El gobierno que preside el socialista José Luis Rodríguez Zapatero se siente abrumado por demasiados problemas, auténticas vías de agua que ponen en peligro la nave del Estado Español: el Estatuto catalán, que amenaza con romper la unidad nacional; el independentismo vasco que se esconde detrás del Plan Ibarretxe; la difícil negociación con el terrorismo de ETA, que no avanza; la falsa amistad con un Marruecos que no para de hostigar a España desde la trastienda; la inmigración ilegal, desbordada y descontrolada; el rechazo de madia España al matrimonio gay, el enfrentamiento implacable con la Iglesia Católica, que ya prepara manifestaciones y protestas para este otoño; la sequía, que amenaza con arruinar las cosechas y el próspero turismo español; la perdida de poder en Europa, donde España se siente desubicada tras el fracaso del eje amigo París Berlín; la enemistad con los Estados Unidos, un enfrentamiento sobre el que no se informa, que no mejora y que está costando miles de millones de euros a la economía española; el déficit imparable de la balanza comercial española; y el peor de todos, un peligroso deterioro de la política entre los ciudadanos, que se manifiesta en el descrédito de la democraciaen el divorcio entre ciudadanos y políticos y en una notable pérdida de confianza ciudadana en el liderazgo político.
A esa “docena” de grandes problemas hay que agregarle otros muchos, quizás menos trascendentes, pero no menos importantes, entre los que destacan la crispación de la sociedad española, el creciente clima de enfrentamiento entre distintas regiones de España y la demasiado tensa y poco constructiva relación entre el gobierno y la oposición.
Ni siquiera el famoso “talante” de Zapatero parece ahora eficaz contra el abrumador diluvio de problemas. El talante, gran descubrimiento político de Zapatero, consiste en emplear un estilo amable, dialogante y cordial que resta crispación y elimina tensiones en el juego político y en la convivencia, pero, a pesar de su inicial buena acogida por una sociedad que estaba demasiado crispada, está perdiendo su efecto balsámico, mientras que los dramáticos problemas actuales de España demandan mucho más que estilo y cordialidad.
Las dificultades que se le acumulan a Zapatero es uno de los temas favoritos de los comentaristas y analistas de la prensa española, la mayoría de los cuales consideran que el gobierno se siente desbordado y superado por el cúmulo de conflictos y brechas abiertas.
A esa “docena” de grandes problemas hay que agregarle otros muchos, quizás menos trascendentes, pero no menos importantes, entre los que destacan la crispación de la sociedad española, el creciente clima de enfrentamiento entre distintas regiones de España y la demasiado tensa y poco constructiva relación entre el gobierno y la oposición.
Ni siquiera el famoso “talante” de Zapatero parece ahora eficaz contra el abrumador diluvio de problemas. El talante, gran descubrimiento político de Zapatero, consiste en emplear un estilo amable, dialogante y cordial que resta crispación y elimina tensiones en el juego político y en la convivencia, pero, a pesar de su inicial buena acogida por una sociedad que estaba demasiado crispada, está perdiendo su efecto balsámico, mientras que los dramáticos problemas actuales de España demandan mucho más que estilo y cordialidad.
Las dificultades que se le acumulan a Zapatero es uno de los temas favoritos de los comentaristas y analistas de la prensa española, la mayoría de los cuales consideran que el gobierno se siente desbordado y superado por el cúmulo de conflictos y brechas abiertas.