¿Para qué enviar el ejército a sellar una frontera si la misión está destinada al fracaso? ¿Faltaban efectivos? ¿Ha faltado profesionalidad? ¿Qué ha ocurrido para que el ejército, que es el máximo recurso de un país, ni siquiera consiga detener a una oleada de subsaharianos hambrientos? ¿Qué pasaría si tuvieran que detener una invasión armada en regla?
Son preguntas que, tras conocerse que unos 300 inmigrantes ilegales han vuelto a saltar esta madrugada la valla fronteriza de Melilla, ahora controlada por las fuerzas militares, no sólo se hace hoy la opinión pública española, sino tambien las altas autoridades militares, que están perplejas e indignadas ante el revés.
Alguien debe responder ante el nuevo ridículo español.
Son preguntas que, tras conocerse que unos 300 inmigrantes ilegales han vuelto a saltar esta madrugada la valla fronteriza de Melilla, ahora controlada por las fuerzas militares, no sólo se hace hoy la opinión pública española, sino tambien las altas autoridades militares, que están perplejas e indignadas ante el revés.
Alguien debe responder ante el nuevo ridículo español.