Castells, el ministro marmota, casi siempre en hibernación, dice que el esfuerzo y la disciplina son valores aristocráticos que hay que eliminar
Para entender todo el nauseabundo alcance del indulto a los malos estudiantes que el gobierno de Sánchez se dispone a aprobar, nada mejor que leer el magistral articulo que Alberto García Reyes acaba de publicar en ABC:
"Aprobar todas las asignaturas es clasista y la inteligencia, el esfuerzo y la disciplina son virtudes aristocráticas. El Gobierno prepara ahora los indultos de los malos estudiantes porque según el ministro marmota, que lleva un año y medio hibernando, la repetición de curso «machaca a los de abajo y favorece a los de arriba». Castells ha fundado una nueva dimensión de la lucha de clases que va más allá de las dicotomías tradicionales: pobres y ricos, burguesía y proletariado... Para el ministro de Universidades del Gobierno de los suspensos, las clases sociales ya no están determinadas sólo por factores externos, se cisman también por las capacidades intrínsecas del individuo. Esto es una revolución filosófica posmarxista. Su teoría es que la desigualdad social emana de la inteligencia y del sacrificio, que en realidad es como decir que depende del color de piel. En consecuencia, quienes tienen capacidad natural o mérito para estudiar resultarían favorecidos si no se les igualase con quienes carecen de esas condiciones. El alumno cateador se considera, aunque sea rico, miembro de las ‘clases desposeídas’ y la única fórmula para terminar con esa discriminación es penalizar al alumno que aprueba, aunque sea pobre.
La propuesta de Castells es lógica en un Gobierno que sólo puede aspirar a la excelencia empeorándonos. Hay dos maneras de ser el mejor: cultivándote tú, que es una tarea inviable para este Consejo de Ministros, o deteriorando al resto. Por eso su estrategia es aplicar la doble pobreza: de bolsillo y de cabeza. El objetivo es que todos hablemos peor que María Jesús Montero, que sepamos menos que Adriana Lastra, que pensemos con más lentitud que Irene Montero, que admiremos la intelectualidad de Pedro Sánchez o que seamos más vagos que Castells, que defiende a los flojos por corporativismo, aunque lo suyo es el paroxismo de la paradoja porque ser así de flojo requiere muchísimo esfuerzo. Y para lograrlo hay que desprestigiar la excelencia, fabricar tontos a mansalva, a ritmo de vacunódromo, hasta que sólo haya dos clases sociales: la plebe y el poder. El analfabetismo de rebaño pastoreado por la ignorancia elitista."
Lo que dice el artículo responde cien por cien a la realidad. España está siendo demolida con una estudiada estrategia que pretende romper las columnas que sostienen su existencia como nación: la ética, la prosperidad, la cultura y, sobre todo, la libertad.
Impidámoslo porque todavía es posible salvar esta noción, suciamente maltratada por sus políticos.
Francisco Rubiales
"Aprobar todas las asignaturas es clasista y la inteligencia, el esfuerzo y la disciplina son virtudes aristocráticas. El Gobierno prepara ahora los indultos de los malos estudiantes porque según el ministro marmota, que lleva un año y medio hibernando, la repetición de curso «machaca a los de abajo y favorece a los de arriba». Castells ha fundado una nueva dimensión de la lucha de clases que va más allá de las dicotomías tradicionales: pobres y ricos, burguesía y proletariado... Para el ministro de Universidades del Gobierno de los suspensos, las clases sociales ya no están determinadas sólo por factores externos, se cisman también por las capacidades intrínsecas del individuo. Esto es una revolución filosófica posmarxista. Su teoría es que la desigualdad social emana de la inteligencia y del sacrificio, que en realidad es como decir que depende del color de piel. En consecuencia, quienes tienen capacidad natural o mérito para estudiar resultarían favorecidos si no se les igualase con quienes carecen de esas condiciones. El alumno cateador se considera, aunque sea rico, miembro de las ‘clases desposeídas’ y la única fórmula para terminar con esa discriminación es penalizar al alumno que aprueba, aunque sea pobre.
La propuesta de Castells es lógica en un Gobierno que sólo puede aspirar a la excelencia empeorándonos. Hay dos maneras de ser el mejor: cultivándote tú, que es una tarea inviable para este Consejo de Ministros, o deteriorando al resto. Por eso su estrategia es aplicar la doble pobreza: de bolsillo y de cabeza. El objetivo es que todos hablemos peor que María Jesús Montero, que sepamos menos que Adriana Lastra, que pensemos con más lentitud que Irene Montero, que admiremos la intelectualidad de Pedro Sánchez o que seamos más vagos que Castells, que defiende a los flojos por corporativismo, aunque lo suyo es el paroxismo de la paradoja porque ser así de flojo requiere muchísimo esfuerzo. Y para lograrlo hay que desprestigiar la excelencia, fabricar tontos a mansalva, a ritmo de vacunódromo, hasta que sólo haya dos clases sociales: la plebe y el poder. El analfabetismo de rebaño pastoreado por la ignorancia elitista."
Lo que dice el artículo responde cien por cien a la realidad. España está siendo demolida con una estudiada estrategia que pretende romper las columnas que sostienen su existencia como nación: la ética, la prosperidad, la cultura y, sobre todo, la libertad.
Impidámoslo porque todavía es posible salvar esta noción, suciamente maltratada por sus políticos.
Francisco Rubiales