El camino abierto por Sánchez y su gobierno es un cochambroso invento español que pervierte la política y la democracia.
La alianza de populistas, socialistas, proterroristas e independentistas golpistas contrarios a la Constitución, al rey y a la misma España que sostiene a Pedro Sánchez es una ruta nueva y perversa que, por desgracia, ha inventado España y que traspasa una de las más sólidas líneas rojas de las democracias en el mundo: la imposibilidad de que partidos que han sido elegidos por los ciudadanos con programas distintos y hasta incompatibles se unan para formar gobierno sin otro ideal que los beneficios que se derivan del poder o el odio contra un partido concreto.
Si se piensa bien, es lógico que el inventor de esa aberración haya sido uno de los países mas políticamente deteriorados del mundo. Parece lógico que los inventores de la aberración sean españoles, un país cuyos políticos profesionales y partidos están impregnados de corrupción, plagado de injusticias y abusos, en el que no se respetan las reglas democráticas y el divorcio entre políticos y ciudadanos alcanza niveles de escándalo.
En países avanzados y con democracias más auténticas, las alianzas entre partidos que no hayan sido anunciadas antes de las elecciones están prohibidas porque se interpretan como una traición a los votantes, pero en España esas alianzas contra natura que traicionan la voluntad popular no sólo están admitidas, sino que se producen con una frecuencia escandalosa.
Nuestra historia reciente ofrece pactos entre partidos que se proclaman constitucionalistas con otros que desprecian la Constitución y la violan o entre partidos que que afirman amar a España y otros que quieren destrozarla. También hemos asistidos a pactos tan aberrantes como aquella "pinza" que unió en Andalucía al derechista Partido Popular con los comunistas de Izquierda Unida.
La actual coalición de partidos que sostiene el gobierno socialista de Pedro Sánchez es un ejemplo sorprendente de la aberrante unión entre partidos en teoría incompatibles, pero unidos por el ansia de poder, la ambición, la obtención de beneficios y el odio a la derecha, enemigo común de la banda integrada por anticonstitucionalistas, pro terroristas, comunistas, golpistas que quieren destruir España y otros partidos arrimados al poder sin otro objetivo que el mercenario de cobrar con dinero su apoyo.
Es probable que otros países sigan el ejemplo de España y que ese invento español que degrada todavía más las democracias se extienda y pervierta aun más la política, con el consiguiente fortalecimiento del cáncer del totalitarismo, la corrupción y la caída de valores y principios que infecta a las democracias del planeta.
Pero no por eso va a dejar de brillar una verdad que siempre sale a la luz: El matrimonio entre un partido constitucionalista y democrático, como era el PSOE, con partidos que quieren romper la nación, golpistas y totalitarios, es aberrante e indecente, además de un engaño a la ciudadanía y una barbaridad de tal calibre que debería estar rigurosamente prohibida en un mundo civilizado.
Francisco Rubiales
La alianza de populistas, socialistas, proterroristas e independentistas golpistas contrarios a la Constitución, al rey y a la misma España que sostiene a Pedro Sánchez es una ruta nueva y perversa que, por desgracia, ha inventado España y que traspasa una de las más sólidas líneas rojas de las democracias en el mundo: la imposibilidad de que partidos que han sido elegidos por los ciudadanos con programas distintos y hasta incompatibles se unan para formar gobierno sin otro ideal que los beneficios que se derivan del poder o el odio contra un partido concreto.
Si se piensa bien, es lógico que el inventor de esa aberración haya sido uno de los países mas políticamente deteriorados del mundo. Parece lógico que los inventores de la aberración sean españoles, un país cuyos políticos profesionales y partidos están impregnados de corrupción, plagado de injusticias y abusos, en el que no se respetan las reglas democráticas y el divorcio entre políticos y ciudadanos alcanza niveles de escándalo.
En países avanzados y con democracias más auténticas, las alianzas entre partidos que no hayan sido anunciadas antes de las elecciones están prohibidas porque se interpretan como una traición a los votantes, pero en España esas alianzas contra natura que traicionan la voluntad popular no sólo están admitidas, sino que se producen con una frecuencia escandalosa.
Nuestra historia reciente ofrece pactos entre partidos que se proclaman constitucionalistas con otros que desprecian la Constitución y la violan o entre partidos que que afirman amar a España y otros que quieren destrozarla. También hemos asistidos a pactos tan aberrantes como aquella "pinza" que unió en Andalucía al derechista Partido Popular con los comunistas de Izquierda Unida.
La actual coalición de partidos que sostiene el gobierno socialista de Pedro Sánchez es un ejemplo sorprendente de la aberrante unión entre partidos en teoría incompatibles, pero unidos por el ansia de poder, la ambición, la obtención de beneficios y el odio a la derecha, enemigo común de la banda integrada por anticonstitucionalistas, pro terroristas, comunistas, golpistas que quieren destruir España y otros partidos arrimados al poder sin otro objetivo que el mercenario de cobrar con dinero su apoyo.
Es probable que otros países sigan el ejemplo de España y que ese invento español que degrada todavía más las democracias se extienda y pervierta aun más la política, con el consiguiente fortalecimiento del cáncer del totalitarismo, la corrupción y la caída de valores y principios que infecta a las democracias del planeta.
Pero no por eso va a dejar de brillar una verdad que siempre sale a la luz: El matrimonio entre un partido constitucionalista y democrático, como era el PSOE, con partidos que quieren romper la nación, golpistas y totalitarios, es aberrante e indecente, además de un engaño a la ciudadanía y una barbaridad de tal calibre que debería estar rigurosamente prohibida en un mundo civilizado.
Francisco Rubiales
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