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El gobierno de España declara la guerra al hombre



España se desangra con la crisis del coronavirus, mal gestionada por un gobierno torpe, tramposo y enfrentado a más de la mitad de la población. Los problemas se entierran o se aplazan una y otra vez porque el gobierno, confundido y acobardado, no sabe hacer otra cosa.

En España, cualquier hombre puede ser detenido y encarcelado sin otra prueba que la palabra de una mujer que le odia. Es difícil caer más bajo en injusticia e indignidad de lo que ha hecho el gobierno de Pedro Sánchez, decidido a apoyar un feminismo antidemocrático y enloquecido.

La alianza del gobierno de Pedro Sánchez con el feminismo radical y soez que odia al hombre es tan grande que el varón español es cada día más consciente de que el gobierno es su enemigo. Ser hoy hombre es España empieza a ser idéntico a lo que significa ser mujer en las teocracias islamistas, donde las mujeres son sometidas, aplastadas y privadas de sus derechos básicos.

Ningún gobierno democrático del mundo ha hecho nunca una imbecilidad de ese tamaño y alcance.

La apuesta por el feminismo que hace el gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez es tan brutal que ha convertido al varón en su enemigo. Ser hombre en España y votar a socialistas y comunistas es un error suicida y una indignidad. Los hombres empiezan a rebelarse contra el sanchismo que los oprime. Si tanto apuestan los políticos de izquierda por las mujeres y la benefician incluso creando leyes que aplastan al varón, entonces que sean ellas las que les voten porque darles el voto, siendo varón, es un suicidio estúpido y cobarde.
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Una de las muchas fotos contra los abusos del feminismo radical que circulan por Internet
El cada día más comunista y sanchista PSOE se está equivocando y cavando su propia fosa. Cuando los hombres se den cuenta de que el socialismo en España ha optado por ser su enemigo, dejarán de apoyar a ese partido y a la izquierda en general, cuya apuesta por una sociedad feminista y de hombres blandos, amariconados, cobardes y sometidos es cada día más firme.

La discriminación del hombre en España es brutal y ajena a la igualdad que proclama la Constitución, violada en este caso por los que han establecido leyes que distinguen entre el hombre y la mujer a la hora de castigar delitos y faltas. Hay delitos que para el hombre significan condena y cárcel y para la mujer impunidad. En la práctica, la simple denuncia de una mujer a un hombre por maltrato no sólo trae consigo el arresto del varón, sino la puesta en marcha de mecanismos que compensan y premian a la mujer por haber denunciado, lo que ocasiona innumerables abusos y acusaciones falsas que dejan al hombre desprotegido por la Justicia. Todo eso lo patrocina e impulsa el actual gobierno, llenándose de iniquidad.

El nombramiento de Irene Montero al frente del Ministerio de Igualdad, en cuyas oficinas y despachos sólo trabajan mujeres, ha constituido un gran salto hacia el feminismo radical que odia al hombre. Las más radicales y llenas de odio hablan ya en sus pancartas, sin que les castiguen, de matar a los varones y de promover el lesbianismo como única forma de acabar con lo que ellas llaman sociedad patriarcal. El odio de esas mujeres, secundadas en su lucha demencial por toda clase de ejemplares extraños agrupados en la liga LGTBI y por una legión de acomplejados, disminuidos mentales y cobardes sometidos a la tiranía feminista radical, es insoportable y dañino para la convivencia, la paz y la prosperidad de España. El alineamiento del gobierno con esa chusma desequilibrada y llena de odio supera en vileza a su alianza con el nacionalismo golpista y conduce directamente al caos y a la destrucción.

El espectáculo de la lucha interna del gobierno por el control del movimiento feminista radical es bochornoso. Socialistas y podemitas se pelean para ser ellos los que capitalicen eso que llaman la "revolución feminista", que no es otra cosa que un desmadre hortera, inmoral y violento, que lucha por el poder, las subvenciones y los privilegios. El feminismo, para el gobierno de Pedro Sánchez no es una apuesta por la justicia, sino una vulgar estrategia de captación de votos y de poder.

Esa apuesta de la izquierda por el feminismo más radical y desnortado es, junto con la aprobación de leyes parciales y anticonstitucionales que benefician a la mujer y aplastan al varón, la mayor bajeza de la izquierda gobernante en el mundo occidental y el más profundo foso de estiércol que han creado los socialistas y comunistas en el poder.

Francisco Rubiales


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Martes, 10 de Marzo 2020
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