La Corona española está hoy en peligro, no tanto porque Pedro Sánchez y Pablo Iglesias la quieran sustituir por una república manejada por politicastros como ellos, sino porque los reyes de España no están dando la talla y el último de ellos, el actual rey Felipe, está cambiando, con velocidad de vértigo, su gran popularidad como rey preparado y moderno por un creciente rechazo de la ciudadanía que antes le apoyaba, la cual le reprocha ahora su silencio, su inactividad y su sumisión ante las atrocidades contra la nación que protagoniza el gobierno de Pedro Sánchez y la chusma separatista y llena de odio a España con la que se ha aliado.
Las encuestas reflejan un preocupante descenso de popularidad de la Corona española, que hace cuatro décadas era la más popular de Europa, porque millones de ciudadanos no entienden que el rey no haga nada para detener las agresiones a España de Pedro Sánchez y su gobierno, integrado por totalitarios y apoyado por los peores enemigos de España.
El rey Felipe se encontraba en un momento propicio para restablecer el crédito de la Corona y de su familia, después de los escándalos de su padre, pero su cobardía y pasividad ante las agresiones de Pedro Sánchez a España le están enterrando en reproches y desilusión popular.
Al rey no lo quieren las izquierdas porque desean sustituirlo por una República, pero ya también le abandonan las derechas y los demócratas, poco a poco, por su pasividad ante las agresiones que está sufriendo España desde la izquierda y el nacionalismo gobernantes. El rey, si quiere conservar la Corona, no sólo necesita tener de su parte a la Constitución, sino que el pueblo, que es su gran defensa, le ame y le valore.
La familia Borbón no ha dado la talla, ni ha sabido cumplir con su importante misión de liderazgo. En realidad, ni siquiera ha sabido defender el enorme privilegio que representa ostentar una corona hereditaria en Europa y en un país como España.
Es cierto que el rey tiene los poderes muy limitados por la Constitución, pero no es menos cierto que, como jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas tiene un enorme poder de persuasión e influencia que en modo alguno parece estar empleado para defender España.
Francisco Rubiales
Las encuestas reflejan un preocupante descenso de popularidad de la Corona española, que hace cuatro décadas era la más popular de Europa, porque millones de ciudadanos no entienden que el rey no haga nada para detener las agresiones a España de Pedro Sánchez y su gobierno, integrado por totalitarios y apoyado por los peores enemigos de España.
El rey Felipe se encontraba en un momento propicio para restablecer el crédito de la Corona y de su familia, después de los escándalos de su padre, pero su cobardía y pasividad ante las agresiones de Pedro Sánchez a España le están enterrando en reproches y desilusión popular.
Al rey no lo quieren las izquierdas porque desean sustituirlo por una República, pero ya también le abandonan las derechas y los demócratas, poco a poco, por su pasividad ante las agresiones que está sufriendo España desde la izquierda y el nacionalismo gobernantes. El rey, si quiere conservar la Corona, no sólo necesita tener de su parte a la Constitución, sino que el pueblo, que es su gran defensa, le ame y le valore.
La familia Borbón no ha dado la talla, ni ha sabido cumplir con su importante misión de liderazgo. En realidad, ni siquiera ha sabido defender el enorme privilegio que representa ostentar una corona hereditaria en Europa y en un país como España.
Es cierto que el rey tiene los poderes muy limitados por la Constitución, pero no es menos cierto que, como jefe del Estado y de las Fuerzas Armadas tiene un enorme poder de persuasión e influencia que en modo alguno parece estar empleado para defender España.
Francisco Rubiales