Las recientes elecciones andaluzas, ganadas por los socialistas, seguidos por el Partido Popular, han tenido un resultado sorprendente porque demuestra que la sociedad española, a pesar de que ya es plenamente consciente de lo que hace, sigue votando corrupción.
Es cierto que hemos votado corrupción durante décadas, quizás desde las primeras elecciones tras la muerte del dictador, pero antes no se sabía y nos engañaban fácilmente. Pero ahora, en el presente, cuando el país está convulsionado por los escándalos de corrupción que estallan como granadas de mano, uno tras otro, ya no caben las excusas y sabemos a ciencia cierta que este sistema político es pura corrupción.
El ganador de las elecciones andaluzas ha sido el partido que ha convertido Andalucía en un reducto corrupto de anta densidad, donde se practican casi todos las modalidades de la suciedad política: robos, cohechos, falsos EREs, concursos públicos trucados, subvenciones a los amigos, robo del dinero destinado a formación, listas negras de empresas y personas, miles de colocados a dedo, clientelismo masivo, urbanismo corrupto, comisiones, recaudadores descarados, becas falseadas, oposiciones con trampa, ventajas fiscales para los amigos, desaparición de grandes masas de dinero y un largo etcétera que haría enrojecer de vergüenza al mismísimo Al Capone.
Pero el segundo partido mas votado ha sido otro corrupto, el PP, con cientos de imputados o investigados por los tribunales, una formación política que amenaza ya con arrebatar al PSOE la primacía en suciedad.
Muchos de los que votan a las cloacas se justifican diciendo que los suyos son los menos corruptos y que a alguien hay que votar, pero lo cierto es que siguen votando conscientemente corrupción.
En Andalucía es nauseabundo contemplar el panorama social. Los corruptos imputados acuden a las fiestas y son agasajados por anfitriones que quizás tengan el mismo nivel de ética. Esta Semana Santa se han visto en Sevilla a imputados políticos, sindicalistas y miembros de la patronal festejando la "pasión de Cristo" tomando copas en instituciones y sedes bancarias, algunas de las cuales vuelven a ofrecer "festejos" después de haber sido rescatadas con dinero público.
La gente lo sabe, pero prefiere no pensarlo: cuando se saluda, admira o se convive con un chorizo se le está potenciando y cuando se vota a un sistema corrompido hasta la médula, las posibilidades que elijas a un delincuente para que te represente y te gobierne son todas.
Quien con su voto elige a un delincuente a sabiendas, es también un delincuente.
Es cierto que hemos votado corrupción durante décadas, quizás desde las primeras elecciones tras la muerte del dictador, pero antes no se sabía y nos engañaban fácilmente. Pero ahora, en el presente, cuando el país está convulsionado por los escándalos de corrupción que estallan como granadas de mano, uno tras otro, ya no caben las excusas y sabemos a ciencia cierta que este sistema político es pura corrupción.
El ganador de las elecciones andaluzas ha sido el partido que ha convertido Andalucía en un reducto corrupto de anta densidad, donde se practican casi todos las modalidades de la suciedad política: robos, cohechos, falsos EREs, concursos públicos trucados, subvenciones a los amigos, robo del dinero destinado a formación, listas negras de empresas y personas, miles de colocados a dedo, clientelismo masivo, urbanismo corrupto, comisiones, recaudadores descarados, becas falseadas, oposiciones con trampa, ventajas fiscales para los amigos, desaparición de grandes masas de dinero y un largo etcétera que haría enrojecer de vergüenza al mismísimo Al Capone.
Pero el segundo partido mas votado ha sido otro corrupto, el PP, con cientos de imputados o investigados por los tribunales, una formación política que amenaza ya con arrebatar al PSOE la primacía en suciedad.
Muchos de los que votan a las cloacas se justifican diciendo que los suyos son los menos corruptos y que a alguien hay que votar, pero lo cierto es que siguen votando conscientemente corrupción.
En Andalucía es nauseabundo contemplar el panorama social. Los corruptos imputados acuden a las fiestas y son agasajados por anfitriones que quizás tengan el mismo nivel de ética. Esta Semana Santa se han visto en Sevilla a imputados políticos, sindicalistas y miembros de la patronal festejando la "pasión de Cristo" tomando copas en instituciones y sedes bancarias, algunas de las cuales vuelven a ofrecer "festejos" después de haber sido rescatadas con dinero público.
La gente lo sabe, pero prefiere no pensarlo: cuando se saluda, admira o se convive con un chorizo se le está potenciando y cuando se vota a un sistema corrompido hasta la médula, las posibilidades que elijas a un delincuente para que te represente y te gobierne son todas.
Quien con su voto elige a un delincuente a sabiendas, es también un delincuente.