El Tribunal Supremo ha salido desprestigiado y debilitado de esta oscura maniobra
El grito final de Pedro Sánchez fue un ejemplo de manipulación, demagogia y mentira: "Vamos a modificar la ley que regula el impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados para que sea la banca, y nunca más el cliente, quien pague el impuesto”, ha anunciado este miércoles el presidente del gobierno en respuesta a la votación del Tribunal Supremo, que interpretó con una ajustada mayoría que la ley actual obliga a cargar el impuesto que grava las hipotecas al consumidor.
La gente, manipulada, cree que ha sido la banca la que presionó a los jueces, pero ignora que en realidad ha sido Hacienda, que se aterrorizó cuando el Supremo cambio de jurisprudencia y decidió que son los bancos y no los ciudadanos quienes debían pagar el impuesto a las hipotecas y que el dinero pagado por los ciudadanos tenía que devolverse. La reacción del sector bancario fue clara: "nosotros nos hemos limitado a entregar el dinero del impuesto a Hacienda, que es quien tiene que devolverlo".
La jugada maquiavélica del gobierno consistía en acusar a los bancos de manipulación y de poseer un poder desmedido para incrementar el odio del pueblo a los banqueros y después presionar a los jueces para que retornaran a la interpretación anterior, de que eran los ciudadanos quienes debían pagar. El broche final de la operación consistía en obligar a los bancos a que pagaran el impuesto, por decreto ley, apareciendo ante los ojos del pueblo como los justicieros populares y salvadores. Pura falsedad.
Lo ocurrido en torno al Impuesto de Actos Jurídicos Documentados retrata con una perfección absoluta al gobierno y desvela su alma manipuladora y carente de escrúpulos, a la que no le importa mentir y manipular con tal de ganar imagen y votos. No hubo en ningún momento intención alguna de beneficiar a los ciudadanos, sino únicamente de evitar tener que devolver el dinero cobrado injustamente a los ciudadanos, no por la banca sino por Hacienda, en los últimos años.
Si el gobierno hubiera querido beneficiar a los ciudadanos de verdad habría devuelto lo que cobró indebidamente y habría suprimido también un impuesto hipotecario que es injusto y brutal, uno más de los muchos tributos desproporcionados que soporta el sufrido y maltratado ciudadano español.
Pero eso de suprimir impuestos no va con la codicia tradicional del socialismo, cuyo principal rasgo es exprimir el bolsillo del ciudadano sin límites, incluso causando daño a la economía y al progreso.
Francisco Rubiales
La gente, manipulada, cree que ha sido la banca la que presionó a los jueces, pero ignora que en realidad ha sido Hacienda, que se aterrorizó cuando el Supremo cambio de jurisprudencia y decidió que son los bancos y no los ciudadanos quienes debían pagar el impuesto a las hipotecas y que el dinero pagado por los ciudadanos tenía que devolverse. La reacción del sector bancario fue clara: "nosotros nos hemos limitado a entregar el dinero del impuesto a Hacienda, que es quien tiene que devolverlo".
La jugada maquiavélica del gobierno consistía en acusar a los bancos de manipulación y de poseer un poder desmedido para incrementar el odio del pueblo a los banqueros y después presionar a los jueces para que retornaran a la interpretación anterior, de que eran los ciudadanos quienes debían pagar. El broche final de la operación consistía en obligar a los bancos a que pagaran el impuesto, por decreto ley, apareciendo ante los ojos del pueblo como los justicieros populares y salvadores. Pura falsedad.
Lo ocurrido en torno al Impuesto de Actos Jurídicos Documentados retrata con una perfección absoluta al gobierno y desvela su alma manipuladora y carente de escrúpulos, a la que no le importa mentir y manipular con tal de ganar imagen y votos. No hubo en ningún momento intención alguna de beneficiar a los ciudadanos, sino únicamente de evitar tener que devolver el dinero cobrado injustamente a los ciudadanos, no por la banca sino por Hacienda, en los últimos años.
Si el gobierno hubiera querido beneficiar a los ciudadanos de verdad habría devuelto lo que cobró indebidamente y habría suprimido también un impuesto hipotecario que es injusto y brutal, uno más de los muchos tributos desproporcionados que soporta el sufrido y maltratado ciudadano español.
Pero eso de suprimir impuestos no va con la codicia tradicional del socialismo, cuyo principal rasgo es exprimir el bolsillo del ciudadano sin límites, incluso causando daño a la economía y al progreso.
Francisco Rubiales