagado injustamente en los últimos cuatro años.

Los vencedores en esta aventura han sido el gobierno y la hacienda pública, mientras que los perdedores han sido los ciudadanos, que no recuperarán su dinero, y la banca, utilizada como chivo expiatorio. Toda la aventura, digna de estudio, ha sido un claro ejemplo de mentira y manipulación protagonizado por un gobierno que carece de escrúpulos y es ajeno a la verdad.

La presión del gobierno para neutralizar la sentencia que obligaba a devolver los impuestos pagados en los últimos cuatro años ha sido intensa porque había que evitar por cualquier medio que Hacienda, que era la que había cobrado finalmente el impuesto hipotecario, tuviera que devolver el dinero a los ciudadanos.
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El Tribunal Supremo ha salido desprestigiado y debilitado de esta oscura maniobra
El grito final de Pedro Sánchez fue un ejemplo de manipulación, demagogia y mentira: "Vamos a modificar la ley que regula el impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados para que sea la banca, y nunca más el cliente, quien pague el impuesto”, ha anunciado este miércoles el presidente del gobierno en respuesta a la votación del Tribunal Supremo, que interpretó con una ajustada mayoría que la ley actual obliga a cargar el impuesto que grava las hipotecas al consumidor.

La gente, manipulada, cree que ha sido la banca la que presionó a los jueces, pero ignora que en realidad ha sido Hacienda, que se aterrorizó cuando el Supremo cambio de jurisprudencia y decidió que son los bancos y no los ciudadanos quienes debían pagar el impuesto a las hipotecas y que el dinero pagado por los ciudadanos tenía que devolverse. La reacción del sector bancario fue clara: "nosotros nos hemos limitado a entregar el dinero del impuesto a Hacienda, que es quien tiene que devolverlo".

La jugada maquiavélica del gobierno consistía en acusar a los bancos de manipulación y de poseer un poder desmedido para incrementar el odio del pueblo a los banqueros y después presionar a los jueces para que retornaran a la interpretación anterior, de que eran los ciudadanos quienes debían pagar. El broche final de la operación consistía en obligar a los bancos a que pagaran el impuesto, por decreto ley, apareciendo ante los ojos del pueblo como los justicieros populares y salvadores. Pura falsedad.

Lo ocurrido en torno al Impuesto de Actos Jurídicos Documentados retrata con una perfección absoluta al gobierno y desvela su alma manipuladora y carente de escrúpulos, a la que no le importa mentir y manipular con tal de ganar imagen y votos. No hubo en ningún momento intención alguna de beneficiar a los ciudadanos, sino únicamente de evitar tener que devolver el dinero cobrado injustamente a los ciudadanos, no por la banca sino por Hacienda, en los últimos años.

Si el gobierno hubiera querido beneficiar a los ciudadanos de verdad habría devuelto lo que cobró indebidamente y habría suprimido también un impuesto hipotecario que es injusto y brutal, uno más de los muchos tributos desproporcionados que soporta el sufrido y maltratado ciudadano español.

Pero eso de suprimir impuestos no va con la codicia tradicional del socialismo, cuyo principal rasgo es exprimir el bolsillo del ciudadano sin límites, incluso causando daño a la economía y al progreso.

Francisco Rubiales


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Jueves, 8 de Noviembre 2018
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