Tres artíficas del desastre de España. Faltan otros, entre ellos Sánchez, el peor de todos
España es hoy un país problemático, al borde de la quiebra, endeudado hasta los huesos y con un gobierno y una oposición que no merecen el derecho democrático a dirigir la nación. La tesis de Bismark, según el cual España es el país más fuerte del mundo porque sus políticos llevan siglos intentando destruirla sin lograrlo, es hoy más cierta que nunca. La clase política española es un desastre lleno de inmundicias y vicios. El gobierno es un ejemplo de iniquidad y bajeza por estar integrado o sostenido por las fuerzas más indignas, deleznables, antidemocráticas y antiespañolas, desde socialistas corrompidos por el sanchismo a comunistas travestidos de demócratas, sin olvidar a golpistas, nacionalistas radicales y herederos de terroristas.
El espectáculo que están ofreciendo la izquierda y la derecha a los españoles es bochornoso. España no se merece una cuadra de políticos de tan baja estofa, capaz de decepcionar a sus votantes y de maltratar al país con sus estúpidas y nocivas políticas. La clave del drama es que el poder es tan atractivo y el botín que los políticos conquistan al gobernar es tan suculento que han abandonado las ideas, los ideales, los valores y la virtud y sólo les interesa conseguir votos como sea.
Han dividido el país en dos, han enfrentado a todos contra todos, han agigantado el independentismo, han hostigado y perseguido los valores, la religión y la armadura ética de la nación, han asesinado la democracia, han golpeado a martillazos a las clases medias, que eran la espina dorsal de España, han promovido la corrupción hasta convertirla en el alma de la política española, han atribulado a ciudadanos y empresas con impuestos injustos y abusivos y han logrado que el pueblo desconfíe y odie a la clase política, sin respeto ni confianza en sus dirigentes, los cuales, por su parte, se han hecho merecedores de ese desprecio y rechazo.
Los políticos españoles han apostado por el poder y se han olvidado del deber, del servicio a la ciudadanía y de la ejemplaridad. Mirar a la clase política y sentir ganas de vomitar es un rasgo actual de España.
Muchos creemos que el fin del estatalismo y sus ideologías: conservadurismo, socialismo y comunismo toca a su fin. Es necesario que la democracia diga alto y fuerte que hay otras vías y otras soluciones para salir de un proyecto decadente, extractivo e injusto. Si hay un país en el mundo que necesita abandonar su podrida democracia y abrazar el autogobierno ese es España, una nación que no debe confiar su destino a los políticos, gente que ha demostrado, siglo tras siglo, que no merece gobernar, ni siquiera ser respetada.
El paso de la sociedad al autogobierno es imprescindible en España, un país huérfano de decencia, honor, dignidad y valores en su clase dirigente. La sociedad debe conseguir su emancipación del Estado y su mayoría de edad social. Si la sociedad sabe labrarse su camino sin necesidad de un Estado expoliador que se lleva la mitad de nuestro esfuerzo para mantener al gran parásito burocrático ¿Qué necesidad tenemos de un megaestado que nos regula, nos interviene y nos conduce como si fuéramos menores de edad? La verdadera revolución no es más Estado, sino más ciudadanía, sociedad y autogobierno.
La última gran explosión española de esperanza, rebeldía y renacimiento, el 15M, falló porque cayó en manos de comunistas que lo que querían era más Estado y más poder para los políticos, cuando la única salida lógica y regeneradora era la de confiar y creer en el individuo como elemento fundamental de todos los cambios y eso sólo se consigue con el Estado mínimo y el autogobierno.
Francisco Rubiales
El espectáculo que están ofreciendo la izquierda y la derecha a los españoles es bochornoso. España no se merece una cuadra de políticos de tan baja estofa, capaz de decepcionar a sus votantes y de maltratar al país con sus estúpidas y nocivas políticas. La clave del drama es que el poder es tan atractivo y el botín que los políticos conquistan al gobernar es tan suculento que han abandonado las ideas, los ideales, los valores y la virtud y sólo les interesa conseguir votos como sea.
Han dividido el país en dos, han enfrentado a todos contra todos, han agigantado el independentismo, han hostigado y perseguido los valores, la religión y la armadura ética de la nación, han asesinado la democracia, han golpeado a martillazos a las clases medias, que eran la espina dorsal de España, han promovido la corrupción hasta convertirla en el alma de la política española, han atribulado a ciudadanos y empresas con impuestos injustos y abusivos y han logrado que el pueblo desconfíe y odie a la clase política, sin respeto ni confianza en sus dirigentes, los cuales, por su parte, se han hecho merecedores de ese desprecio y rechazo.
Los políticos españoles han apostado por el poder y se han olvidado del deber, del servicio a la ciudadanía y de la ejemplaridad. Mirar a la clase política y sentir ganas de vomitar es un rasgo actual de España.
Muchos creemos que el fin del estatalismo y sus ideologías: conservadurismo, socialismo y comunismo toca a su fin. Es necesario que la democracia diga alto y fuerte que hay otras vías y otras soluciones para salir de un proyecto decadente, extractivo e injusto. Si hay un país en el mundo que necesita abandonar su podrida democracia y abrazar el autogobierno ese es España, una nación que no debe confiar su destino a los políticos, gente que ha demostrado, siglo tras siglo, que no merece gobernar, ni siquiera ser respetada.
El paso de la sociedad al autogobierno es imprescindible en España, un país huérfano de decencia, honor, dignidad y valores en su clase dirigente. La sociedad debe conseguir su emancipación del Estado y su mayoría de edad social. Si la sociedad sabe labrarse su camino sin necesidad de un Estado expoliador que se lleva la mitad de nuestro esfuerzo para mantener al gran parásito burocrático ¿Qué necesidad tenemos de un megaestado que nos regula, nos interviene y nos conduce como si fuéramos menores de edad? La verdadera revolución no es más Estado, sino más ciudadanía, sociedad y autogobierno.
La última gran explosión española de esperanza, rebeldía y renacimiento, el 15M, falló porque cayó en manos de comunistas que lo que querían era más Estado y más poder para los políticos, cuando la única salida lógica y regeneradora era la de confiar y creer en el individuo como elemento fundamental de todos los cambios y eso sólo se consigue con el Estado mínimo y el autogobierno.
Francisco Rubiales