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El gobierno de Pedro Sánchez se desangra a gran velocidad



La dimisión de la ministra Montón es un nuevo revés para el gobierno de Pedro Sánchez, un ejecutivo atribulado por dimisiones, errores, rectificaciones y reveses de todo tipo, que demuestran torpeza, confusión y, sobre todo, falta de apoyos y divorcio con una ciudadanía que le exige, cada día de manera más perentoria, que convoque elecciones. La dimisión de la ministra, por haber obtenido un máster con ventajas y haber copiado su trabajo final, es, junto con la desaceleración de la economía, el mayor revés del actual gobierno desde que se creó, hace poco más de cien días.

El desgaste del gobierno de Pedro Sánchez es brutal y su imagen se hunde cada día más, aplastada por la tres heridas que lo están desangrando: la primera es las deudas e hipotecas que tiene con los partidos que le han aupado hasta el poder; la segunda es el despilfarro, que llevará a España a ser castigada por Bruselas por incumplir su compromiso de controlar el déficit; y la tercera es la subida de los impuestos, un error que los españoles, cansados de ser esquilmados para mantener el despilfarro de los políticos, no van a soportar.
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El caso de la ministra Montón es muy grave y su comportamiento es el típico corrupto habitual en los grandes partidos políticos españoles. Según OK Diario "Montón enchufó a 23 amigos y familiares, entre ellos a su marido, que tuvo que dimitir a los tres días".

Pero la herida más grave y la que desangra con más intensidad al gobierno de Sánchez es, sin duda, la bajeza de sus socios, entre los que hay comunistas totalitarios disfrazados de populismo, golpistas catalanes llenos de odio a España y los amigos vascos de los asesinos de ETA, un elenco de miserables que repugna a la inmensa mayoría de los españoles.

Pero Sanchez tiene que soportar otro rasgo negativo que también desangra a su frágil gobierno y lo convierte en un verdadero estorbo: el acceso irregular al poder y su negativa a convocar elecciones después de haberlo prometido, un drama que aleja al gobierno de la democracia, le resta legitimidad y lo envuelve de sospecha y desprestigio, sobre todo en las redes sociales, donde se ha hecho viral la idea de que el PSOE, de una manera u otra, siempre llega al poder de manera irregular y sospechosa.

La presidencia de Pedro Sánchez es legal, pero encierra tantos estigmas, hipotecas y suciedades que debería pasar urgentemente por las urnas para dotarse de la única verdadera legitimidad que existe en democracia, la de los votos emitidos por los ciudadanos.

Su golpe de mano “por decreto” en la radio y televisión pública, donde los comisarios políticos han tardado cuatro días en tomar el poder y ejercerlo en los programas, ha terminado de desprestigiar a un gobierno sin una gota de amor a la libertad y a la democracia en su espíritu, pero que cuando fue designado sorprendió agradablemente. Utilizar la televisión que pagan todos los españoles para saciar las ansias de propaganda y poder de Podemos, agradeciéndole de ese modo su apoyo para derrocar a Rajoy, ha sido una resonante vileza.

El balance negativo del gobierno engorda cada día de manera alarmante: un ministro forzado a dimitir por ser un defraudador, una ministra que dimite por obtener un máster irregular y copiar su trabajo final, dudas sobre la naturaleza del doctorado que posee el propio presidente, constantes humillaciones ante sus desleales y antiespañoles socios, cambios de rumbo en inmigración y otros temas de importancia, rectificaciones en el caso del Juez Llarena y la venta de armas a Arabia, retroceso de la economía, currículos de sus miembros falsificados, falta de coherencia, despilfarro, incapacidad para sacar adelante sus presupuestos, inexplicables intentos de subir los impuestos en un país ya esquilmado por sus políticos, rechazo de sectores empresariales y un largo etcétera en menos de cuatro meses de gestión.

Francisco Rubiales


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Miércoles, 12 de Septiembre 2018
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