Italia se convierte en modelo de resistencia a las izquierdas, colaboradoras entusiastas del Nuevo Orden Mundial y de la esclavitud que engendra la Agenda 2030.
Cuando sólo queda poco más de un mes para que se abran las urnas, el espectáculo que está ofreciendo la izquierda española es vergonzoso, pero reflejo fiel de sus miserias y contradicciones. Se pelean, se despedazan, se odian, luchan a cuchillo corto por los sillones y demuestran que su ideología dominante es el reparto del botín que para ellos representa el control del Estado.
Pedro Sánchez utiliza su poder para castigar a su adversarios y a los que han sido tibios o críticos con su liderazgo dentro del PSOE, donde existe un malestar profundo contra un tipo al que muchos ya se arrepienten de haber encumbrado y otorgado un poder casi absoluto. Sánchez coloca a los sanchistas en las listas para asegurarse lealtad en la cúpula socialista, aunque pierda las elecciones por goleada. En él, el objetivo siempre es controlar el poder.
Mientras en España la izquierda se arrastra, asustada ante la posible pérdida de su poder y privilegios, en el resto del mundo, con ligeras excepciones, las izquierdas retroceden, lo mismo que las viejas derechas corruptas y débiles, muy contagiadas de izquierdismo y de cultura marxista.
En Europa. la fuerza de las nuevas derechas no para de crecer, como lo demuestra el ascenso de VOX en España y, sobre todo, la llegada al poder en Italia de la presidenta Meloni, cuyos primeros meses de mandato han cosechado éxitos y reconocimientos por su rechazo a las tesis del Nuevo Orden Mundial (NOM) y la Agenda 2030, las bajadas de impuestos realizadas, el rigor demostrado frente a la inmigración ilegal, la firmeza frente a los progres corruptos de Bruselas y la determinación de acabar con los abusos de las subvenciones y ayudas, que en lugar de servir para sostener a los débiles generaban vagancia, resistencia y violencia en las calles.
Acabo de regresar de Italia, donde he comprobado que millones de italianos han apostado por la Meloni y los partidos que la sostienen porque quieren un futuro distinto para sus hijos y nietos, ya que el que les ofrecían las izquierdas era un futuro de pérdida de derechos y libertades e incremento de la esclavitud y del sometimiento a un Estado que quiere ser cada día más fuerte.
Desde Italia contemplan a Pedro Sánchez como un peligroso político pervertido, al servicio del Nuevo Orden (NOM) y capaz de aplastar sin piedad a España y a los españoles con tal de salvarse él y conservar ese poder que ama demasiado, como me lo describió un viejo amigo profesor universitario, con el que conversé por teléfono desde Siena.
Ese profesor me dijo: "tenéis que aprovechar la jornada del 23 de julio para libraros del sanchismo porque, con toda seguridad, será la última ocasión para hacerlo, ya que con tipos como Sánchez ni siquiera es seguro que las urnas vuelvan a abrirse".
La corta visita a Italia ha sido exultante y me ha permitido regresar cargado de esperanza porque he podido comprobar que todavía la gente es capaz de derrotar los trucos sucios y las mentiras de las izquierdas y que la resistencia anti opresión goza de buena salud en algunos países europeos.
Francisco Rubiales
Pedro Sánchez utiliza su poder para castigar a su adversarios y a los que han sido tibios o críticos con su liderazgo dentro del PSOE, donde existe un malestar profundo contra un tipo al que muchos ya se arrepienten de haber encumbrado y otorgado un poder casi absoluto. Sánchez coloca a los sanchistas en las listas para asegurarse lealtad en la cúpula socialista, aunque pierda las elecciones por goleada. En él, el objetivo siempre es controlar el poder.
Mientras en España la izquierda se arrastra, asustada ante la posible pérdida de su poder y privilegios, en el resto del mundo, con ligeras excepciones, las izquierdas retroceden, lo mismo que las viejas derechas corruptas y débiles, muy contagiadas de izquierdismo y de cultura marxista.
En Europa. la fuerza de las nuevas derechas no para de crecer, como lo demuestra el ascenso de VOX en España y, sobre todo, la llegada al poder en Italia de la presidenta Meloni, cuyos primeros meses de mandato han cosechado éxitos y reconocimientos por su rechazo a las tesis del Nuevo Orden Mundial (NOM) y la Agenda 2030, las bajadas de impuestos realizadas, el rigor demostrado frente a la inmigración ilegal, la firmeza frente a los progres corruptos de Bruselas y la determinación de acabar con los abusos de las subvenciones y ayudas, que en lugar de servir para sostener a los débiles generaban vagancia, resistencia y violencia en las calles.
Acabo de regresar de Italia, donde he comprobado que millones de italianos han apostado por la Meloni y los partidos que la sostienen porque quieren un futuro distinto para sus hijos y nietos, ya que el que les ofrecían las izquierdas era un futuro de pérdida de derechos y libertades e incremento de la esclavitud y del sometimiento a un Estado que quiere ser cada día más fuerte.
Desde Italia contemplan a Pedro Sánchez como un peligroso político pervertido, al servicio del Nuevo Orden (NOM) y capaz de aplastar sin piedad a España y a los españoles con tal de salvarse él y conservar ese poder que ama demasiado, como me lo describió un viejo amigo profesor universitario, con el que conversé por teléfono desde Siena.
Ese profesor me dijo: "tenéis que aprovechar la jornada del 23 de julio para libraros del sanchismo porque, con toda seguridad, será la última ocasión para hacerlo, ya que con tipos como Sánchez ni siquiera es seguro que las urnas vuelvan a abrirse".
La corta visita a Italia ha sido exultante y me ha permitido regresar cargado de esperanza porque he podido comprobar que todavía la gente es capaz de derrotar los trucos sucios y las mentiras de las izquierdas y que la resistencia anti opresión goza de buena salud en algunos países europeos.
Francisco Rubiales