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El falso "Progreso" es el disfraz del comunismo



Los comunistas, conscientes de que su fe ha sido derrotada vergonzosamente por el mismo pueblo al que decía redimir, en lugar de desaparecer siguen activos, pero ahora disfrazados y ocultando su naturaleza predadora. Algunos se declaran demócratas, sin serlo, otros se encuadran en la socialdemocracia y muchos otros han bautizado como "populismo" o "progreso" al vergonzoso comunismo, cuyo paso por la Historia estuvo marcado por la la pobreza, la opresión, la tortura y más de cien millones de cadáveres.

Es incomprensible que el comunismo, a pesar de sus crímenes, siga funcionando en este siglo XXI, a pesar de esconder tras su fachada una de las ideologías más demoledoras y generadora de sufrimiento y pobreza de toda la historia.
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El principal rasgo que separa al comunista del ciudadano libre es su adoración por el Estado autoritario e intervencionista, el que otorga prioridad a lo colectivo sobre lo individual, un Estado que se considera con derecho pleno a intervenir y regular la vida de los ciudadanos y que es incapaz de respetar las libertades individuales.

¿Por qué el comunismo no ha sido condenado ni erradicado, a pesar de sus crímenes? ¿Por qué, a pesar de su fracaso histórico y de su cosecha de sufrimiento y sangre sigue vivo, aunque ahora disfrazado?

El populismo y el falso progreso son tiranías totalitarias camufladas e hipócritas, que se promocionan como populares pero que están enteramente dominadas por políticos profesionales que imponen su voluntad, sin controles, sobre ciudadanos marginados y sometidos. El verdadero progreso y el respeto por el pueblo es justo lo contrario: un sistema de libertad y pluralismo que genera prosperidad, donde la persona es respetada y en el que el ciudadano participa en la política y acepta libremente un gobierno con controles y frenos, que es del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

El nazismo fue juzgado y condenado internacionalmente en Nüremberg por sus horrores, pero el comunismo, una experiencia histórica todavía mas cruel y sangrienta, sigue sin ser juzgado y condenado, a pesar de que sus crímenes son mucho peores que los cometidos por el nazifascismo en toda su existencia.

De los tres peores criminales de la Historia (Mao, Stalin y Hítler), los dos primeros fueron dirigentes del comunismo. Entre ambos asesinaron casi a un centenar de millones de personas, más que ninguna otra ideología en la Historia.

¿Por qué el comunismo ha conseguido ser impune y sobrevivir a pesar de sus crímenes y fracasos?

La razón aparente es que la URSS, cuando era una gran potencia, impidió la condena que merecía con su derecho de veto en la ONU, su fuerza y su influencia internacional, pero la verdadera razón es que el comunismo fascina a todos los líderes políticos del mundo, incluyendo a los que se declaran demócratas, que siguen admirando su concepción totalitaria del Estado y el dominio absoluto que el Estado comunista ejercía sobre la sociedad y el individuo.

En el fondo de sus corazones, muchos de los actuales políticos, sean de izquierdas o de derechas, quizás sin saberlo, tienen mucho de leninistas y comparten con los comunistas el sueño de mandar sin trabas e imponer sus criterios y decisiones a la ciudadanía desde un Estado poderoso e imponente, que a ellos les proporciona poder, dinero, dominio sobre las vidas de sus "súbditos" y la sensación de ser dioses.

El comunismo ha asesinado la democracia, ha infectado el poder político mundial, ha hipertrofiado a los Estados y ha convertido a los gobiernos en intervencionistas y autoritarios. A los ciudadanos los ha marginado del Estado y de la política, que se ha convertido en un monopolio de los partidos y de los políticos profesionales.

El virus comunista ha infectado hasta a los Estados Unidos, patria de la democracia. En julio de 2015, una encuesta realizada revelaba con sorpresa que el 47% de los ciudadanos votarían a favor de un sistema socialista en USA.

La influencia comunista ha desplazado la vieja influencia liberal, que exigía un Estado mínimo y un protagonismo de los ciudadanos en la política y ha pervertido el concepto de democracia, que partía del principio de que el Estado tiende siempre a incrementar su poder, razón por la que debía ser controlado por una larga serie de normas, cautelas, frenos y contrapesos.

Gracias a la influencia de los comunistas, las democracias se han transformado en falsas democracias y los Estados han crecido desmesuradamente, llenándose de políticos colocados, de familiares y amigos del poder viviendo a costa del Estado, de instituciones inútiles y de aparatos de poder innecesario.

La influencia del comunismo ha logrado que la política, que había nacido como un servicio de algunos ciudadanos elegidos a la comunidad, sea ejercida ahora por una élite de políticos profesionales, como ocurría con los bolcheviques en tiempos de Lenin. La balanza del poder se ha inclinado del lado del Estado y ha dejado al individuo inerme frente al poder inmenso de los gobernantes, que, como ocurría en el viejo Estado Soviético, consideran a los ciudadanos como el verdadero enemigo, cuyo descontento y rebelión puede arrebatarles el poder.

Por eso, en unas democracias que deberían ser ciudadanas y al servicio de la comunidad, los políticos se aíslan de la ciudadanía y se rodean, como los miembros del antiguo PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) de coches oficiales, guardaespaldas, policía represora, jueces controlados y periodistas sometidos, toda una guardia pretoriana cuya misión es defender a las élites gobernantes y a sus aliados y ayudarles en el control y manipulación del rebaño ciudadano sometido.

Los marxistas mas radicales y extremistas están recuperando terreno en muchos países europeos, amparados en el descontento popular ante las privaciones y recortes que ha traído la crisis y ante el fracaso de los gobiernos democráticos, que violan con frecuencia las reglas de la democracia y conviven fácilmente con el abuso y la corrupción.

En España, los marxistas están infiltrados en el PSOE y otros más recalcitrantes, como los de Izquierda Anticapitalista, se han incrustado en Podemos, presentándose ante la sociedad como progresistas. Ya han conseguido tomar el poder en algunas ciudades importantes y en algunos gobiernos autonómicos, habiendo logrado, incluso, situarse muy cerca del gobierno de la nación, aupados por un socialista ambicioso llamado Pedro Sánchez y por una sociedad española torpe y descerebrada, que no es consciente de que vota y apoya a sus verdugos.


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Miércoles, 10 de Febrero 2016
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