Los pensadores y estrategas que cuidan al gobierno socialista que preside José Luis Rodríguez Zapatero no dan crédito a lo que están viviendo y no terminan de admitir la evidencia de que el gobierno ha entrado en declive prematuramente, mucho antes de lo esperado, generando confusión y angustia en las filas del poder político.
Por vez primera en la historia de la democracia española, un gobierno que había despertado grandes ilusiones al tomar el timón de la política no sólo inicia su desgaste antes del tercer año de su mandato, sino que, además, parece haber cambiado su tendencia y comienza a bajar sistemáticamente en las encuestas. Los politólogos de todas las escuelas científicas suelen coincidir en que es casi imposible que un gobierno cambie su tendencia y entre en declive, en una democracia avanzada, en su segundo año de mandato, salvo que ocurra una catástrofe.
El caso español sólo se explica, entonces, porque no existe una democracia avanzada o porque ha ocurrido realmente una catástrofe, aunque nosotros pensamos que han operado los dos problemas a la vez: el gobierno ha sufrido una catátrofe con la cuestión catalana y existe demasiado déficit democrático para considerar a España como una democracia avanzada.
Un miembro de un thing tank próximo a la Moncloa, experto en marketing político, nos informa que el inicio del desgaste no era esperado hasta por lo menos dentro de dos años, al final de la legislatura o, con un poco de suerte, ya dentro de un segundo mandato, que hasta hace poco se veía posible, pero que ahora es todo un enigma amenazante.
Pero la "cuestión catalana" ha sido letal. Nadie esperaba -nos explica- que la reacción de rechazo de la sociedad y de la opinión pública iba a ser tan drástica. El inesperado cambio de tendencia es un fenómeno excepcional en sociología política y puede explicarse únicamente como la respuesta indignada y cabreada de millones de ciudadanos ante una concatenación de errores políticos y de noticias adversas procedentes del ámbito catalán: la actitud chulesca de Carod Rovira, la transformación nacionalista del socialismo catalán, la falta de tacto político de Maragall, los escándalos del Carmel y del tres por ciento, el enfoque totalitario, arrogante e independentista del Estatuto y, finalmente, las dos bombas de los créditos condonados al PSC y la evidente implicación directa del gobierno en la OPA contra Endesa.
No hay duda que ha sido el "asunto catalán" el que está colocando al gobierno de Zapatero en la ruta de la derrota porque ha logrado algo casi imposible en una democracia moderna y próspera: inquietar y cabrear a unos ciudadanos que suelen estar aburridos y alejados de la política, pero que, en este caso, han cambiado el aburrimiento y el desprecio hacia los políticos por la indignación y el cabreo.
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Por vez primera en la historia de la democracia española, un gobierno que había despertado grandes ilusiones al tomar el timón de la política no sólo inicia su desgaste antes del tercer año de su mandato, sino que, además, parece haber cambiado su tendencia y comienza a bajar sistemáticamente en las encuestas. Los politólogos de todas las escuelas científicas suelen coincidir en que es casi imposible que un gobierno cambie su tendencia y entre en declive, en una democracia avanzada, en su segundo año de mandato, salvo que ocurra una catástrofe.
El caso español sólo se explica, entonces, porque no existe una democracia avanzada o porque ha ocurrido realmente una catástrofe, aunque nosotros pensamos que han operado los dos problemas a la vez: el gobierno ha sufrido una catátrofe con la cuestión catalana y existe demasiado déficit democrático para considerar a España como una democracia avanzada.
Un miembro de un thing tank próximo a la Moncloa, experto en marketing político, nos informa que el inicio del desgaste no era esperado hasta por lo menos dentro de dos años, al final de la legislatura o, con un poco de suerte, ya dentro de un segundo mandato, que hasta hace poco se veía posible, pero que ahora es todo un enigma amenazante.
Pero la "cuestión catalana" ha sido letal. Nadie esperaba -nos explica- que la reacción de rechazo de la sociedad y de la opinión pública iba a ser tan drástica. El inesperado cambio de tendencia es un fenómeno excepcional en sociología política y puede explicarse únicamente como la respuesta indignada y cabreada de millones de ciudadanos ante una concatenación de errores políticos y de noticias adversas procedentes del ámbito catalán: la actitud chulesca de Carod Rovira, la transformación nacionalista del socialismo catalán, la falta de tacto político de Maragall, los escándalos del Carmel y del tres por ciento, el enfoque totalitario, arrogante e independentista del Estatuto y, finalmente, las dos bombas de los créditos condonados al PSC y la evidente implicación directa del gobierno en la OPA contra Endesa.
No hay duda que ha sido el "asunto catalán" el que está colocando al gobierno de Zapatero en la ruta de la derrota porque ha logrado algo casi imposible en una democracia moderna y próspera: inquietar y cabrear a unos ciudadanos que suelen estar aburridos y alejados de la política, pero que, en este caso, han cambiado el aburrimiento y el desprecio hacia los políticos por la indignación y el cabreo.
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