La sequía destroza España, pero es un problema solucionable, que los políticos no quieren abordar
Los ríos se desbordan no sólo porque diluvia sino porque sus cauces están sucios y los gobiernos no los limpian. El agua de los pantanos se agota pronto porque los fondos están llenos de barro, sin que los gobiernos los limpien, y la capacidad de embalse es cada año más reducida. Los gobernantes son tan ineptos y miserables que ni siquiera son capaces de solucionar el vital problema del agua en España, hoy mitigado porque el general Franco tuvo la feliz ocurrencia de llenar la geografía española de pantanos.
El diario ABC titula hoy: "Estragos de la sequía: siete zonas de la cuenca del Guadalquivir están ya en situación de emergencia" y la cuenca del Guadiana no está mejor. La sequía pone en peligro la principal riqueza de España junto con el turismo, que es la producción agrícola y ganadera, pero a Pedro Sánchez lo único que le importa es ganar las elecciones, ahora las de Castilla y León, y conservar el poder a toda costa.
Dentro de un mes, si antes no llueve a cántaros, todo el sur de España estará en situación de emergencia y entonces la sequía ocupará las primeras planas de los medios de comunicación. Los medios comprados culparán a la naturaleza y aprovecharán la coyuntura para hablar del cambio climático, que es uno de los mantras del progresismo, pero muy pocos culparán a los políticos del desastre, por su incapacidad para canalizar el agua que sobra hacia las tierras sedientas de España.
El diario "El País" titulaba hace dos días que "La falta de lluvias y el descenso del agua embalsada acrecientan el miedo a la sequía en España", una sequía que unida a la crisis del turismo por causa de la pandemia, hundirá todavía más la economía española, que ya es la más dañada de toda la Unión Europea.
La gente, una vez más, mira hacia los políticos en espera de soluciones, pero desde los palacios y ministerios no se emite señal alguna de esperanza o recetas de solución, sino el clásico despilfarro de dinero para ganar votos y la obsesión por mantenerse en el lujo del poder, sin solucionar nada, sin hacer nada por el país y por sus ciudadanos. Los ineptos y los inútiles sin vergüenza han tomado el poder y no será fácil desalojarlos porque se han acostumbrado a ser sátrapas y se han pegado al privilegio como lapas.
Desde otoño ha llovido un tercio menos de lo habitual y las reservas están al 44,7%. El campo ha sido el primero en dar la voz de alarma del bloqueo anticiclónico. La agricultura y la ganadería están en estado de angustia porque la ruina se cierne sobre miles de explotaciones.
El verano, si el turismo extranjero regresa, será un infierno porque las piscinas, hoteles y complejos demandan ríos de agua que no tendremos.
Ante el drama, los políticos siguen subidos al Falcon y empeñados de lleno en la campaña de Castilla y León porque sus máximas prioridades son el disfrute del poder y la victoria que les garantice seguir en la cresta de la ola y el placer.
Ni un plan de choque, ni solución alguna para derrotar a una sequía que en España se presenta cada década con toda crudeza, causando estragos en la economía y en la vida cotidiana de millones de personas, mientras el agua se desborda en los ríos del norte y es vertida al mar con frivolidad y estupidez política.
La primera conclusión a extraer de la actual amenaza de sequía severa es que el criticado y denostado general Franco hizo diez veces más por salvar a la España seca durante su mandato que los politicastros de la falsa democracia desde 1975 hasta hoy. La segunda conclusión debería ser que estos políticos que nos gobiernan no se ganan el sueldo y que hay que deponerlos y castigarlos cada vez que se abran las urnas. Nos va la vida en ello.
Francisco Rubiales
El diario ABC titula hoy: "Estragos de la sequía: siete zonas de la cuenca del Guadalquivir están ya en situación de emergencia" y la cuenca del Guadiana no está mejor. La sequía pone en peligro la principal riqueza de España junto con el turismo, que es la producción agrícola y ganadera, pero a Pedro Sánchez lo único que le importa es ganar las elecciones, ahora las de Castilla y León, y conservar el poder a toda costa.
Dentro de un mes, si antes no llueve a cántaros, todo el sur de España estará en situación de emergencia y entonces la sequía ocupará las primeras planas de los medios de comunicación. Los medios comprados culparán a la naturaleza y aprovecharán la coyuntura para hablar del cambio climático, que es uno de los mantras del progresismo, pero muy pocos culparán a los políticos del desastre, por su incapacidad para canalizar el agua que sobra hacia las tierras sedientas de España.
El diario "El País" titulaba hace dos días que "La falta de lluvias y el descenso del agua embalsada acrecientan el miedo a la sequía en España", una sequía que unida a la crisis del turismo por causa de la pandemia, hundirá todavía más la economía española, que ya es la más dañada de toda la Unión Europea.
La gente, una vez más, mira hacia los políticos en espera de soluciones, pero desde los palacios y ministerios no se emite señal alguna de esperanza o recetas de solución, sino el clásico despilfarro de dinero para ganar votos y la obsesión por mantenerse en el lujo del poder, sin solucionar nada, sin hacer nada por el país y por sus ciudadanos. Los ineptos y los inútiles sin vergüenza han tomado el poder y no será fácil desalojarlos porque se han acostumbrado a ser sátrapas y se han pegado al privilegio como lapas.
Desde otoño ha llovido un tercio menos de lo habitual y las reservas están al 44,7%. El campo ha sido el primero en dar la voz de alarma del bloqueo anticiclónico. La agricultura y la ganadería están en estado de angustia porque la ruina se cierne sobre miles de explotaciones.
El verano, si el turismo extranjero regresa, será un infierno porque las piscinas, hoteles y complejos demandan ríos de agua que no tendremos.
Ante el drama, los políticos siguen subidos al Falcon y empeñados de lleno en la campaña de Castilla y León porque sus máximas prioridades son el disfrute del poder y la victoria que les garantice seguir en la cresta de la ola y el placer.
Ni un plan de choque, ni solución alguna para derrotar a una sequía que en España se presenta cada década con toda crudeza, causando estragos en la economía y en la vida cotidiana de millones de personas, mientras el agua se desborda en los ríos del norte y es vertida al mar con frivolidad y estupidez política.
La primera conclusión a extraer de la actual amenaza de sequía severa es que el criticado y denostado general Franco hizo diez veces más por salvar a la España seca durante su mandato que los politicastros de la falsa democracia desde 1975 hasta hoy. La segunda conclusión debería ser que estos políticos que nos gobiernan no se ganan el sueldo y que hay que deponerlos y castigarlos cada vez que se abran las urnas. Nos va la vida en ello.
Francisco Rubiales